sábado, 3 de mayo de 2008

POE Y EL CUERVO.

Quoth the Raven
El 19 de enero del año que viene estaremos festejando el bicentenario del nacimiento de Edgar Allan Poe en Boston. Y el 7 de octubre de 2049 muchos de ustedes, no seguramente yo, recordarán el infausto día en que, 200 años atrás, Poe murió en un hospital de Baltimore. Adelantémonos a decir que Poe fue el "fundador de la poesía moderna", y no solo el precursor del cuento corto y el gran maestro del cuento de terror.

Poe, y no Baudelaire, quien a su vez lo descubrió en Francia y escribió por él uno de sus textos más emocionados y sinceros.

Poe y no Baudelaire, ¿Por qué?

Poe escribió apenas un puñado de poemas. El más popular, "El cuervo". Ese poema nada nos dice a simple vista sobre el carácter de la poesía moderna, parece más bien anacrónico, pues ambiente, música y personajes hacen pensar en una situación poco imaginable en la costa Este de los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX. Todos sus poemas y casi todos sus cuentos, por otra parte, tienen esa cualidad. ¿En qué condado y época de los Estados Unidos podría situarse la Casa Usher, por ejemplo?

Volvamos a "El cuervo". Poe era de una lucidez extraordinaria y de un pragmatismo que el sentido común no puede relacionar con un romántico.

"El cuervo" tuvo a su mejor exégeta en el propio Poe.

Siempre me llamó la atención la especial atención que los estadounidenses pusieron en la palabra imaginación. El amplio sentido que le han dado y la fuerza connotativa de que la dotaron. Provenía esta atención de sus padres ingleses. Tal atención es tan notoria como la despreocupación de los modernos anglosajones por la cuestión de la metáfora. Se diría que la poesía estadounidense en particular se encoge de hombros ante el asunto, como si dijera: "¿Y qué otra cosa es cualquier producto de la imaginación?"

A esto había llegado Poe. Exactamente, a este punto.

En 1845, a los 36 años de edad, Poe compuso y públicó "El cuervo". En abril del año siguiente en el Graham's Magazine de Filadelfia publicó su "Método de composición" en el que finge que el poema fue "fríamente calculado" como diría el Chapulín Colorado: "ningún punto de la composición puede atribuirse a la intuición ni al azar y (...) aquélla avanzó hacia su terminación, paso a paso, con la misma exactitud y la lógica rigurosa propias de un problema matemático". Digo "finge" pues en verdad si todo el poema se ajusta en apariencia al dispositivo técnico que Poe dice haber montado, lo cierto es que el "Método..." fue escrito a posteriori y por lo tanto no es prueba de que Poe haya hecho un plan y luego lo desarrollara matemáticamente. Más bien cabe pensar que algo o mucho de intuición hubo en el armado y que el "Método..." es en cambio el más brillante análisis que jamás se haya hecho de ese episodio genial de la literatura de todos los tiempos que es el poema "El cuervo".

Pero vamos al punto. Es en el final de ese artículo cuando Poe establece el camino de la poesía llamada moderna:

"Lo que transmuta en prosa -y en prosa de la más baja estofa- la pretendida poesía de los que se denominan trascendentalistas es justamente el exceso en la expresión del sentido que sólo debe quedar insinuado, la manía de convertir la corriente subterránea de una obra en la otra corriente, visible en la superficie.

"Convencido de ello, añadí dos estancias que concluyen el poema [El Cuervo], porque su calidad sugestiva había de penetrar en toda la narración antecedente. La corriente subterránea del pensamiento se muestra, por primera vez, en estos versos:

"'¡Arranca tu pico de mi corazón y precipita tu espectro lejos de mi puerta!' "El cuervo dijo: '¡Nunca más!'"

"Quiero subrayar que la expresión de mi corazón encierra la primera expresión metafórica del poema. Estas palabras, con la correspondiente respuesta, jamás, disponen el espíritu a buscar un sentido moral en toda la narración que se ha desarrollado. Entonces el lector comienza a considerar el cuervo como un ser emblemático. Pero sólo en el último verso de la última estancia puede ver con nitidez la intención de hacer del cuervo el símbolo del recuerdo fúnebre y eterno."

