sábado, 10 de mayo de 2008

MALLARMÉ - Y LA POESÍA MODERNA.

06/05/2008
La chair est triste, hélas! et j'ai lu tous les livres

Babel Editora, de Córdoba, reeditó la traducción que en 1943 hizo Agustín Oscar Larrauri de "Un golpe de dados", de Stéphane Mallarmé (1842-1898), esa "especie de clásico de la modernidad", según define Eugenia Cabral en este volumen. Alguien que vio el libro sobre mi mesa, me dijo: "Este sí es el fundador de la poesía moderna". Pensé que el observador había leído este blog y las continuas referencias que contiene a dicho tópico. Como sea, su observación me hizo pensar en la reiteración de la fórmula, y su vaciedad, en primer lugar. Y en segundo lugar puso en cuestión un pensamiento que vagamente siempre he tenido acerca de que Mallarmé fue un desvío de la modernidad de Poe, de Baudelaire, de Rimbaud, hacia un pantano. Quise confirmar mi idea o la del observador y acudí al buen Arnold Hauser, cuya "Historia social de la literatura y el arte" realiza agudas consideraciones sobre el espíritu de épocas y obras.

Hauser habla largamente de Mallarmé en un capítulo dedicado al naturalismo y el impresionismo, el penúltimo.

Dice:

[Mallarmé] Descubrió, simplemente, la diferencia entre el símbolo y la alegoría, e hizo del simbolismo, como estilo poético, la meta consciente de sus esfuerzos.

...la alegoría no es es otra cosa que la traducción de una idea abstracta en forma de imagen concreta, por lo que la idea continúa en cierto modo siendo independiente de su expresión metafórica, mientras el símbolo reduce la idea y la imagen a una unidad indisoluble, de manera que la transformación de la imagen implica también la metamorfosis de la idea.
La alegoría es una especie de enigma cuya solución es obvia, mientras el símbolo puede ser interpretado pero no resuelto.


Mallarmé era un platónico que miraba la ordinaria realidad empírica como la forma corrompida de un ser absoluto ideal y atemporal, pero que quería realizar el mundo de las ideas, al menos parcialmente, en la vida terrenal. Vivió en el vacío de su intelectualismo, completamente separado de la vida práctica ordinaria, y casi no tuvo en absoluto relaciones con el mundo fuera de la literatura. Destruyó toda espontaneidad dentró de sí mismo y se convirtió en algo así como el autor anónimo de sus obras.

La vida del refinado, culto e inteligente Mallarmé terminó en un fiasco tan terrible como la existencia vagabunda de Rimbaud. Ambos desesperaron del significado del arte, de la cultura y de la sociedad humanas y es difícil saber cuál de los dos actuó de manera más consecuente.

De algún modo, Hauser confirmó lo que pensaba (Mallarmé se metió él, y con él a la poesía francesa, en un callejón sin salida), de modo tal que su archi citado verso "La carne es triste y todo lo he leído" termina por ser epitafio de su obra. La autonomía que magistralmente consiguió para la literatura desembocó en la nada, pues toda autonomía absoluta en ese terreno cae estrepitosamente cuando descubre que nada puede decir de inteligible.

Sin embargo, me pregunto, ¿no hay un arco que une ese titánico esfuerzo con las paradojales teorías de los poetas de cierto país bárbaro y pragmático sobre la naturaleza concreta de la poesía? ¿No es la misma exigencia del autor de "Un golpe de dados" la que escribe las palabras del norteamericano William Carlos Williams "para el poeta no hay ideas sino en las cosas..."? La "cosa", si pudiera ser fielmente representada, ¿no nos devolvería el eco de los dados de Mallarmé? Y si las cosas mismas son el golpe de dados (el cristal facetado del símbolo que puede ser interpretado pero no resuelto), ¿a qué imitarlas?


NUNCA
AUN LANZADO EN CIRCUNSTANCIAS ETERNAS
DEL FONDO DE UN NAUFRAGIO
SEA

que

el Abismo

blanqueare
calmo
furioso

planeare desesperadamente
bajo una inclinación

de su

propia ala

de

antemano afectada por la imposibilidad de levantar el vuelo
cubriendo los borbollones
cortando a ras los saltos

muy interiormente resume
la sombra oculta en la profundidad por esa vela alternativa

hasta adaptar
en la envergadura

su anchurosa profundidad mientras que el esqueleto

de un navío

se inclina de una a otra borda



EL MAESTRO

ha surgido fuera de los antiguos cálculos
en el sitio en que la maniobra con la edad olvidada

sugiere

que antaño empuñaba el timón

de esa conflagración

del horizonte unánime

que sucede
a sus pies


(De Un golpe de dados nunca suprimirá el azar, traducción de A. O. Larrauri. La disposición del poema en la página, a modo de "constelación", no ha podido ser respetada)








Comentarista:



Mallarmé escribió una de las mejores cosas que he leído, y esa sola frase alcanza y sobra para darle un lugar de honor en la posteridad: “Un golpe de dados jamás abolirá el azar”.

Gente como Maurice Blanchot, George Bataille, Emmanuel Lévinas o Clarice Lispector se pasaron la vida tratando de entender qué diablos había querido decir Mallarmé. Y si uno lo mira con atención, descubre que esa expresión está en el fondo de sus respectivas obras.

Un grande Mallarmé. Aunque nadie entienda de qué rayos estaba hablando...

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