domingo, 7 de diciembre de 2008

domingo 23 de septiembre de 2007


La Náusea (Jean Paul Sarte)


Antes de empezar es necesario manifestar que esta novela no se desarrolla con fines ni narración literaria, si no que más bien utiliza la forma de la novela para mediante esta exponer sus planteamientos filosóficos y concepciones existencialistas.

En su obra "La Náusea" Sartre expone su primera filosofía a través de su personaje central Antoine Roquentin, quien mediante su papel de narrador protagonista, y por medio de un diario, en el que junto a las actividades del personaje nos permite conocer el pensamiento del autor y reflexionar sobre la verdadera existencia.

Roquentin, inicia su relato con el deseo de plasmar sus días en las hojas de un diario, esperando y cuidando que las palabras no vayan a menospreciar o al contrario magnificar los hechos al ser escritos.

Hombre de 30 años, dedicado a su trabajo y por esto a constantes viajes, se encontraba realizando una investigación acerca de la vida de Monsieur Rollebon, aventurero del siglo XVIII, razón que lo conduce de París hacia Bouville, lugar en cuya biblioteca se encontraba la más completa información acerca de este histórico personaje, cuya biografía lo apasionaba realmente.

Llega a hospedarse en la estancia Rendez-vous des Cheminots, donde vivía completamente solo, no tenía amistad alguna y con la única persona con quien se relacionaba era con Françoise, patrona de su posada, con quien solamente mantenía contacto sexual o físico.

Sus días transcurrían en la biblioteca de la ciudad, entregado por completo a la investigación de Rollebon, y a paseos casuales por la misma, deteniéndose en algún parque o café para inspirar su pensamiento y cuestionar su planteamiento sobre su existencia; su lugar de preferencia era el Café Mably, sitio al que frecuentaba y donde se dedicaba al análisis de sus propietarios, visitantes, objetos, etc.

Su tiempo de observación era infinito, toda pequeña figura u objeto servían para que este pueda exponer sus sensaciones y afirmar que cada uno de estos existen a pesar de sí mismos; cada hombre, actividad o falta de la misma y hasta la misma idea de la vida producían en el hombre un sentimiento de profundo asco que perturbaba todo su cuerpo, lo que el autor lo llama "la Náusea", describiendo esta impresión como una repulsión a la cotidaniedad, vanalidad e hipocresía de la sociedad, causándole el deseo "dulcemente insidioso de enfermarse".

Retornando a la vida del solitario y analítico Roquentin falta expresar que su interés y necesidad por su trabajo lo habían separado de Anny, su amor eterno, a quien a pesar de su poca descripción permite conocer un profundo sentimiento y una relación y afecto que sin considerar la distancia se mantenía presente.

En la biblioteca, conoce al Autodidacta, hombre de grandes conocimientos, entregado pasionalmente a la lectura, con quien mantiene una relación no cercana a la amistad pero que permitía de ciertos encuentros, un almuerzo fue la única ocasión en la que estos pudieron hablar, compartir su ideología y discutir a causa de la misma.

Un día inesperadamente Roquentin recibe una carta de Anny, en la que expresaba en pocas palabras su deseo de verlo, y adjunto la fecha y el lugar en el que se hospedaría.

Este, colmado de expectativas y esperanzas aguardaba el encuentro con su querida, buscando inconscientemente en ella una salvación a sus náuseas.

Mientras transcurría su tiempo de espera, su interés por la biografía de Rollebon iba agotándose, acabando por hartarlo, razón por la cual toma la decisión de aguardar unos día hasta encontrarse con Anny y retornar 3 años después, a París, ya no existía pretexto alguno para quedarse.

Finalmente, llegó el sábado en el que 4 años después miraría a Anny, acudió al lugar señalado y la observó cambiada, fría, cortante, orgullosa y distante, el tiempo la había separado, irónicamente aprovechó para reclamarle hechos pasados y recordar discusiones que solo los hacían más distantes. Después de algún tiempo de conversación, explicaciones, filosofías y más, Anny le pide que se vaya, ya que esperaba a alguien. Antoine decepcionado en cierto modo se aleja.

No la volvería a ver, apenas la había encontrado y la perdía nuevamente, con sus ilusiones desvanecidas caminó forzando una nuevo casualidad, pero todo concluyó al mirarla partir a lo lejos, acompañada de otro hombre.

Roquentin regresó hasta su hotel en Bouville, acudió a despedirse de todo lo que constituyó su vida, sus rutinarios días; en la biblioteca tuvo la oportunidad de encontrarse con el autodidacta pero frente a una situación que le hizo comprender que el humanismo de este no era más que sensualidad y deseo por los hombres.

Finalmente recoge todas sus cosas y retorna a París.


resumen obtenido de monografias.com

miércoles, 3 de diciembre de 2008

El primer escándalo de la Reina del pop en Argentina
Guardaespaldas de Madonna atacaron a la prensa
Ayer por la noche, la diva estuvo cenando en un restó junto a su equipo pero sin sus hijos. Todo estaba perfecto hasta que a la salida los guardias de seguridad de la cantante maltrataron a los periodistas que la estaban esperando y hasta tiraron al piso a una fotógrafa.
Ayer por la noche, la diva estuvo cenando en un restó junto a su equipo pero sin sus hijos. Todo estaba perfecto hasta que a la salida los guardias de seguridad de la cantante maltrataron a los periodistas que la estaban esperando y hasta tiraron al piso a una fotógrafa.

Madonna, quien llegó a nuestro país el lunes pasado, está aprovechando sus momentos libres para recorrer Buenos Aires antes de su primer show, el cual se realizará hoy a partir de las 20.00 en el estadio de River Plate.

Por la tarde estuvo recorriendo en auto la ciudad, pasó por La Boca y luego fue a la Casa Rosada para encontrarse con la Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Por la noche, Madonna partió sin sus hijos hacia un restó del centro porteño. Allí estuvo acompañada por gente de su equipo y varios guardaespaldas.

En el momento de la salida, los guardias de seguridad de la estrella trataron muy mal a los periodistas y paparazzis que estaban esperando a la chica material.

Con un severo operativo, los guardaespaldas trataron muy mal a los trabajadores de prensa y hasta tiraron al piso a una de las fotógrafas.

Una vez más, el trabajo de la gente de seguridad no hace más que empañar la visita de una artista internacional, en este caso, ni más ni menos que a la Reina del Pop.

La diva comienza hoy la serie de los cuatro conciertos que brindará en Buenos Aires. Madonna cantará hoy, mañana, el sábado y el domingo en el estadio Monumental. (Agencia)

EspectáculosTamaño de textoEnviarImprimir
HOY COMIENZA LA SERIE DE SHOWS Madonna: Estadio River, a la hora señalada
Se terminan las palabras: hoy a las 21.15 la cantante subirá al escenario de River para mostrar su "Sticky & Sweet Tour". Antes, abre Paul Oakenfold. La espera terminó: hoy, a las 21.15, Madonna saldrá al escenario de la cancha de River para el primero de los cuatro recitales que dará en la Argentina. Las puertas se abrirán a las 17, y a las 20 actuará Paul Oakenfold: los mismos horarios se repetirán para los shows de mañana, el sábado y el domingo.

La diva del pop llegó el lunes, proveniente de México, en un avión privado que aterrizó a las 14.30, y se alojó junto con sus tres hijos -Lourdes, Rocco y David Banda- en el hotel Four Seasons, donde rápidamente se congregaron grupos de fans. Esta es la tercera visita de Madonna a la Argentina: en 1993 llegó con el "Girlie Tour" y dos años después volvió a Buenos Aires junto al equipo del director Alan Parker para filmar la película Evita.

El "Sticky & Sweet Tour" (Gira dulce y pegajosa) que la trae en esta oportunidad arrancó el 23 de agosto en Cardiff, Gales, y ya lleva recaudados más de 200 millones de dólares en los 47 shows que dio en Europa, Estados Unidos, Canadá y México. Después de su escala porteña, la gira seguirá por Santiago de Chile, Río de Janeiro y San Pablo.

Según la lista de temas difundidas por la organización, el concierto consta de 23 canciones, divididas en cuatro bloques de diferente estética, separados entre sí por tres videos. El primero, "Pimp" (proxeneta), muestra una fusión de la vida urbana moderna y el estilo art decó de la década del '20, con estos temas: Candy Shop, Beat Goes On, Human Nature, Vogue y un remix de Die Another Day. En el segundo, "Old School" (vieja escuela), Madonna repasa sus primeros tiempos en Nueva York, homenajea al artista Keith Haring y canta Into the Groove, Heartbeat, Borderline, She's Not Me y Music.

El tercer bloque, "Gypsy", tiene un toque de folclore gitano, con el remix de Rain, Devil Wouldn't Recognize You, Spanish Lesson, Miles Away, La Isla Bonita, Doli Doli, You Must Love Me y Get Stupid. La cuarta sección es "Rave", con una pista de baile futurista y el sonido de 4 Minutes, Like a Prayer, Ray of Light, Hung Up y Give It 2 Me.

El escenario mide 83 metros de ancho por 42 de largo, con una altura de 2,50:
está dividido en dos secciones, intercomunicadas por una "lengua" de 17 metros de largo y 12 de ancho. Se necesitan cinco días para montarlo y dos para desarmarlo, tarea de la que se encargan parte de las 220 personas que integran la comitiva, que se moverán por el estadio en diez carritos de golf. Los artistas usarán ocho camarines, de los cuales uno es para Madonna y otro para sus hijos. Ahí se podrá consumir, por ejemplo, té helado de yerba mate y granada, arándanos, frambuesas, moras, té de limón y equinácea, miel orgánica, coñac, oporto y tequila.

martes, 2 de diciembre de 2008

ROSA MONTERO CONVERSA CON FÉLIX LINARES

ROSA MONTERO CONVERSA CON EL PERIODISTA FÉLIX LINARES

Dña. Rosa Montero
Escritora y periodista

D. Félix Linares
Periodista


Lunes, 3 de octubre de 2005


Rosa Montero: Con la edad he aprendido mucho sobre mi oficio, que en esto no se diferencia del de los carpinteros que fabrican patas bien torneadas
. En cierto sentido, yo también sé hacerlas y me siento fuerte en el oficio y en el manejo de sus herramientas. Además, una de las cosas de esta novela que me tiene verdaderamente encantada es que, a pesar de lo ambiciosa y compleja que ha resultado, toda esa complejidad no se nota, lo que conlleva un trabajo durísimo. Como decía John Steinbeck, "lo mejor es siempre lo más simple", pero el problema es que, para ser simple, hace falta pensar mucho.

En cuanto al pasaje que has señalado, supongo que, como le sucede al intérprete musical, hay un ritmo interno que es preciso seguir. Uno lo nota, advierte una necesidad de expresión; en concreto, ese fragmento tenía que tener un eco mítico, fabuloso, épico y sobrecogedor, para lo que se requiere un ritmo determinado. De la misma manera, cuando la protagonista se convierte en mercenaria hay unos años que tienen que pasar en la oscuridad, y yo utilizo un tono distinto.

En definitiva, hay que buscar la expresión más perfecta para cada momento, porque una novela no es sólo lo que se cuenta, sino también cómo se cuenta. Para mí, tan importante es una cosa como la otra, debe haber una conjunción entre las dos; en realidad, me interesan muy poco las historias que parecen maravillosas si no están contadas bien. Y al contrario: aquellas que están contadas de maravilla, pero que no tienen nada que decir, tampoco me importan.

Félix Linares: Lo anterior enlaza, ya que lo mencionas, con un de los libros que te ha influido, Los caballeros del Rey Arturo, de John Steinbeck. El narrador estadounidense afirmó que había escrito esta novela porque, habiendo leído a los escritores medievales, le parecía que, aunque contaban cosas extraordinarias, lo hacían farragosamente, y él quería hacerlo llegar a todos los públicos de la manera más sencilla posible.

Rosa Montero: Paradójicamente, Steinbeck no terminó esa obra, lo que demuestra lo frágiles que somos. John Steinbeck, todo un Premio Nobel, se propuso hacer una preciosa reinvención mediante una reescritura actual. Entregó su trabajo a su editor y su agente para que lo leyeran, pero a los dos les pareció horrible; he leído las cartas que se cruzaron entre ellos, y en ellas se ve cómo el pobre Steinbeck está hundido. Intenta explicar su apuesta, pero no es entendido.