Edgar Allán Poe, Poesía completa. Trad. de los textos en prosa: Francisco Revilla. Libros Río Nuevo, Barcelona, 1974.

Un consejo: aléjense de quienes dicen con los ojos en blanco: "¡Tenés que ver cómo suena en inglés!". Es casi seguro que no han entendido nada de esto.

La estrofa en cuestión:

"Be that our sign of parting, bird or fiend" - I shrieked, upstarting.
"Get thee back into the tempest and the Night's Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy hath spoken!

Leave my loneliness unbroken! - quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy from off my door!"

Quoth the Raven: "Nevermore".




Y aquí la clásica y discutida, y para mí amable y valedera versión de 1887 de Juan Antonio Pérez Bonalde.

Que los disfruten.



Una lectora comentó:


Borges siempre odió ese poema y no es para menos. El poema es patético y la búsqueda por la emoción, el horror o el choque no se logran tan bien como en los finales de algunos cuentos del mismo autor. Y en cuanto al método, es simplemente una forma de guiar la interpretación de manera ansiosa, de darle nuevos significados sin esperar que el lector lo haga. Esto seguramente lo hizo Poe (como también lo ha hecho Borges) porque creía que a su poema se le podía ser negado el merito literario por no entenderlo, y sus problemas económicos no le permitían la pobreza del incomprendido. Esta es, por supuesto, solo una humilde opinión.


Categorías: ES-E | P1887 | Poesías de Edgar Allan Poe | Traducciones de Juan Antonio Pérez Bonalde


Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,
sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
inclinaba soñoliento la cabeza, de repente
a mi puerta oí llamar;
como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta
mano tímida a tocar:
"¡Es - me dije - una visita que llamando está a mi puerta:
eso es todo y nada más!".

¡Ah! Bien claro lo recuerdo: era el crudo mes del hielo,
y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo.
Cuan ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura
procurando en vano hallar
tregua a la honda desventura de la muerta Leonora;
la radiante, la sin par
virgen rara a quien Leonora los querubes llaman, ahora
ya sin nombre... ¡nunca más!

Y el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras
me aterraba, me llenaba de fantásticas pavuras,
de tal modo que el latido de mi pecho palpitante
procurando dominar,
"¡Es, sin duda, un visitante-repetía con instancia-
que a mi alcoba quiere entrar:
Un tardío visitante a las puertas de mi estancia...
Eso es todo, y nada más!".

Poco a poco, fuerza y bríos fue mi espíritu cobrando:
"Caballero, dije, o dama: mil perdones os demando;
mas, el caso es que dormía, y con tanta gentileza
me vinisteis a llamar,
y con tal delicadeza y tan tímida constancia
os pusisteis a tocar,
que no oí", dije, y las puertas abrí al punto de mi estancia:
¡sombras sólo y... nada más!

Mudo, trémulo, en la sombra por mirar haciendo empeños,
Quedé allí -cual antes nadie los soñó- forjando sueños;
mas profundo era el silencio, y la calma no acusaba
ruido alguno..., resonar
sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella hora
yo me puse a murmurar,
y que el eco repetía como un soplo: ¡Leonora...!
Esto apenas, ¡nada más!

A mi alcoba retornando con el alma en turbulencia,
pronto oí llamar de nuevo, esta vez con más violencia:
"De seguro -dije- es algo que se posa en mi persiana,
pues, veamos de encontrar
la razón abierta y llana de este caso raro y serio,
Y el enigma averiguar:
¡Corazón, calma un instante, y aclaremos el misterio...:
Es el viento, y nada más!".

La ventana abrí, y con rítmico aleteo y garbo extraño,
entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,
con aspecto señorial,
fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta
de mi puerta el cabezal;
sobre el busto que de Palas la figura representa
fue y posóse, y ¡nada más!

Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza
con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;
y le dije: "Aunque la cresta calva llevas, de seguro
no eres cuervo nocturnal,
¡viejo, infausto cuervo oscuro vagabundo en la tiniebla...!
Dime, ¿cuál tu nombre, cuál,
en el reino plutoniano de la noche y de la niebla...?"
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

Asombrado quedé oyendo así hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta cincelada,
con tal nombre: "Nunca más".