Salvando las distancias, yo he intentado con esta novela alcanzar ese lugar de lo fabuloso pero para adultos. Creo que las cosas más importantes del mundo están en un lugar tan confuso y tan hondo, que se encuentra más allá incluso de las palabras; y sólo podemos acercarnos a esos pozos de necesidad, pasión y emoción por medio de los cuentos. En realidad, las religiones son precisamente eso, intentos de contar lo inexplicable, lo mismo que las leyendas fundacionales de los pueblos, con esa capacidad brutal de representación del mundo que tienen.

Hacia ese lugar he querido acercarme. Por desgracia, la gente que Steinbeck tenía alrededor no le entendió, a pesar de sus intentos por explicarlo. De hecho, la obra quedó sin terminar, y el libro -que no es más que medio borrador- se publicó póstumamente.

Félix Linares: Rosa Montero, por suerte, ha encontrado una editora a la altura de las circunstancias. De todos modos, no todo el libro está lleno de imágenes terribles y amenazadoras, sino que también hay mucha luz, bastante humor e historias muy tiernas, es decir, prácticamente todo lo que hay en la vida. Supongo que es difícil ir enlazando todos esos temas, llevar al lector de la mano y, además, lograr que se sienta siempre satisfecho.

Rosa Montero: Sí, es difícil, y agradezco que hayas reparado en ello. En realidad, a pesar de ser un libro de aventuras, considero que la novela trata en realidad de la aventura de la existencia y de cómo se puede envejecer bien y mal, cómo se puede aceptar o no la idea de la muerte, qué hacemos con el dolor... En definitiva, esos aprendizajes básicos que hay que hacer en la vida. Por ejemplo, ¿qué se hace con el sufrimiento propio para que, a pesar de tanto dolor, sea constructivo? Leola lo aprende de varios personajes que son ejemplos negativos y positivos.

Lo mismo sucede con el tema de la identidad, que está en todos mis libros, y que considero una de las principales cuestiones de la vida. Leola se pasa el primer tercio de la novela vestida de caballero, aprende a pelear y se hace mercenario; en cambio, el segundo tercio de la novela irá vestida alternativamente de hombre y de mujer; finalmente, en la última parte de la novela aparece vestida de mujer. Con ello estoy aludiendo a la búsqueda de nuestra propia identidad, a saber quiénes somos y qué lugar ocupamos en el mundo.

Unido a ello va también saber qué es lo que uno desea verdaderamente, una de las cosas más difíciles de saber. Cegados por los mandatos (el materno, el paterno, el de la clase social, el de cada época), saber qué es lo que cada uno de nosotros desea es complicadísimo. Ahora bien, mi protagonista lo consigue. Vivirá en su propia vida y no en el mandato de los demás, lo que encierra un mérito indudable.

En definitiva, debo confesar que el personaje de Leola me ha enseñado a mí, su escritora, un camino, una forma serena de afrontar la vida y la muerte como conjunto.

En este sentido, te contaré que hace pocos días un lector me confesaba algo que me dejó profundamente afectada. Tras la lectura de esta novela, dijo lo siguiente: "Tengo menos miedo a morir".

Es preciso recordar que lo que intentamos al escribir -y al hacer todo lo que hacemos- es ir contra la muerte. Se escribe contra la muerte y para intentar detener este tiempo que nos mata, comprender lo incomprensible e intentar aguantar lo inaguantable.

Félix Linares: En realidad, tu protagonista tampoco tiene una clara consciencia de qué es lo que quiere hacer, sino que las circunstancias la llevan. Ella ha asumido su papel de campesina al principio de la novela, y aparece como una mujer convencida de que va a vivir toda su vida en esa casa.

Rosa Montero: Sí, pero ya muestra cierta inquietud, se pregunta. Es una campesina con más curiosidad de lo normal.

Félix Linares: Antes has hablado de los cátaros, que ocupan gran parte de la novela y que que aportan, creo, una carga filosófica importante.

Rosa Montero: En aquella época (siglo XII) no había ateos; el ateísmo resultaba inconcebible y sólo un loco furioso podía concebir un mundo sin Dios. Por ello, esta explosión de progreso y modernidad a la que antes me he referido necesitaba unos representantes cristianos, y quienes asumieron ese movimiento racional y moderno fueron, precisamente, los cátaros. Eran personas de una racionalidad increíble; no aceptaban el diezmo eclesiástico y trabajaban para vivir; no creían en las reliquias (como la leche de la Virgen o las plumas del arcángel san Gabriel) ni en las estatuas milagrosas, a las que consideraban paganismo puro, magia, incultura e irracionalidad; asimismo, pensaban que el infierno no existía y que era un invento de la Iglesia para aterrorizar a los fieles y mantenerlos sujetos; consideraban que Dios era todo amor y que, por tanto, no podían existir ni la violencia ni la intolerancia, que resultaban inadmisibles.

En definitiva, era una gente fantástica que, no obstante, fue quemada en la hoguera poco más de un siglo después.

Félix Linares: Hablando de asuntos históricos, las protagonistas pasan mucho tiempo en la corte de Leonor de Aquitania, cuya historia es apasionante en sí misma. De hecho, en ese ambiente arrancan las primeras historias de amor; en este caso, el canto de los trovadores.

Rosa Montero: Fue una etapa rarísima. Es la época de las cortes de amor, los torneos, los trovadores y los paladines que adoran a sus damas. Súbitamente se produjo un movimiento muy curioso y extremo que cambió la adoración a Dios por la adoración a la dama, un salto en el vacío increíble. Leonor de Aquitania era un personaje tremendo, madre de Ricardo Corazón de León entre otros, que por cierto era homosexual (como cuento en la novela), lo que le supuso hacer bastantes penitencias públicas por actos contra natura y hasta lapidarse en las iglesias.


En definitiva, por medio de esta novela he intentado contar más de un siglo de nuestra historia y, sobre todo, atrapar la sensación de vivir allí. Quisiera que el lector se sintiera transportado a lo que era la Edad Media en sus olores, sus sabores, sus sentimientos y su imaginación. Al contrario de algunas novelas históricas de género que intentan ser una simple dramatización de períodos históricos y siempre están llenas de datos y de fechas, mi deseo ha sido atrapar el espíritu y los sueños de la época. En resumidas cuentas: sin olvidar del todo ese trasfondo del siglo XII, en la novela hablo de nuestro mundo y de nuestra vida.

Fernando García de Cortázar: Quisiera preguntarte sobre el auge de la novela histórica en España. A mi entender, los escritores del género de la novela histórica (no es tu caso) han ocupado el lugar de los historiadores porque, a pesar de la enorme afición que hay a la historia, como los lectores piensan que los historiadores la cuentan mal -y quizá tienen razón, porque los historiadores hemos contado cosas que no interesan a nadie, y no respondemos a las preguntas concretas que la gente se hace-, han buscado en este género respuestas a sus inquietudes.

De todos modos, tampoco creo que se puedan escribir, como está ocurriendo en España, novelas históricas en seis meses. Tal como Rosa Montero ha señalado, me parece que para crear una buena novela histórica hay que encerrarse, sufrir y leer mucho, y es preciso saber narrar, sin que baste articular de manera más o menos narrativa unos pocos datos. ¿A qué razones crees que se debe, Rosa, este auge actual de la novela histórica?

Rosa Montero: Como muy bien dices, Fernando, el corsé de los datos puede terminar ahogando el impulso narrativo. Ya he señalado que me gustan mucho los libros de historia, y que hay historiadores absolutamente maravillosos en su escritura. De hecho, no hay que olvidar que el ensayo es un género literario para el cual es necesario ser, además de un buen historiador, un buen escritor; en este sentido, hay libros verdaderamente bellos escritos por historiadores, como -y citando autores extranjeros- Le Goff o Huizinga y su El otoño de la Edad Media.

Asimismo, hay encantadoras novelas con trasfondo histórico, auténticos novelones como el clásico Yo, Claudio, de Robert Graves. Sin embargo, sucede que, en este caso concreto, el escritor inglés escribió esa novela con la pretensión primera de contar cómo es el mundo y la vida de hoy a través de ese telón de fondo histórico.

En cuanto a lo que me has preguntado, no achaco este fenómeno del auge actual de la novela histórica tanto a que los historiadores escriban mal como, en primer lugar, al utilitarismo generalizado de nuestra sociedad, que cree ver en la novela histórica una manera de aprender que no encuentra en la novela en abstracto, no clasificable en un género concreto, y además una manera de, aparentemente, aprender divirtiéndose.

En segundo lugar, creo que algunas de estas novelas se "fabrican" a propósito y en modelo best-seller, con ingredientes históricos y muy poco rigor científico. Con respecto a esto, algunos editores europeos dicen que, tras el 11-S, se ha producido una bajada en la compra de novelas.

Parece como si, traumatizados tras esos horribles acontecimientos, los seres humanos se estuvieran negando a pensar, a sentir y a emocionarse, de modo que lo que están triunfando en las listas de ventas son best-sellers puros. La situación es peor que hace unos años, ya que por entonces se colaban en esas listas obras que verdaderamente contenían una idea del mundo, una mirada y una emoción personal: la del autor que las escribía. Con ellas podíamos estar en acuerdo o desacuerdo, pero existía esa posibilidad. Actualmente, en cambio, ni siquiera contamos con esa oportunidad.

sábado, 29 de noviembre de 2008

MARIA REICHE.

La mujer que barría el desierto


Fue la matemática y arqueóloga que descifró las famosas Líneas de Nazca, el misterio de un tablero de dibujos de origen prehispánico trazados en la inmensidad del desierto peruano. Esa “mujer que barría el desierto” –como la llamaban los lugareños que la observaban trabajar entre el calor y la aridez de los pedregales– contribuyó con sus investigaciones a develar una porción invalorable de la cultura indoamericana.

UN MONO SOBERBIO ENROSCABA CON SU COLA EL SUELO ROJIZO.

María Reiche nació en Dresden, Alemania, un 15 de mayo de 1903. A los 25 años aprobó el examen superior de magisterio en Matemáticas, Física, Filosofía, Pedagogía y Geografía. Tras recibirse, sólo conseguía empleos temporarios hasta que el cónsul alemán en Cuzco, que buscaba una institutriz, la seleccionó entre más de 80 candidatas para educar a sus hijos.
Cuando llegó por primera vez a Perú, en febrero de 1932, Reiche quedó encantada con los paisajes andinos y la infinitud de misterios que parecían envolverlo todo con una cierta aura ancestral. A fines de 1937 decidió establecerse en Lima, donde puso un aviso en el periódico ofreciendo sus servicios como profesora de alemán.
Mientras preparaba sudarios en el Museo de Arqueología de Lima y traducía textos científicos, se ganaba la vida dando masajes, clases de alemán, de inglés y de gimnasia. Además ayudaba a una amiga inglesa, Amy Meredith, dueña de un importante salón de té limeño donde acudían importantes personalidades de la intelectualidad y sociedad peruana.
Precisamente, fue en ese cafetal donde conocería al doctor Paul Kosok, científico norteamericano que en 1939 había descubierto la existencia de unas líneas dibujadas en el desierto, utilizadas –según creía– por los antiguos astrónomos peruanos como un gigantesco calendario solar y lunar. Arqueólogo especialista en antiguos sistemas de riego, Kosok buscaba a alguien que pudiera traducir sus artículos del inglés al castellano y María, que había quedado maravillada con el enigma de esas líneas fantásticas inscriptas en los pedregales, aceptó el desafío y partió rumbo a Nazca.

Leyendo entre lineas
Kosok le había pedido que examinara aquellas líneas rectas que aparecían como extrañas depresiones en el desierto, porque suponía que no se trataba de zanjas de riego como muchos inferían en un principio, sino que se estaba ante la presencia de un auténtico calendario astronómico. El 22 de junio, día del solsticio de verano, había observado que la línea sobre la que se encontraba en ese momento seguía exactamente al sol en el horizonte. En diciembre de 1941, Reiche verificaría esta teoría.
Su trabajo de investigación no continuó hasta el fin de la II Guerra Mundial, en 1946, ya que por su condición de alemana tenía terminantemente prohibido salir de la ciudad.
Durante los primeros días de junio de 1946 encontró entre las líneas el primer dibujo: una araña de ocho patas y proporciones agigantadas. Pero era difícil distinguirla porque durante siglos el viento había soplado sobre el altiplano y había dejado una capa fina de piedras pequeñas sobre la imagen.
Rápidamente fueron apareciendo las demás: un colibrí agitaba sus alas sobre la inmensidad del desierto peruano mientras un mono soberbio enroscaba con su cola el suelo rojizo para culminar la figura en una perfecta espiral. Así, manos de cuatro dedos se estrechaban misteriosamente en la soledad de las pampas inhabitadas apuntando al cielo, casi tocándolo.
Los dibujos se habrían producido en el período cultural de los Nasca, que se desarrolló entre 100 y 800 d.C. y habrían tenido un significado ritual. Su simbología estaría asociada al firmamento, ya que en la figura del mono se podía ver la constelación de la Osa Mayor. Por su parte, la figura de la araña simbolizaría la constelación de Orión, y el dibujo del perro la constelación del Can Mayor.
A Reiche le intrigaba saber cómo era técnicamente posible haber producido esos enormes dibujos con tanta perfección. Así aseguró que los creadores estaban provistos de un sistema de medición con el cual podían transferir al desierto las figuras de un modelo más pequeño. “Si los autores de los dibujos no pudieron volar, quiere decir que sólo pudieron imaginar el aspecto de sus obras y por ello han debido planearlas y dibujarlas de antemano en menor escala”, explicaba.
Y es que las figuras sólo pueden verse bien desde una altura de 450 metros. Sólo así puede apreciarse el gran tablero conformado por líneas rectas y angostas, todas de distintas longitudes y cruzadas por figuras geométricas donde se destacan nítidos los dibujos. Una particularidad de estas imágenes es que están formadas por una misma línea que parte de un punto, recorriendo el suelo y dibujando una figura estilizada que retorna al mismo punto de partida.
Los dibujos se encuentran en una región con uno de los suelos más estériles del mundo, de color amarronado, debajo de otra capa de color amarillento. El movimiento del aire disminuye a pocos centímetros del suelo debido a las piedras de la superficie, que hacen las veces de colchón de aire caliente que protege a los geoglifos de los fuertes vientos. Otro elemento que impide el cambio de la superficie es el yeso que contiene el suelo, que, al tomar contacto con el rocío, permite que las piedras queden ligeramente pegadas a su base, constituyendo un verdadero fenómeno de conservación.
Reiche estudió casi mil líneas mediante cinta métrica, sextante y brújula, y más tarde echó mano al teodolito, guiándose por su orientación astronómica. Cargada de instrumentos de medición y de una escalera de mano, en numerosas ocasiones recorrió a pie el desierto sin ningún tipo de provisión.
Kilómetros bajo el sol convirtieron su tez pálida en un rostro curtido y tan tostado como el de una mujer andina. Era “la mujer que barría el desierto” y con el paso de los años se fue transformando en una anciana, que aparecía con su cabello blanco y su piel oscura entre el polvo que se levantaba cuando soplaba el viento, allá, a lo lejos, agitando el mango de una escoba, recorriendo las pampas, imaginando figuras vistas desde el cielo.
Cuando se quedaba sin lugar en sus planos, escribía sus fórmulas en unos calzoncillos que siempre utilizaba debajo de la ropa. Para evitar los largos recorridos diarios, se mudó a una austera cabaña al borde del desierto, que no contaba con agua corriente ni toma eléctrica. Así, por más de cincuenta años, los días y las noches de esta científica fueron volcados a sus cálculos matemáticos, sus planos y anotaciones, su escoba para descifrar figuras de plantas y animales y sus caminatas interminables por el desierto.

Todo sea por Nazca
La ferviente defensa y lucha de Reiche por la conservación del patrimonio cultural andino le valió el reconocimiento y la valoración del pueblo peruano. Recibió cinco veces el título de Doctor honoris causa. Y dijo una vez: “Todo el mundo debe tener iguales derechos. Yo quiero, con mi obra, ser un instrumento para eliminar las injusticias y para que los peruanos –que son gente de cualidades culturales, morales y físicas especiales– recuperen su propia estimación. Yo les digo: yo soy chola, porque me siento a veces más unida con los cholitos”.
En 1955 pudo evitar que construyeran un sistema de riego en el desierto. Quince años más tarde, en 1970, aprovechó el congreso de americanistas que tuvo lugar en Lima para llamar la atención sobre la protección de los jeroglíficos. Logró construir, al lado de la carretera Panamericana, una atalaya que permitía la observación de algunas figuras y líneas. Y así poder evitar que los turistas curiosos destruyeran los delicados dibujos. Finalmente, la Unesco declaró los geoglifos patrimonio de la humanidad, aunque su conservación hoy continúa amenazada.
Su trabajo más exitoso El secreto de la pampa, de 1968 (Geheimnis der Wüste) fue publicado en alemán, inglés y español. En 1993, a los 90 años, presa ya de la ceguera y la enfermedad de Parkinson que padecía, publicó las Contribuciones a la Geometría y la Astronomía en el Perú Antiguo, que recoge más de 50 años de artículos y manuscritos con sus investigaciones. Solía decir “¡Todo era por Nazca! Si cien vidas tuviera, las daría por Nazca. Y si mil sacrificios tuviera que hacer, los haría, si por Nazca fuera”.
Cumplió su palabra y murió en 1998, en el desierto que tanto amaba; aunque muchos de los lugareños insistan en afirmar que la siguen viendo en ocasiones, cuando el viento sopla hacia el sur, el polvo vuela presuroso y una línea se descubre. Agitando su escoba –aseguran–, probablemente echando a piedrazos a algún turista imprudente y, a la llegada de la noche, convertida en una estrella que observa desde el cielo, acaso se la pueda encontrar allí, reflejada en algún mono de cola enroscada, en un colibrí de plumas prominentes o en una línea sempiterna.

¡Qué razón tiene, qué fastidioso es! Inaki y un simil de Savater

Una temporada en el infierno
FERNANDO SAVATER 27/11/2008


Lo comprendo, para qué vamos a engañarnos: Iñaki Arteta es un pájaro de mal agüero. No le demos más vueltas. Los pájaros de mal agüero se caracterizan socialmente porque les rodea el respeto formal y el rechazo real. Tal es el caso de Iñaki, por lo menos hoy, cuando ya ha "triunfado", si me perdonan la expresión irónica. Al principio era peor, porque se le rechazaba sin mostrarle el mínimo respeto. Su primer cortometraje le valió ciertamente un premio, pero en Nueva York, mientras que aquí le costaba su puesto en una institución pública vizcaína (en manos de nacionalistas, disculpen la redundancia). Poco a poco, sin desanimarse, ha continuado con su labor de denuncia filmada del padecimiento de las víctimas del terrorismo nacionalista vasco y ahora sus documentales son aceptados -al menos de labios para afuera- por casi todo el mundo.

Los tiempos han cambiado y ya nadie se atreve a rechazar como crispación el retrato de la realidad en boca de quienes más la sufren:
la verdad sigue siendo un fastidio político -siempre lo ha sido- pero hoy resulta peligroso negarla. A Iñaki Arteta se le da la razón, como a los niños y los locos, se le celebra como testigo y se le rechaza para todo lo demás. Qué razón tiene, qué fastidioso es.

Ahí tenemos por ejemplo el destino público de su último documental, El infierno vasco. Los medios de comunicación le conceden unánimes una sucinta reverencia: muy bien, impresionante documento, pobre gente que-mal-lo-pasa. Y a otra cosa. La película se proyecta en poco más de media docena de cines en toda España. En el País Vasco, donde podría suponerse mayor interés por el asunto, sólo se verá en un cine de Bilbao y otro de Vitoria (en San Sebastián no ha podido aún estrenarse, dedicada como está nuestra urbe a preparar su candidatura como futura capital cultural europea, je, je).

En cuanto a su audiencia, me remito a un testigo presencial -Xabi Larrañaga, en su excelente artículo publicado en Deia, 9-XI-08: "El viernes 28 personas asistimos a la narración del exilio de 30 paisanos, lo cual demuestra que aquí todo es posible, incluso la paradoja de una sesión de cine donde hay más protagonistas en la pantalla que espectadores en la sala... Esos 30 testimonios son el reflejo condensado de infinitos dramas, pero diré más: la presencia de sólo 28 espectadores en el único sitio de Bilbao donde se puede ver el filme también es el reflejo de un drama colectivo, una indiferencia marmórea ante lo que está pasando delante de nuestras narices".

Por lo que yo sé, en los demás pocos cines del resto de España en que se ha proyectado el documental la asistencia ha sido semejante. Indiferencia marmórea, como bien señala Larrañaga. Para encontrar el "no lo sabíamos" con que las víctimas de la opresión y la discriminación se ven entregadas a su suerte por los oportunistas o los cobardes no hace falta remontarse al franquismo ni al nazismo: lo oímos a cada momento en España o en Europa quienes queremos hablar de la omnipresencia cotidiana del terrorismo en Euskadi, del agobio del nacionalismo obligatorio, de los abusos de la imposición lingüística, etcétera. Y no estamos hablando de fechorías ocurridas en tiempo de nuestros padres o abuelos, sino de las que pasaron ayer y siguen pasando hoy. Muchos de quienes denuncian virtuosamente la paja de la resignación ante los crímenes de hace medio siglo llevan con naturalidad la viga de la suya ante los que se cometen bajo sus narices.

Precisamente de esto trata el documental de Iñaki Arteta. No es otro alegato contra ETA sino contra las actitudes sociales y políticas que han completado la labor de segregación e intimidación comenzada por el terrorismo. Los protagonistas que cuentan su drama en El infierno vasco lo dejan muy claro: no se habrían ido de su tierra, de su hogar y de su trabajo si hubieran encontrado verdadero apoyo por parte de sus conciudadanos y de las autoridades en lugar de fórmulas reticentes de condolencia. En muchos casos -clérigos, profesores, ertzainas, empresarios, concejales...- recibieron más amonestaciones por su conducta díscola que solidaridad activa y combativa por parte de quienes tenían la obligación de respaldarles. Pero la tiranía no se refuta compadeciendo a sus víctimas sino derrocando a los tiranos. Por ejemplo, uno de los empresarios que finalmente tuvo que huir para no pagar resume así su caso: "Me han echado de mi tierra, he padecido dos infartos por su culpa pero no les he dado ni una pela: con mi dinero no se han comprado ni una bala ni se han tomado un solo pintxo".

Si todos hubieran obrado así, de ETA sólo quedaría ya la triste memoria. Pero con esos elogiados empresarios que se avienen a pagar para no marcharse -sufriendo, eso sí, muchísimo, porque nunca se paga a gusto- tenemos terrorismo para rato. En uno de sus iniciativas más valientes y acertadas, Garzón decidió intervenir judicialmente contra ellos porque es cierto que no se debe tratar a las víctimas como a verdugos, pero tampoco considerar simples víctimas a quienes financian para escaquearse a los verdugos de todos.

Contrasta el cortés hastío que rodea a las víctimas actuales de ETA, es decir, a quienes han tenido que huir del País Vasco y a quienes hoy sufren todavía allí opresiones y extorsiones, con el interés que rodea a Roberto Saviano y su interesante libro Gomorra, sobre el que acaba de estrenarse una película más frecuentada que la de Iñaki Arteta. Ni que decir tiene que Saviano es un hombre de lucidez y coraje que merece todo el apoyo que podamos brindarle. Y que sufre una amenaza especialmente temible (secundada desde luego en parte por una ciudadanía cómplice en su tierra natal) que hace su vida difícil y muy expuesta.