Mas el cuervo fijo, inmóvil, en la grave efigie aquélla,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada, ni una pluma sacudía, ni un acento
se le oía pronunciar...
Dije entonces al momento: "Ya otros antes se han marchado,
y la aurora al despuntar,
él también se irá volando cual mis sueños han volado".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

Por respuesta tan abrupta como justa, sorprendido,
"No hay ya duda alguna -dije-, lo que dice es aprendido;
aprendido de algún amo desdichado a quien la suerte
persiguiera sin cesar,
persiguiera hasta la muerte, hasta el punto de, en su duelo,
sus canciones terminar
Y el clamor de su esperanza con el triste ritornelo
de: ¡Jamás, y nunca más!".

Mas el cuervo provocando mi alma triste a la sonrisa,
mi sillón rodé hasta el frente de ave y busto y de cornisa;
luego, hundiéndome en la seda, fantasía y fantasía
dime entonces a juntar,
por saber que pretendía aquel pájaro ominoso
de un pasado inmemorial,
aquel hosco, torvo, infausto, cuervo lúgubre y odioso
al graznar: "¡Nunca jamás!".

Quedé aquesto investigando frente al cuervo, en honda calma,
cuyos ojos encendidos me abrasaban pecho y alma.
Esto y más -sobre cojines reclinado-con anhelo
me empeñaba en descifrar,
Sobre el rojo terciopelo do imprimía viva huella
luminosa mi fanal,
terciopelo cuya púrpura ¡ay! jamás volverá élla
a oprimir, ¡ah, nunca más!

Parecióme el aire, entonces, por incógnito incensario
que un querube columpiase de mi alcoba en el santuario,
perfumado. "¡Miserable ser-me dije-Dios te ha oído,
y por medio angelical,
tregua, tregua y el olvido del recuerdo de Leonora
te ha venido hoy a brindar:
Bebe, bebe ese nepente, y así todo olvida ahora!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".

¡Oh, Profeta -dije- o duende!, mas profeta al fin, ya seas
ave o diablo, ya te envía la tormenta, ya te veas
por los ábregos barrido a esta playa, desolado
pero intrépido, a este hogar
por los males devastado, dime, dime, te lo imploro.
¿Llegaré jamas a hallar
algún bálsamo o consuelo para el mal que triste lloro?.
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

"¡Oh, Profeta -dije- o diablo! Por ese ancho, combo velo
de zafir que nos cobija, por el sumo Dios del cielo
a quien ambos adoramos, dile a esta alma dolorida,
presa infausta del pesar,
si jamás en otra vida la doncella arrobadora
a mi seno he de estrechar,
la alma virgen a quien llaman los arcángeles Leonora...".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

"¡Esa voz, oh cuervo, sea la señal de la partida
--grité alzándome--, retorna, vuelve a tu hórrida guarida,
la plutónica ribera de la noche y de la bruma...!
¡De tu horrenda falsedad
en memoria, ni una pluma dejes, negra! ¡El busto deja!
¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho! ¡De mi umbral tu forma aleja...!".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

¡Y aun el cuervo inmóvil!, fijo, sigue fijo en la escultura,
sobre el busto que ornamenta de mi puerta la moldura....
Y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo,
las visiones ve del mal;
y la luz sobre él cayendo, sobre el suelo arroja trunca
su ancha sombra funeral,
y mi alma de esa sombra que en el suelo flota..., nunca
Se alzará..., nunca jamás!





Obtenido de "http://es.wikisource.org/wiki/El_cuervo_%28T.Juan_Antonio_P%C3%A9rez_Bonalde%29"



The Raven
[First published in 1845]

Once upon a midnight dreary, while I pondered weak and weary,
Over many a quaint and curious volume of forgotten lore,
While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping,
As of some one gently rapping, rapping at my chamber door.
`'Tis some visitor,' I muttered, `tapping at my chamber door -
Only this, and nothing more.'

Ah, distinctly I remember it was in the bleak December,
And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.
Eagerly I wished the morrow; - vainly I had sought to borrow
From my books surcease of sorrow - sorrow for the lost Lenore -
For the rare and radiant maiden whom the angels named Lenore -
Nameless here for evermore.