Por decirlo con William Irish: no quisiera estar en sus zapatos
. Pero en su nada envidiable y meritorio calvario hay cosas que a Saviano le serán ahorradas. No creo que nadie le diga -al menos en público- que la culpa de sus males es suya, por crispador y bocazas. Y no tendrá que leer en el editorial de un periódico lamentos acerca del número de camorristas presos, como debemos soportar los demás sobre la triste suerte de los mafiosos etarras: así en Insensibilidad (en Deia, 11-11-08, al día siguiente del artículo de Xabi Larrañaga, quizá para compensar), bajo el epígrafe "la inmensa mayoría de la sociedad vasca permanece indiferente ante la realidad de que 750 ciudadanos y ciudadanas acusados o condenados por vinculación con ETA se encuentran en la cárcel", se asegura que "no es posible tal acumulación de personas encarceladas en una democracia sana". Por lo visto en las democracias más saludables los asesinos, sus cómplices y quienes les jalean son celebrados como héroes del pueblo. Menudo panorama.

Que no desagrada probablemente a Alfonso Sastre, quien se ha unido al debate sobre la memoria histórica ('Sobre la memoria histórica y la calavera de García Lorca', Gara, 12-11-08) para sostener que "hay que distinguir entre amnistías buenas y malas; y éstas -las malas- son las que pretenden que sean olvidados los grandes crímenes de los poderosos (opresores) o cometidos bajo su inspiración, y buenas las que van a favor de los oprimidos".

Quizá conceptualmente la argumentación no es muy sólida pero tiene a su favor decir claramente lo que otros mascullan. Pues bien, ojalá en el País Vasco, cuando acabe definitiva y realmente la violencia de los terroristas (que son hoy los poderosos y opresores), se establezca una convivencia políticamente polémica pero pacífica entre nacionalistas y no nacionalistas. Aspiro a que mis improbables nietos vivan en cualquier ciudad vasca, en la avenida Xavier Arzalluz esquina Mayor Oreja. Quizá 50 o 60 años después de acabar la matanza surjan rentabilizadores literarios o cinematográficos para exponer con gallardía póstuma lo que hoy se silencia. Y a lo mejor aparece alguien con la pretensión de juzgar entonces lo que no se llevó en su día a los tribunales.

Por si en ese futuro la salud no me acompaña, me uno preventivamente a los "reaccionarios" que en tal caso prefieran mirar hacia el futuro compartido que al pasado hostil. Pero en cambio hoy todavía es tiempo de dar la batalla: no para desenterrar muertos, sino para impedir que se entierre en vida en la ciénaga del silencio y la indiferencia social a quienes han padecido y padecen el nacionalismo obligatorio.

Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense.





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sucinto, ta.


(Del lat. succintus, part. pas. de succingĕre, ceñir).


1. adj. Breve, compendioso.

2. adj. p. us. Recogido o ceñido por abajo.




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¿Cambió la forma de escribirlo por decisión de la RAE?

FELIX DE AZUA

Cuando el otoño se pone a cantar

Yo creo que una excesiva mayoría, tanto femenina como masculina, ama por los ojos. Unos pocos aman con el tacto. Mediante el olfato no es fácil amar, aunque causa incontables desamores. Y si bien el gusto conviene a la pasión ya atada por un sentido superior, cierta parte poco estudiada de la sociedad, es, no obstante, de considerable erotismo auditivo. Debo confesar que es mi caso y escribo esta impúdica página para aquellos que también declinan por la parte del oído y quizás no han osado salir del armario.

"La grulla
que arrulla..."


Me había sucedido ya con los buitres, pues ellos fueron los primeros en empujarme a aceptar mi identidad. Verlos fue un cataclismo, ciertamente: bajaban en bandadas que oscurecían el cielo jacetano mientras yo me aplastaba contra unos hongos malsanos. Sin embargo, lo que me hizo amarlos para siempre fue el estruendo causado por la resistencia del aire contra sus alas enormes. Cien buitres cayendo en picado sobre la carroña es un portento, pero el ruido, ese redoble germano de bronce y roble, pone los pelos de punta.

Pues me ha vuelto a suceder. En el cielo perfectamente cristalino de Teruel, las bandadas de grullas forman anamorfosis semejantes a las nubes de estorninos tan gratas a los espíritus sutiles. Con la diferencia de que cada grulla viene a ser unas cien veces más grande que un estornino. Estas aves gigantes sobrevuelan la laguna de Gallocanta, en proximidad a Berrueco, para su estación otoñal. Este año no había muchas, sólo contabilizaban ocho mil cuando me acerqué a ellas el sábado pasado. En épocas más húmedas llegaron a ser cuarenta mil.

A lo mío. El espectáculo de las grullas giróvagas es soberbio, pero lo inesperado es el coro sobrenatural que cae de un cielo altísimo. Porque las ocho mil grullas que llegué a pillar en mi visita cantaban un lamento quizás turbado, quizás efusivo, de una languidez que parte el corazón más endurecido. Un canto tan femenino cuanto masculino es el de los buitres y que resuena en la inmensidad del valle como si varios ángeles del juicio final estuvieran ensayando. Amor total a la grulla, coro de Fauré en el réquiem de las aves.

Artículo publicado en: El Periódico, 23 de noviembre de 2008.

SOBRE ANDRÉ GIDE - MANUEL VICENT EN EL PAÍS.


André Gide: la profundidad de la piel
MANUEL VICENT 29/11/2008


Un camino le llevaba siempre a los placeres oscuros; otro le devolvía a la honestidad y al compromiso, pero el puritanismo siempre acababa por pedirle cuentas al final del viaje al fondo de los sentidos. En este combate está la esencia de su literatura

Nació en París, en 1869. El primer recuerdo de André Gide es el de una mesa de comedor cubierta con un tapete que llegaba hasta el suelo. Con el hijo de la portera, de su misma edad, que iba todos los días a buscarle, se deslizaba entre aquellas faldas y ambos agitaban ruidosamente unos juguetes para ocultar otros juegos, que según supo después eran malas costumbres. Tenía entonces cinco años y fue su primer simulacro. Era un niño mimado, muy huraño, hijo único de un renombrado profesor de Derecho, que murió cuando André tenía 11 años. A esa edad quedó bajo la obsesiva protección de su adinerada madre, Juliette Rondeaux, que, pese a todo, lo educó en una elegante austeridad, con una forma de querer hostigante, puesto que hasta el final de sus días rodeó al escritor de mimos y de consejos ininterrumpidos acerca de actos, pensamientos, gastos, lecturas y paños como si no hubiera crecido.


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Desde la adolescencia la cabeza del escritor quedó dividida: por un lado la moral estricta y por otro el hedonismo
La niñera lo llevaba a los jardines de Luxemburgo, muy cerca de su casa de la calle Médicis. Allí se negaba a jugar con otros niños. En un momento de descuido se lanzaba sobre ellos y a patadas destruía los pasteles de arena que con ayuda de cubos habían construido. Gide tenía sus propias bolitas de cristal, algunas de ágata negra, que trataba de que no se mezclaran con otras más vulgares. En su habitación, a solas con un ficticio amigo Pierre, creado por su imaginación, se entretenía con un caleidoscopio, que en el otro extremo de la lente le ofrecía un rosetón siempre cambiante. Poco después comenzó a recibir clases particulares de piano, lecciones de esgrima dos veces a la semana y a menudo sesiones de equitación en el picadero. Estudió en la Escuela Alsaciana de la que fue expulsado. La institutriz británica Anna Schackleton le impuso un rigor puritano, valor muy apreciado por la alta burguesía cuando le sirve para ocultar cierta clase de vicios.

La familia del padre procedía de Ezés, del cantón de Nimes, en el soleado Rosellón. La familia de la madre provenía de Ruán, capital de la húmeda Normandía. La rama paterna era católica y la materna protestante. André Gide creció viajando en vacaciones hacia las casas solariegas del Mediodía y del norte de Francia. En una había higueras, olivos y laureles; en otra crecían manzanos, había caballos, florecían las rosas y habitaban unas primas muy bellas. Una de ellas, Madeleine, fue su amor de adolescencia con la que acabaría casándose a los 26 años, forzado por la madre autoritaria que trataba de apartarle así de la turbiedad ambigua a la que le empujaba la carne.

Desde la adolescencia la cabeza del escritor quedó dividida: por un lado la moral estricta y por otro el hedonismo. Un camino le llevaba siempre a los placeres oscuros; otro le devolvía a la honestidad personal y al compromiso con los demás desde la altura de la estética, pero el puritanismo siempre acababa por pedirle cuentas a la conciencia al final del viaje al fondo de los sentidos. Este combate constituye la esencia de la literatura de André Gide. La máxima profundidad del ser humano está en la piel, en la belleza de los cuerpos jóvenes, en el nudo de los sentidos que componen el alma. Con buenos sentimientos siempre se hace mala literatura. La belleza no debe tenerse ante cualquier límite. Tiempo habrá luego para arrepentirse y azotarse en público, sin dejar de hacer de este ejercicio un ejemplo de estilo.

A los 24 años, después del primer libro escrito en prosa poética, Los Cuadernos de André Walter, se premió a sí mismo con la primera fuga hacia el sur en busca del sol, del exotismo y de un modo natural de curarse un principio de tuberculosis. En compañía de su amigo Paul Laurens se embarcó en Tolón rumbo a Túnez y desde allí al oasis argelino de Biskra donde conoció a Oscar Wilde, que andaba por allí metido en peleas tormentosas con el amante Alfred Douglas, el bello lord que finalmente lo llevaría al infierno de la cárcel de Reading. El joven Gide fue conducido de la mano de Wilde a secretos cafés para iniciados. Mientras fumaban una pipa de kif entre unos árabes sentados en cuclillas y tomaban té de jengibre, en la primera noche, un adolescente de ébano, llamado Alí, semidesnudo tocaba la flauta en la penumbra y ellos lo contemplaban con la mente embotada. "¿Te gusta el musiquillo? Tómalo. La única forma de vencer la tentación es caer en ella", le dijo Wilde, una frase que después se haría famosa. En las memorias de Gide esta sensación corporal fue inseparable de los placeres que también compartía con niñas adolescentes que desde el desierto subían a ofrecerse a los hombres en el zoco del oasis. André Gide se hizo traer un piano desde Argel. Sus notas atravesaban el jardín y se perdían en la suma ebriedad de la carne ahogada en las flores.

De regreso a París, el sur ya nunca dejaría de ser su horizonte. Frecuentaba a los simbolistas del salón de Mallarmé. Por la mañana tenis, al mediodía baños y de noche ajedrez. De pronto le visitó el éxito cuando publicó Los alimentos terrenales, ensalzado por la crítica, un canto fervoroso del instinto como método de superar la moral. El mismo combate continuó con la publicación de El inmoralista, en 1902, y después con Prometeo mal encadenado, donde los remordimientos que le proporcionaba la libertad alcanzan las cotas más altas del arte. Llevaba una vida respetable, llena de escrúpulos sociales por fuera y muy libre por dentro. En 1908 André Gide participó en la fundación de la Nouvelle Revue Française y se convirtió en el alma de la editorial Gallimard. Comenzó a ser considerado maestro, un punto de referencia de la cultura francesa entre Mauriac, Camus, Malraux, Proust y Paul Valéry, no sin andar siempre orillando el escándalo.

En 1925, comisionado por el Gobierno francés en una expedición al Congo redactó un informe demoledor contra el método colonialista. En 1936 viajó a la URSS y de regreso dejó de jugar a ser comunista y escribió un libro de denuncia contra el estalinismo, por el cual fue condenado a las tinieblas por el Partido. No le importó absolutamente nada. Gide era un radical de sí mismo frente a cualquier barrera política y moral. Su larga travesía interior está en su Diario, llevado como un psicoanálisis ético y literario desde 1889 a 1949. Mientras escribía con una prosa semejante a una sonata onírica Corydon, en defensa de la homosexualidad, tuvo una hija, Catherine, de su relación extramatrimonial con María van Rysselberghe. Luego sus libros ardieron en una plaza de Berlín, junto con los de Thomas Mann, Proust, Einstein y Freud cuando los nazis establecieron el dilema cultural entre la sumisión o el exterminio. Por su parte, durante la invasión alemana Gide trató de convertir la sumisión en sabiduría. Abandonó París, buscó de nuevo el soleado Mediodía y terminó en Argel, en Fez, en Túnez, en Siracusa. De lejos oía las bombas mientras leía a Goethe para curarse de la humillación ante la derrota de todos los ideales. Liberado París siguió tocando el piano, recibiendo a los amigos, leyendo en un sillón de orejas con una manta de cachemir sobre las rodillas, que sólo por estética nunca llegaron a doblarse ante nadie. Hasta que en 1947 recibió el Premio Nobel. Murió en 1951, a los 82 años.

sábado, 20 de septiembre de 2008

TEXTO MÍO PUBLICADO EN EL BLOG DE CASAJUNTOALRIO

A América Latina le está faltando un liderazgo ideológico.

En algún momento pensé (lo sigo pensando pero no tengo más fuerza para intentar lograrlo) que estaba capacitada para ejercer esa influencia benéfica y de hecho lo hice, pero lamentablemente, la soberbia y los intereses malintencionados de los gobernantes sofocaron todo intento de llegar a ellos como asesora y por fin, se quedaron rondando la casa, espiando e intentando deducir de mis comentarios simples o complejos un mensaje oculto o tratar de adivinar como funciona el cerebro de una persona inteligente, con un tratamiento denigrante de considerar a las personas que no pertenecen a su adaptación social como cobayos de laboratorio. Son completamente insensibles al resultado porque tienen un límite intelectual que les impide advertir lo mezquino de sus comportamientos.
Por eso nuestra Presidente es una mujer errática, que no tiene una ideología globalizada del problema imperialista y como Chávez es un bufoncito bravucón, quien toma ventaja es la Presidenta de Chile. Bachelet tiene tras sus espaldas un sofisticado sistema de espionaje en Argentina, concretado por la cercanía entre Chile y Mendoza/ La Rijoa/ Patagonia: Ménem/DiTella/Bordón/Kirchner/Fernández.
De ese modo, Chile radica los observatorios para el Norte, presta bases y ha ganado todas las cuestiones limítrofes contra nuestro país. Amén de apoyar a Gran Bretaña durante la Guerra de Malvinas y recibir como pago nuestras islas del Atlántico Sur. Hoy esas estratégicas islas, cercanas a la Antártida -una poderosa reserva de agua potable- están en manos inglesas.

Cuando Pablo Neruda, un gran poeta y buen diplomático comunista fallece en 1973, tras una acefalía de nueve años para la América hispanoparlante, asume el liderazgo del mundo de la palabra García Márquez.

Lógicamente ni uno ni otro fueron grandes estrategas políticos. Apenas, y eso de por sí ya es un don extraordinario del cielo, grandes escritores de su siglo.

Estoy convencida de que mi top manta, que era una broma para algunos, hizo estragos sobre nuestra identidad como polo de replanteo histórico al neoliberalismo y reestructuración de los principios socialistas reacomodándolos a los tiempos de la tecnología y el satélite espacial, fue una involución para las doctrinas de paz. En el año 2000 tenía muchas más esperanzas en Europa unificada que en este 2008. Mi profecía sobre el 2012 está a punto de cumplirse. Cuando ocurra será demasiado tarde. No será el fin del mundo será el fin de la Historia, que Fukuyama creyó cumplido durante la última década del siglo pasado.

No vengan a declamar contra este pensamiento certero ni que soy una vanidosa, una egocéntrica, una delirante o una idiota. Bien saben que estoy diciendo la verdad. Que ni la cualidad poética de Gelman (que de uno a diez calificaría con un siete) ni la idoneidad de Gonzalo Rojas ( con un ocho o posible nueve) ni la peruanidad sintomática de los caballeros de la sucesión Bryce Echenique o Vargas Llosa (novelistas que alcanzan un seis con dificultad estilìstica) nos proveerà de un Nobel que nos permite formar opinión criteriosa en los pueblos suficientemente heridos por la promiscuidad afectiva y política del actual Director Honorario de la Fundación Alas. Pero, Gelman se planteó la pregunta ¿Y si Dios fuera mujer? y muchos juraron que darían su sangre para que eso no sucediera jamás.

Estuve durante cuatro días en la tapa del portal de clarin.com (como un blog destacado por ese diario) y el número de visitas a mi página desbordó cualquier previsión sobre lo poco que vende la poesía. El título del poema que conducía al blog desde la entrada era Hipótesis. Según José Andrés, mi hijo, no era un nombre tan llamativo ni admitía una lectura fácil. No se trataba de un gancho al lector.

Si la comunidad de Prisa/Sony no me hubiera enterrado en vida por orden del papanatas de Felipe González, que hizo más daño que bien a España y hoy es uno de los "sabios de la Humanidad", pertenece al gabinete de la U.E. y es asesor político del hombre más rico del mundo Slim Helú, además de partícipe de la "noble" Fundación Alas/ Sony Music/ PSOE/grupo Sushi" hoy la situación sería diametralmente distinta.

Para poder ejercer determinados cargos hay que tener una gran claridad de ideas y una coherencia total. Y no la estamos encontrando en ninguna de las marionetas que ponen en el escenario del circo.

Porque, si los medios masivos (neopanoptismo inconsciente) que tienen el deber de educar no lo hacen, vamos por un mal camino.

La resistencia de los docentes de todos los niveles, en el orden mundial es un ejemplo de Ética y tolerancia, además de una gran propaganda a dichas organizaciones. Se les entrega a los niños, adolescentes y adultos las herramientas de formación para reflexionar sobre realidades alternativas posibles.
Sin embargo, miles de maestros o profesores trabajando en los contenidos que bajan los gobiernos de turno no pueden destruir los prejuicios y clisés que impone la prensa alineada.

Estoy dejando parte de mi vida en fomentar el encuentro en la red. Me prohiben, me inhabilitan, me echan de los foros, me insultan, me ningunean. Es evidente que todo está manejado por los cuatro gatos de siempre.

No duele pero arde cuando advertimos el peligroso avance social, histórico y económico de los genocidas y corruptos, ante el asombro de las minorías educadas que comprenden cabalmente la escasa salida del problema de la historia universal: el derecho a compartir equitativamente la riqueza del planeta y a respetar la Naturaleza en idénticas proporciones. En resumen, el derecho a la vida, a la felicidad y a la dignidad para todos los primos de la humanidad.

Hay soluciones y hay intereses, pero se los impide o hackea, para decirlo en términos modernistas.

Es una pena, sí. Es una pena enorme.

Lu

lunes, 25 de agosto de 2008

RENE GIRARD

ENTREVISTA A RENÉ GIRARD, PENSADOR, ANTROPÓLOGO DE LA RELIGIÓN
SOLIDARIDAD.NET


´El cristianismo es la verdadera globalización´.
Desde la publicación de sus primeras obras, René Girard ha conmocionado el mundo cultural de la misma manera que Gandhi lo hizo con el político por su radical defensa de la no violencia. René Girard es uno de los pensadores más influyentes de la actualidad. Sus ensayos sobre antropología religiosa, su especialidad, han provocado fuertes polémicas, especialmente en Francia, su país de origen. Ahora publica en España ´Veo a Satán caer como el relámpago´ (Anagrama), y vuelve a incidir en el papel de las víctimas.



ENTREVISTA A RENÉ GIRARD, PENSADOR, ANTROPÓLOGO DE LA RELIGIÓN.

Por CHRISTIAN MAKARIAN

René Girard ha dedicado años y estudios a analizar las religiones desde el punto de vista de la antropología. En esta entrevista, René Girard habla del carácter "no violento" de la Biblia, una característica que, en su opinión, la diferencia de los mitos y del resto de religiones, tal como afirma en su ensayo "Veo Satán caer como el relámpago", de reciente aparición.

-Ha inventado usted prácticamente una disciplina curiosa: la antropología de la religión. ¿Nos podría dar una explicación escueta?

-La antropología que intento desarrollar es específica de la religión. Se basa en el crimen fundador y en todo lo que ello comporta. A partir de ahí, me intereso por las reglas originales de nuestra cultura, que reposa esencialmente sobre los ritos y las prohibiciones, y también por nuestras instituciones, que son un producto indirecto de lo religioso. Ahora bien, por más que trate de las religiones, mi trabajo no tiene en esencia nada de religioso. Al contrario, puesto que convierto lo religioso arcaico en el resultado de un error de interpretación de lo que llamo el "fenómeno victimario". Mi punto de partida es el siguiente: el acto fundamental de la sociedad primitiva, que está en el origen de la nuestra, es la designación de una víctima, un chivo expiatorio, y el fomento de la ilusión de su culpabilidad con el fin de permitir la salida de toda clase de tensiones colectivas. A continuación, esta ilusión se convierte en fundadora de ritos, que la perpetúan en el tiempo y mantienen unas formas culturales que desembocan en instituciones.

--¿Cómo llegó a esta teoría? -

-Algunos amigos estadounidenses dicen que estoy influenciado por el contacto personal con la violencia racial en Estados Unidos durante mi juventud. Lo cierto es que, al establecer comparaciones entre los mitos australianos, amerindios, africanos, europeos, norteamericanos... descubrí que el linchamiento, la ejecución de una víctima designada, no era un fenómeno textual ni legendario. Constituye una empresa de pacificación por medio de una víctima que, cuando agrupa contra ella a todo un grupo, produce miméticamente un apaciguamiento, incluso una reconciliación. Por razones misteriosas, las sociedades han reproducido este gesto reconciliador bajo la forma de sacrificios o ritos sagrados, y esta repetición se ha convertido ella misma en una institución. Es el caso típico de la lapidación codificada por el Levítico. Del mismo modo, los etnólogos han demostrado desde hace ya mucho tiempo que existía una forma primitiva de justicia griega por medio del asesinato colectivo. Tras lo cual se libra una lucha por el control y el dominio de ese rito esencial. Al vincular víctimas, ritos e instituciones, asistimos al nacimiento del poder político.

--Esta teoría victimaria lo ha conducido de modo natural a interesarse por la figura de Jesucristo, víctima entre las víctimas, puesto que da su vida por el conjunto del género humano. -

-En efecto, pero mis conclusiones son contrarias a las que suelen extraerse a este respecto. Hasta ahora, la mayoría de los antropólogos (e incluso un teólogo como Rudolf Bultmann) había insistido en la semejanza entre los Evangelios y otros relatos para demostrar que la muerte y la resurreción de Jesucristo sólo era otro mito más. Tanto es así que se podría decir que la causa ya está vista. Hoy como ayer, la mayoría de nuestros contemporáneos percibe la asimilación del cristianismo a un mito como una evolución irresistible e irrevocable, porque apela al único tipo de saber que nuestro mundo aún respeta, la ciencia. Por más que la naturaleza mítica de los Evangelios no esté demostrada científicamente, lo será un día u otro. ¿Es realmente indudable todo esto? No sólo pienso que no es indudable, sino que lo indudable es que no lo es. La asimilación de los textos bíblicos y cristianos a mitos constituye un error fácil de refutar.

--¿Cómo? -

-En los mitos, las víctimas son siempre culpables, porque el relato está escrito siempre desde el punto de vista del engaño y la ilusión creados por el fenómeno victimario. Porque es culpable la víctima enjuga la violencia y accede a la categoría mítica. Sin embargo, en lo judaico y lo cristiano ocurre lo contrario: la víctima es inocente. Observe la diferencia entre Caín y Abel por un lado y Rómulo y Remo por otro. Remo es culpable, puesto que Rómulo es el fundador glorificado de Roma. En cambio, Dios pregunta a Caín: "¿Dónde está Abel, tu hermano? ¿Qué has hecho?". Dios acepta, es cierto, fundar el género humano sobre esta base del asesinato, pero se preocupa por la suerte de Abel, víctima inocente. Este rasgo es único. Sólo la Biblia "desviolentiza" lo sagrado. El cristianismo contradice de golpe los mitos.

--¿Cuál es, entonces, su definición personal del cristianismo? -

-La fe cristiana consiste en pensar que, a diferencia de las falsas resurrecciones, arraigadas de verdad en los asesinatos colectivos, la resurrección de Jesucristo no debe nada a la violencia de los hombres. Se produce inevitablemente tras su muerte, pero no inmediata, sólo el tercer día, y tiene su origen en Dios mismo.