And the silken sad uncertain rustling of each purple curtain
Thrilled me - filled me with fantastic terrors never felt before;
So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating
`'Tis some visitor entreating entrance at my chamber door -
Some late visitor entreating entrance at my chamber door; -
This it is, and nothing more,'

Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer,
`Sir,' said I, `or Madam, truly your forgiveness I implore;
But the fact is I was napping, and so gently you came rapping,
And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door,
That I scarce was sure I heard you' - here I opened wide the door; -
Darkness there, and nothing more.

Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting, dreaming dreams no mortal ever dared to dream before
But the silence was unbroken, and the darkness gave no token,
And the only word there spoken was the whispered word, `Lenore!'
This I whispered, and an echo murmured back the word, `Lenore!'
Merely this and nothing more.

Back into the chamber turning, all my soul within me burning,
Soon again I heard a tapping somewhat louder than before.
`Surely,' said I, `surely that is something at my window lattice;
Let me see then, what thereat is, and this mystery explore -
Let my heart be still a moment and this mystery explore; -
'Tis the wind and nothing more!'

Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,
In there stepped a stately raven of the saintly days of yore.
Not the least obeisance made he; not a minute stopped or stayed he;
But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door -
Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door -
Perched, and sat, and nothing more.

Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,
By the grave and stern decorum of the countenance it wore,
`Though thy crest be shorn and shaven, thou,' I said, `art sure no craven.
Ghastly grim and ancient raven wandering from the nightly shore -
Tell me what thy lordly name is on the Night's Plutonian shore!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,
Though its answer little meaning - little relevancy bore;
For we cannot help agreeing that no living human being
Ever yet was blessed with seeing bird above his chamber door -
Bird or beast above the sculptured bust above his chamber door,
With such name as `Nevermore.'

But the raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only,
That one word, as if his soul in that one word he did outpour.
Nothing further then he uttered - not a feather then he fluttered -
Till I scarcely more than muttered `Other friends have flown before -
On the morrow he will leave me, as my hopes have flown before.'
Then the bird said, `Nevermore.'

Startled at the stillness broken by reply so aptly spoken,
`Doubtless,' said I, `what it utters is its only stock and store,
Caught from some unhappy master whom unmerciful disaster
Followed fast and followed faster till his songs one burden bore -
Till the dirges of his hope that melancholy burden bore
Of "Never-nevermore."'

But the raven still beguiling all my sad soul into smiling,
Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird and bust and door;
Then, upon the velvet sinking, I betook myself to linking
Fancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore -
What this grim, ungainly, ghastly, gaunt, and ominous bird of yore
Meant in croaking `Nevermore.'

This I sat engaged in guessing, but no syllable expressing
To the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom's core;
This and more I sat divining, with my head at ease reclining
On the cushion's velvet lining that the lamp-light gloated o'er,
But whose velvet violet lining with the lamp-light gloating o'er,
She shall press, ah, nevermore!

Then, methought, the air grew denser, perfumed from an unseen censer
Swung by Seraphim whose foot-falls tinkled on the tufted floor.
`Wretch,' I cried, `thy God hath lent thee - by these angels he has sent thee
Respite - respite and nepenthe from thy memories of Lenore!
Quaff, oh quaff this kind nepenthe, and forget this lost Lenore!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

`Prophet!' said I, `thing of evil! - prophet still, if bird or devil! -
Whether tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,
Desolate yet all undaunted, on this desert land enchanted -
On this home by horror haunted - tell me truly, I implore -
Is there - is there balm in Gilead? - tell me - tell me, I implore!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

`Prophet!' said I, `thing of evil! - prophet still, if bird or devil!
By that Heaven that bends above us - by that God we both adore -
Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted maiden whom the angels named Lenore -
Clasp a rare and radiant maiden, whom the angels named Lenore?'
Quoth the raven, `Nevermore.'

`Be that word our sign of parting, bird or fiend!' I shrieked upstarting -
`Get thee back into the tempest and the Night's Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!
Leave my loneliness unbroken! - quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

And the raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming,
And the lamp-light o'er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor
Shall be lifted - nevermore!

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