--¿Cómo trastoca esto el orden anterior? -

-Al principio del cristianismo se encuentra un hecho esencial: todos los discípulos traicionan. Todos se ven arrastrados por el arrebato habitual que se produce contra las víctimas. Pedro representa el modelo del individuo que, en cuanto se sumerge en una multitud hostil a la víctima, se convierte también él en hostil... como todo el mundo. Y entonces todo cambia, la lógica arcaica se invierte, y los discípulos acaban por encontrarse no contra la víctima, sino favor de ella. Al contrario de lo que dice Nietzsche ("El cristianismo es la multitud"), la fe cristiana exalta al individuo, que resiste al contagio victimario.

--Para hacer más patente la diferencia entre mito y cristianismo, establece usted un paralelismo sorprendente en su nuevo libro. -

-He descubierto un asombroso relato legendario griego que habla de Apolonio de Tiana, el célebre taumaturgo del siglo II. Para poner fin a una epidemia, Apolonio señala para la vindicta popular a un mendigo repulsivo, pero completamente inocente. El desgraciado es lapidado y, una vez levantadas las piedras, se descubre en lugar del menesteroso a un espantoso monstruo que representa al demonio vencido, la enfermedad erradicada. La diferencia con el Evangelio salta a la vista. Es cierto que, al contrario que Apolonio, Jesucristo detiene la lapidación de la mujer adúltera diciendo: "El que de vosotros esté sin pecado, arrójele la piedra el primero". Sin embargo, la lección principal está en otra parte: lo que Jesucristo quiere combatir es el arrastre mimético. Es evidente que quien desencadena el asesinato colectivo tiene una responsabilidad más grande que los otros. Por eso el Levítico obligaba que dos testigos -los testigos de cargo- lanzaran las primeras piedras para que no testimoniaran en falso. El propósito de Jesucristo es trascender esa ley, lo que engendrará la puesta en cuestión del fenómeno victimario y, por lo tanto, sembrará el desorden entre el pueblo y provocará su propia ejecución. Para acabar de colocar el mito en el lugar que le corresponde, añadiré que Jesucristo no apela aquí a ningún poder sobrenatural: no realiza ningún milagro, es el pagano Apolonio quien lo hace.

--Por lo tanto, el arrastre mimético estaría en el origen de la violencia. ¿Mediante qué mecanismos? -

-El arrastre mimético, en el estadio colectivo, es la culminación del deseo mimético que nace en el estadio individual. En la Biblia existe una concepción desconocida del deseo y los conflictos. Entre los diez mandamientos ("No matarás, no robarás", no cometerás adulterio, etcétera), el décimo contrasta con los precedentes: "No desearás la casa de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada de cuanto le pertenece" (Éxodo, 20, 17). Este último mandamiento se pasa a menudo por alto, pero es extremadamente importante en la medida en que se dirige al más banal de los deseos, el más común y, en apariencia, el más anodino. Dado que ese deseo es el más común de todos, ¿qué ocurriría si, en lugar de ser prohibido, fuera tolerado e incluso alentado? La respuesta es evidente: la guerra sería perpetua en el seno de todos los grupos humanos. Se abriría la puerta a la famosa pesadilla de Hobbes, la lucha de todos contra todos. Por lo tanto, para atreverse a pensar que las prohibiciones culturales son inútiles, como repiten los demagogos de la modernidad, hay que adherirse al individualismo más desmedido, el que presupone la autonomía total de los individuos, es decir, la autonomía de sus deseos. Hay que pensar, dicho en otros términos, que los hombres se ven naturalmente inclinados a no desear los bienes del prójimo. Ahora bien, basta contemplar a dos niños o a dos adultos peleándose por una fruslería para comprender que este postulado es falso y que es el postulado contrario, el único realista, el que subyace al décimo mandamiento. Se considera que el deseo es objetivo o subjetivo; pero, en realidad, reposa sobre otro que valoriza los objetos, el tercero más cercano, el prójimo. Para mantener la paz entre los hombres, hay que definir la prohibición en función de esta temible constatación: el prójimo es el modelo de nuestros deseos. Es lo que llamo el deseo mimético.

--Se trata de una explicación implacable y severísima sobre nosotros, pobres humanos. -

-El cristianismo nunca previó triunfar. Ésa es su gran fuerza. Los primeros cristianos contemplaron incluso un fracaso muy rápido, de otro modo no habrían escrito el Apocalipsis ni creído firmemente en el fin del mundo. Al releer algunas palabras de Jesucristo, nos damos cuenta de que las relaciones más íntimas son las más amenazadas: "He venido a separar al padre del hijo", "No penséis que he venido a poner paz, sino espada...", "Yo he venido a echar fuego en la tierra, ¿y que he de querer sino que se encienda", etcétera. El cristianismo realiza una revolución única en la historia universal de la humanidad. Al suprimir el papel del chivo expiatorio, al salvar a los lapidados, al dar la otra mejilla, la fe cristiana priva de forma brusca a las sociedades antiguas de sus víctimas sacrificiales habituales. Ya no cabe dar salida al mal arrojándose sobre un culpable designado cuya muerte sólo procura una paz falsa. Al contrario, se toma el partido de la víctima al rechazar la venganza, al aceptar el perdón de las ofensas. Eso que supone que cada uno vigile al otro en relación con unos principios fundamentales, y que cada uno se vigile a sí mismo.


--Pero en un primer momento se produce un gran desorden. ¿Cómo explicar que el sistema de los valores cristianos haya podido triunfar? -

-La exigencia cristiana ha producido una maquinaria que funcionará a pesar de los hombres y sus deseos. Si todavía hoy, tras dos mil años de cristianismo, se sigue reprochando, y con razón, a ciertos cristianos que no vivan según los principios a los que apelan, es que el cristianismo se ha impuesto universalmente, incluso entre aquellos que dicen ser ateos. El sistema que se engranó hace dos milenios no se detendrá, porque los hombres se encargan de ello al margen de cualquier adhesión al cristianismo. El Tercer Mundo no cristiano reprocha a los países ricos ser su víctima, porque los occidentales no siguen sus propios principios. A lo largo y ancho del mundo, todos apelan al sistema de valores cristiano y, al final, no hay otro. ¿Qué significan los derechos humanos sino la defensa de la víctima inocente? El cristianismo, en su forma laicizada, se ha hecho tan dominante que ya no se le percibe. El cristianismo es la verdadera globalización.

Traducción: Juan Gabriel López Guix


Autor: Solidaridad.net- Fecha: 2003-11-21

miércoles, 9 de julio de 2008

ESCUCHAR A UN NEANDERTAL - ROCÍO BALLÓN

Sábado, 5 de Julio de 2008

ESCUCHAR A UN NEANDERTAL, 50 MIL AñOS DESPUES

Voces del más allá
Un grupo de antropólogos norteamericanos reconstruyó el tracto vocal del hombre de Neandertal logrando así una simulación de su voz. Hoy, mediante un sintetizador computarizado, puede escucharse la representación vocal de esta especie de Homo Sapiens que, luego de 30 mil años, rompe el silencio.







Por Rocío Ballon

El encuentro del hombre moderno con el hombre primitivo ha ocupado un lugar predominante en las fantasías humanas y en la historia de la literatura. Los choques imaginarios con seres de las cavernas, con individuos de otras especies y los intentos del hombre moderno de entrar en contacto con ellos son un clásico de la ciencia ficción, con paradojas de futuros que parecen pasados, contrasentidos y extravagancias (La máquina del tiempo de Wells viaja al año 802.701 y se encuentra con una sociedad de características primitivas; Juan Salvo, en El eternauta, se encuentra en el futuro con un mundo devastado y nuestra civilización extinta), universos paralelos, dimensiones desconocidas.

Probablemente siempre se haya tratado de lo mismo: los intentos por develar nuestros orígenes, la intensa búsqueda para acceder a lo desconocido; la de reencontrarse con el otro, establecer una presencia ante alguien que es tan diferente de mí pero a la vez tan parecido; comunicarse con ese “otro” que nos resulta una intriga, conocerlo, descifrar algo que siempre resulta un misterio.

En tiempos en que lo real ha superado a la ciencia ficción, en una época que ni siquiera las mentes geniales de Huxley o Asimov hubieran imaginado; la ciencia se convierte en el gran relato de lo fantástico.

POR FAVOR, DIGA “E”
Y bien: un equipo de investigadores de la Florida Atlantic University en Boca Ratón (EE.UU.) ha conseguido reproducir la voz del hombre de Neandertal, esta especie que habitó Europa y algunas zonas de Asia Occidental, hace más de 30 mil años. El trabajo se originó a partir del análisis de restos fósiles de tres neandertales encontrados en Francia y que datan de hace 50 mil años.

La investigación estuvo encabezada por el antropólogo Robert McCarthy, principal responsable de la reconstrucción de la laringe y el sintetizador computarizado que recrea las probables “voces neandertales”, aunque por ahora sólo han logrado producir el sonido de una sola letra: se trata de la “e”, aunque se espera que pueda emitir algún día una frase completa. La simulación de la voz del Neandertal puede escucharse en media.newscientist.com/data/images/ns/av/dn13672A1.wav.

Claro que estos sonidos difieren sustancialmente de los que estamos acostumbrados a escuchar. La “e” del “Neandertal de Boca Ratón”, por ejemplo, carece de los matices sonoros que permiten a un oyente moderno distinguir palabras que incluyen esa letra pero se pronuncian de manera ligeramente diferente.

Además, McCarthy puso en duda la capacidad de reproducir las vocales que constituyen la base del lenguaje hablado actual. Parece, entonces, que a los neandertales les faltaban algunos sonidos básicos.

“Estos sonidos permiten que hablantes con tractos vocales con tamaño diferente al del hombre de Neandertal puedan entenderse”, dijo el antropólogo, en un discurso en la reunión anual de la American Association of Physical Anthropologists en Columbus, EE.UU. La simulación de la voz de un hombre moderno reconstruida por MacCarthy puede escucharse en media.newscientist.com/data/images/ns/av/dn13672A2.wav.

CON NOMBRE DE ESQUELETO
El hombre de Neandertal pertenece a la especie Homo Sapiens (nosotros somos Homos Sapiens Sapiens). Habitó Europa y zonas de Asia Occidental entre 400 y 35 mil años atrás y se lo llamó de esta manera por el esqueleto descubierto en 1856 en el valle de Neander, cerca de Düsseldorf (Alemania), tres años antes de que Charles Darwin (1809-1882) publicara El origen de las especies y revolucionara la historia de la vida.

Por mucho tiempo se pensó que lo único que estos individuos proferían eran gritos y gruñidos. Sin embargo, la vida activa que llevaban y que exigía actividades tan complejas como la caza y los rituales de entierro, permiten pensar en la necesidad de que contasen con un sistema complejo de comunicación como el lenguaje.

La laringe y los aspectos físicos también indican que estaban habilitados para hablar. Sin embargo, los aspectos físicos no eran suficientes para afirmarlo hasta que el año pasado cobró relevancia un descubrimiento que abrió la puerta para nuevas hipótesis.

“GENOMA NEANDERTAL”
Fue cuando un equipo de científicos reveló que los neandertales europeos tenían mutaciones en un gen relacionado con el habla que se creía hasta el momento único de nuestra especie. El hallazgo se produjo un año atrás en uno de los sitios arqueológicos más importantes del mundo en materia de neandertales.

Se trata de “El Sidrón” localizado en Asturias, España, en cuyas instalaciones se integra el proyecto “Genoma Neandertal” que intenta obtener un borrador del genoma de esta especie a partir de las modernas técnicas de tipificación genética masiva. Fue en este sitio donde, además, se reveló la posibilidad de que estos humanos fueran pelirrojos en base a un estudio genético de algunos de los más de 1400 restos fósiles que se conservan de ellos.

Los científicos hallaron en dos fósiles este gen (el FOXP2) que aparentemente es responsable del desarrollo del lenguaje. En la secuencia del gen, los seres humanos modernos presentan dos mutaciones que los diferencia del resto de los primates.

Y al resultar que en el gen aislado de los restos fósiles las mutaciones han sido las mismas que presenta el Homo Sapiens Sapiens, se detonó la hipótesis de que los neardentales pudieran hablar.

En el relato “Hijo del tiempo” Isaac Asimov cuenta la historia de un niño neandertal que es traído al presente por un equipo de investigadores y almacenado en una burbuja para tratar de obtener la mayor información sobre los usos y costumbres de los suyos. El niño queda al cuidado de una enfermera especializada que al inicio reacciona con repulsión y cree que se trata de un niño-mono.

Pero los días junto a él le hacen cambiar su forma de pensar. “El niño feo” es un notable relato sobre la relación con otros seres, la empatía y la mirada del otro. Hoy, otro Neandertal (ni el propio Asimov, que decía que esta historia era su favorita, lo hubiera imaginado) ha sido, en cierta forma, traído a nuestro tiempo. Y a nosotros nos tocó quedar del lado de afuera de la burbuja, nada menos que para escucharlo.

domingo, 22 de junio de 2008

Acerca de escribir de política en una novela
Autor:
Belén Gopegui


Materia: Literatura
Colección: Foro Complutense
Páginas: 64
Formato: 12 x 17 cm.
Encuadernación: Rústica

Año: 2008
ISBN:
978-84-7491-921-9
Ref.: 0410.007
P.V.P.:









Una de las escritoras más relevantes e incómodas de la actual narrativa española cuestiona el lugar común más activo de la estética dominante: la incompatibilidad entre política y arte literario. Belén Gopegui encuentra la raíz de tal juicio en el concepto de verosimilitud mientras despliega, con agudeza no exenta de mordacidad, los mecanismos narrativos que intervienen en su construcción.
Venus venerada
Tradiciones eróticas
de la literatura española
Autor:
J. Ignacio Díez y
Adrienne L. Martín (eds.)



Materia: Literatura
Colección: Académica

Páginas: 280

Formato: 14 x 21
Encuadernación: Rústica

Año: 2006
ISBN:
84-7491-791-3
Ref.: 0270.001
P.V.P.: 15 €




Probablemente la parcela literaria que acumula una mayor cantidad de malentendidos, tópicos e ideas recibidas sea la erótica. Sólo en las últimas dos décadas, en España y fuera de ella, los estudiosos han dedicado su atención a este género que habitualmente incita miradas despectivas o rechazo total. Pero aún se perciben contrastes entre cierto descuido crítico y el justificado interés de los lectores.

En Venus venerada, investigadores de dos prestigiosas universidades (la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de California) desde enfoques diversos, proponen una apasionada mirada crítica a los autores, tendencias y obras de la literatura erótica española, a lo largo de la Edad Media, los Siglos de Oro y la Ilustración.
Arte sutilísima, por la cual se enseña
a escribir perfectamente (1550)
Autor:
Juan de Icíar

Edición facsímil con estudio preliminar

Materia: Bibliofilia
Colección: Patrimonio Bibliográfico Complutense


Páginas: 240
Formato: 14,5 x 21 cm
Encuadernación: tapa dura con sobrecubierta

Año: 2007
ISBN:
978-847491-901-1
Ref.: 0130.001
P.V.P.: 25 €uros



Una obra de impactante expresividad estética, que evidencia cómo en los emergentes estilos de la escritura del S. XVI -cancilleresca y cursiva-
el afán comunicador se conecta con un vigoroso reto estético que convierte un saber aparentemente menor en arte. El resultado es una realidad visual gozosa para el lector. La cuidada realización artesanal de los grabados que componen esta obra desvela cómo el influjo que en principio ejerce la caligrafía sobre la tipografía va evolucionando hacia una progresiva adaptación de la escritura a las nuevas técnicas y posibilidades artísticas de la imprenta. La pasión bibliográfica y la generosidad del erudito D. Francisco Guerra, junto con los diversos estudios preliminares de destacados investigadores, han posibilitado la edición facsimilar y la contextualización de la magna obra del calígrafo vizcaíno del S. XVI Juan de Icíar. Un logro particularmente valioso pues parte de uno de los pocos ejemplares que queda en el mundo de esta obra, que llega hasta nuestros días en un notable estado de conservación.

GEORGE LAKOFF

No pienses en un elefante.
Lenguaje y debate político
Autor:
George Lakoff



Materia: política
Colección: Foro Complutense
Páginas: 176
Formato: 12 x 19cm.
Encuadernación: Rústica

Año: 2007
ISBN:
978-84-7491-813-7
Ref.: 0410.004
P.V.P.:






¿Cómo enfrentar los avances políticos y electorales de la derecha norteamericana desde los tiempos de Ronald Reagan? ¿Por qué se han producido? Según el reputado lingüista G. Lakoff, por la capacidad de los estrategas republicanos de activar estructuras mentales inconscientes, que mueven nuestros comportamientos y nos impiden atender a la racionalidad de nuestros intereses, o a los meros datos de la realidad.

Breve e informal, ¡No pienses en un elefante! (el elefante es el símbolo del Partido Republicano) utiliza y difunde las investigaciones del Instituto Rockridge, único think tank progresista comprometido actualmente en los Estados Unidos con la tarea de un profundo cambio social a través del cambio de los marcos de referencia.

Lakoff nos ofrece “una guía práctica” para todos aquellos, activistas o no, interesados en la política.
La idea surge de sus anteriores estudios sobre lenguaje: pensamos en términos de marcos mentales ( frames ) y metáforas. Cuando la información que recibimos no se conforma a los marcos asumidos e incorporados a nuestro cerebro, nos quedamos con los marcos e ignoramos los hechos. Lakoff sostiene que los republicanos han conseguido activar, en una parte significativa de la población, la metáfora del “padre estricto”, una figura que define reglas de conducta, disciplina, castiga y educa con firmeza para un mundo competitivo. De esta forma, han logrado contrarrestar la influencia demócrata en la ciudadanía, movilizando representaciones como la del individuo expoliado por el Estado (para justificar la reducción de los impuestos) o mitos como el del carácter sacrosanto del matrimonio (para oponerse al matrimonio homosexual)

¿Cómo activar otros valores, principios y directrices políticas? ¿Cómo hacer, por ejemplo, que la apuesta por la paz y el diálogo sea más enérgica que el miedo al terrorismo? Según Lakoff, sólo a través de la afirmación contundente de los valores progresistas, desde su moral familiar, centrada en la metáfora de los “padres protectores” -que tratan de escuchar, comprender y educar a sus hijos para colaborar con otros-, hasta su idea del espacio público. Para no estar a la defensiva, los progresistas deben encontrar un lenguaje propio para comunicar y para reconfigurar radicalmente los términos en que se discuten los asuntos públicos.

sábado, 21 de junio de 2008

VENTA DE RADIOS

El grupo CIE se desprende de sus radios
Los empresarios mexicanos ponen en venta la Rock &Pop, Aspen y otras emisoras
Viernes 20 de junio de 2008 | Publicado en la Edición impresa > Ver opiniones de lectores (3) ImprimirEnviarCambiar tamañoPublicarVotar (0)Ya votaste (0) CompartirLink permanente
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El grupo CIE le ha puesto cartel de venta a sus radios en la Argentina. Más concretamente, en Buenos Aires, dado que las emisoras que el grupo mexicano explota desde hace más de ocho años en el país se ubican todas en el área metropolitana, contra lo que dispone la actual ley de radiodifusión. Las emisoras de CIE son Rock &Pop, su barco estandarte; Aspen, Blue, Metro, Splendid y América.

En cinco de esas emisoras se produjeron en las últimas semanas más de 90 despidos, en un desesperado proceso de reingeniería de la empresa con vistas a vender sus activos. Salvo en la Rock & Pop, en la que el propio grupo contrata a las figuras que salen al aire (por ejemplo, Mario Pergolini, Juan Di Natale), el resto de las emisoras se mantiene con un "loteo" de espacios, como se conoce en el lenguaje informal del mercado. Así, la oferta de contenidos está totalmente tercerizada.

El más firme candidato para comprar las emisoras, que ya realizó el proceso de due dilligence en la compañía, es el empresario Marcelo Mindlin, para quien el ministro de Planificación, Julio De Vido, ha tenido en los últimos tiempos elogiosas consideraciones.

Según fuentes seguras, Mindlin -entre cuyas empresas se cuentan Edenor, la Central Loma La Lata, en Neuquén; la Central Térmica Güemes, en Salta, y las hidroeléctricas mendocinas Nihuiles y Diamante-, desbroza por estos días la maraña administrativa, operativa y financiera de CIE, que explota las radios sin tener la titularidad de las licencias de radiodifusión, lo que constituye un obstáculo a la hora de desprenderse de sus activos. Así lo confirmaron anoche fuentes inobjetables del Comfer, organismo de contralor de la radiodifusión.

El grupo mexicano, que nació de la mano de los exitosos entrepreneurs Alejandro Soberón Kuri y Gabriel Lecumberri Pando, se fue desprendiendo en los últimos años del negocio del entretenimiento en la Argentina, no así en otros países vecinos, donde la seguridad jurídica es otra. Por caso, en Brasil.

Ayer, desde Washington, hacia donde viajó para "vender" a los parlamentarios norteamericanos las bondades de una nueva ley de radiodifusión, el interventor en el Comfer, Gabriel Mariotto, dijo a LA NACION: "Revisaremos todas las ventas que se hagan en el país".

El entramado de la compañía es complejo, habida cuenta la superposición de estrategias operativas con que se ha manejado históricamente. Las radios tienen que ser transferidas de una en una, porque se trata de activos separados. Incluso, antes de la resolución que hace cuatro años firmó Julio Bárbaro, ex titular en el Comfer, no era posible vender separadamente las emisoras AM y FM. Bárbaro concibió esa norma a la medida de CIE, pero el grupo no se deshizo entonces de ningún activo. Si CIE está listo para vender hoy no es por decisión de su staff vernáculo, que ha coqueteado en los últimos cinco años con varios oferentes. Fue decidido en las más altas esferas del grupo en el D.F. mexicano.

La digitalización del éter convierte a la radio FM en una excelente opción, aunque el negocio es todavía pequeño.

Una parte de la audiencia y la torta publicitaria se dirige en los últimos meses a la frecuencia modulada. Grupo Prisa fue el primero en entenderlo en España. En la Argentina, sostiene desde hace un mes un modelo idéntico: duplica los contenidos de la AM Continental por la FM 104.3, la radio que el gobierno de Néstor Kirchner le concedió a Mario Pergolini.

Susana Reinoso

ERWIN ROMMEL

Erwin Johannes Eugen Rommel


(*15 de noviembre de 1891 – † 14 de octubre de 1944) fue uno de los más célebres militares, y el más famoso Mariscal de Campo alemán, durante la Segunda Guerra Mundial. Recibió el apodo de Zorro del Desierto (Wüstenfuchs) a raíz de su habilidad como comandante del Deutsches Afrika Korps durante las campañas militares de dicho cuerpo en África del Norte, entre 1941 y 1943. Posteriormente recibió el mando de las unidades alemanas estacionadas en Francia para contener la previsible invasión aliada, que acabó materializándose en Normandía.

Rommel es recordado frecuentemente no sólo por sus señaladas proezas militares, sino por su caballerosidad con sus adversarios — fue uno de los mandos alemanes que se negó a obedecer la Kommandobefehl. Tras el último atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944, fue acusado de haber participado en el mismo y obligado a suicidarse para evitar represalias contra su familia y su personal más cercano.


Tabla de contenidos-

1 Nacimiento y primeros años
2 Primera Guerra Mundial
2.1 Primeras acciones: Francia, 1914–1915
2.2 Guerra de movimiento: Rumanía, 1916–1917
2.3 Italia, 1917–1918
3 El periodo de entreguerras (1918–1939)
4 Segunda Guerra Mundial
4.1 Polonia, 1939
4.2 Francia, 1940
4.3 África, 1941–43
4.4 Italia, 1943
4.5 Francia, 1943–44
5 Rommel y el complot del 20 de julio de 1944
5.1 Contactos con los conspiradores
5.2 Rommel fuera de combate
5.3 Declaraciones en su contra
5.4 Otros indicios de su implicación
5.5 Indicios de la no implicación de Rommel
6 Muerte de Rommel
7 La personalidad de Rommel
8 Batallas en las que ejerció como comandante supremo
9 Bibliografía y referencias
9.1 Bibliografía
9.2 Referencias y notas
10 Juegos relacionados
11 Enlaces externos
11.1 Referencias y notas



Nacimiento y primeros años.

Erwin Johannes Eugen Rommel nació el 15 de noviembre de 1891 en Heidenheim, un pequeño pueblo a unos 45 km de Ulm, en Wurtemberg. Fue el segundo hijo de Erwin Rommel y Helene von Luz. Ambos progenitores profesaban la fe protestante, por lo que el joven Erwin Johannes Eugen fue bautizado en la misma el 17 de noviembre del mismo año. Tanto su padre como su abuelo paterno eran profesores de matemáticas de cierto renombre, mientras que la madre era la primogénita de Karl von Luz, quien fuera gobernador civil en Ulm (Regierungs-Präsident). Sus padres eran por tanto gente conocida y respetada en su entorno, aunque de clase burguesa. Tuvo cuatro hermanos: Manfred murió siendo niño; Helena se dedicó también a la enseñanza, en Stuttgart; Karl sirvió en la Primera Guerra Mundial como piloto y resultó lisiado al contraer la malaria estando de servicio en el Imperio Otomano; y Gerhardt siguió una carrera como cantante de ópera de moderado éxito.

Rommel podría ser clasificado durante su periodo infantil como el hijo que cualquier madre querría tener. «Era un niño muy dócil y amable. Bajito para su edad [...] hablaba muy lentamente y sólo después de reflexionar largamente. Tenía muy buen carácter, era amistoso y no se asustaba de nada.».
En 1898, Erwin Rommel padre es nombrado director del Realgymnasium de Aalen, un importante centro de enseñanza en su tiempo.
El joven Erwin Johannes empezó a asistir a dicho colegio como alumno, en donde mostró síntomas propios de un superdotado: se aburría en clase, no mostraba ningún interés por las materias tratadas y, sin embargo, aprobaba año tras año sin ningún esfuerzo. Era reservado y se mantenía a distancia de sus demás compañeros.

Durante su adolescencia la situación cambió para mejor. Desaparece su mansedumbre infantil, reemplazada por el estallido continuo de energía que le caracterizaría ya durante todo el resto de su vida. Comenzó a interesarse por todo tipo de actividades deportivas, especialmente el esquí y la bicicleta. Sus notas mejoraron de manera muy apreciable, consiguiendo graduarse con buena nota. Junto con un amigo suyo llamado Keitel (sin relación con el mariscal del mismo nombre) construyó un modelo de planeador a tamaño natural; consideró la idea de estudiar ingeniería, pero ante la oposición de su padre se alistó en el ejército. Presentó solicitudes en regimientos de artillería e ingenieros, pero en ambos le comunicaron que no había plazas disponibles. Así que se presentó a infantería. Durante las pruebas médicas le diagnosticaron una hernia inguinal, de la que se operó. Tras una convalecencia de casi cuatro meses, el 19 de julio de 1910 se incorporó al 124º regimiento de infantería «König Wilhelm I» (6º de Wurttemberg) en Weingarten con el rango de "aspirante" (cadete).

En el sistema alemán, los aspirantes a oficial debían cumplir un tiempo de servicio como soldados antes incluso de ser enviados a la academia de oficiales. Rommel fue ascendido a cabo en octubre y a sargento en diciembre. En marzo de 1911 fue trasladado a la Kriegsschule (escuela de guerra) de Danzig. Allí conoció, a través de un amigo suyo de la academia, a Lucie Marie Mollin, hija de un terrateniente prusiano que se encontraba en Danzig estudiando idiomas. Completamente enamorado, empezó con ella una relación formal que les conduciría al matrimonio unos años después, en 1916, durante un corto permiso durante la Primera Guerra Mundial. El matrimonio produjo bastante malestar en la familia de la novia, ya que eran católicos y no vieron el enlace con buenos ojos.

Cuando Rommel volvió a su regimiento tras graduarse en enero de 1912, se mantuvieron en contacto escribiéndose prácticamente a diario, costumbre que Rommel mantendría inalterada en todos sus posteriores periodos de separación. Su viuda Lucie Marie Rommel logró conservar grandes cantidades de esas cartas a pesar de los saqueos sufridos durante la Segunda Guerra Mundial.

En 1913 fallece su padre de forma súbita. Su madre siguió viviendo en la casa familiar, manteniendo el contacto de forma fluida con todos sus hijos hasta su muerte en 1940.

En 1928, Erwin y Lucie tuvieron a su único hijo, Manfred Rommel, que con los años sería secretario de estado y alcalde de Stuttgart. Sin embargo, los historiadores John Bierman y Colin Smith afirman que Rommel tuvo una aventura en 1913con Walburga Stemmer, una joven frutera de Weingarten. De esa relación extramatrimonial nacería Gertrud Pan. Según los autores, Walburga se suicidó en 1928, al enterarse del nacimiento de Manfred.


Primera Guerra Mundial

En los dos años que transcurren desde su nombramiento como teniente (Leutnant) hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, Rommel se dedica principalmente a tareas de instrucción de tropa, actuando como jefe de sección. Destaca especialmente por su entusiasmo, su capacidad didáctica y su total seriedad. No fuma, no bebe, no asiste a bailes ni locales de alterne y (posiblemente por considerarse comprometido) no se le conoce ni una sola relación sentimental más que con su adorada Lucie (exceptuando la supuesta con Walburga). Sus compañeros durante dicho periodo le recuerdan como un joven oficial sociable, pero reservado, con mayor tendencia a escuchar que a hablar, pero muy independiente a nivel intelectual.

En marzo de 1914 es destinado como jefe de sección, en un programa de intercambio interarmas, a una de las baterías del 49 regimiento de artillería, estacionado en Ulm. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, recibe orden de volver a su regimiento el 31 de julio de 1914, y se pone en marcha unos días después hacia la frontera francesa.


Primeras acciones: Francia, 1914–1915

Su regimiento estaba adscrito al XIII Cuerpo de Wurtemberg, bajo el mando del general von Fabek. Este cuerpo formaba parte del 5º Ejército alemán, cuya misión era actuar como el extremo interior del «rodillo» que el Plan Schlieffen esperaba lanzar sobre Bélgica y los Países Bajos. La zona de acción del regimiento de Rommel era justo enfrente de las Ardenas meridionales. Éstas son algunas de sus acciones en dicho frente, extraídas principalmente de su libro de memorias:

Su primera acción de guerra fue en las cercanías de Longwy, en la frontera franco-belga. El día 22 de agosto de 1914 su sección ocupa su posición en el frente. Rommel, después de casi 24 horas a caballo actuando como oficial de enlace, sale de exploración acompañado por dos soldados y un suboficial. Localiza a un grupo de entre quince y veinte soldados franceses acampados a cierta distancia de sus propias posiciones. Decide aprovechar la sorpresa y abre fuego contra ellos junto a sus tres acompañantes. Se retira en cuanto empiezan a recibir disparos de vuelta, dejando muertos o heridos a unos diez franceses, sin bajas propias.
El 24 de septiembre, mientras actúa como enlace en solitario, se da de bruces con una patrulla francesa de cinco soldados. Abre fuego contra ellos, sin dudarlo, y abate a dos antes de que se le acabe la munición. En lugar de pararse a recargar, carga a la bayoneta contra los tres restantes, poniéndolos en fuga, aunque sufriendo una herida de bala en el muslo. Por esta acción recibió la Cruz de Hierro de segunda clase, y más tarde escribiría en sus memorias una célebre frase: «En combate cercano, la victoria es del que tiene una bala más en el cargador».
El 29 de enero de 1915 se infiltra de madrugada con toda su sección tras las líneas francesas, aprovechando un tramo desenfilado de alambrada que ha descubierto en una de sus salidas de exploración. Consigue capturar cuatro casamatas francesas en un asalto por sorpresa, y procede luego a defenderlas durante todo el día contra los continuos intentos de contraataque por parte de un batallón francés. Pierde una de las casamatas, pero la recupera en una nueva carga a la bayoneta por sorpresa. Al final del día, cuando se hace evidente que ninguna otra unidad de su batallón está aprovechando la brecha abierta, ordena la retirada. Toda la operación le costó tan sólo doce bajas entre muertos y heridos. A raíz de ello, recibió una severa reprimenda de su oficial en jefe por tomar iniciativas temerarias en el campo de batalla, y fue más tarde premiado con la Cruz de Hierro de primera clase.
En octubre de 1915 Rommel fue ascendido a Oberleutnant (Teniente 1º) y trasladado al recientemente creado WGB (Würtembergische Gebirgsbataillon), en el que recibió el mando de una compañía. Pasó casi un año sin más actividad, estacionado en los Vosgos, durante el cual se casó con Lucie. No llegó a vivir los peores momentos de la guerra de posiciones en Francia, pero ya mostraba una gran independencia en la toma de decisiones. Aunque se haría famoso (sobre todo posteriormente) por sus arriesgadas y veloces acciones, en este periodo muestra un enorme interés por las fortificaciones y atrincheramientos, obligando a sus hombres a cavar trincheras tan pronto como se estacionaban en alguna parte. Entendía (y así lo recogió en sus memorias) que esa era la única forma en que la infantería en posición estática podía sustraerse al efecto de la artillería. Su sección tuvo la menor cantidad de muertos y heridos de su regimiento en todo ese periodo.


Guerra de movimiento: Rumanía, 1916–1917

El 27 de agosto de 1916, Rumanía declaró la guerra a las potencias centrales. El WGB fue trasladado a dicho frente, integrado en el Alpenkorps. El WGB no era un batallón tradicional; estaba formado por seis compañías de fusileros en lugar de cuatro, más seis compañías de ametralladoras. Al ser una unidad puramente de montaña, se esperaba de sus mandos que pudiera operar independientemente si la situación lo requería, y tenía una formación muy flexible: normalmente no combatía como una sola unidad cohesionada, sino que era dividida en dos o más grupos tácticos independientes (Abteilungen) según las circunstancias. Era el destino ideal para Rommel, que se encontró casi desde el principio al mando de grupos independientes, a veces sólo su propia compañía, a veces varias, en alguna ocasión incluso controlando todo el batallón.

El ejército rumano intentó casi siempre una defensa estática, ubicando posiciones fortificadas en lo alto de cimas abruptas, o cerrando pasos de montaña. La respuesta más empleada por Rommel consistía en infiltrarse tras las líneas rumanas con sus fuerzas, aprovechando repechos y desenfiladas, y tendiendo una línea telefónica de campaña tras de sí. Si conseguía pasar inadvertido, lanzaba un ataque por sorpresa al amanecer, a veces coordinado con fuego de cañón o de ametralladora. Una vez tras las líneas, nunca dudaba en atacar, sin importarle la inferioridad numérica: afirmaba que la sorpresa y el efecto psicológico de encontrar al enemigo en zonas consideradas seguras requería de las tropas una gran moral y calidad para reponerse y plantar cara de forma efectiva, calidad que no creía existiera en el caso de los rumanos.

Ejemplo de lo acertado de su planteamiento es la captura y posterior defensa del conjunto de posiciones fortificadas alrededor del monte Cosna, del 10 hasta el 18 de agosto de 1917. Para dicha acción, Rommel recibió el mando de tres de las compañías de fusileros y dos de las de ametralladoras. Durante el asalto inicial del día 10 recibió un balazo en el antebrazo izquierdo, a pesar del cual se mantuvo al mando de su grupo de batalla hasta que los rumanos cesaron en sus intentos de contraataque. Los días 19 y 20, con el enemigo detenido y ya totalmente extenuados Rommel y sus hombres, se lanzaron al asalto de las últimas posiciones rumanas, capturándolas, y el grupo de batalla fue relevado.


Italia, 1917–1918

Sus acciones en Italia supusieron para Rommel la codiciada Pour le MériteRommel se estrenó en el frente italiano el 26 de octubre de 1917 en la Batalla de Caporetto (conocida por los alemanes como 12ª batalla del Isonzo), en la que tuvo un papel muy destacado. Su batallón fue asignado como unidad de reserva para apoyar una penetración realizada por dos batallones bávaros. Sin embargo, el asalto pronto quedó atascado frente a las líneas italianas. Rommel, con dos compañías, se infiltró tras las líneas cruzando el Isonzo y tomó a la bayoneta las posiciones de una batería italiana. En los combates subsiguientes, Rommel mandó aviso a su comandante de batallón, Sprösser, junto con más de mil prisioneros italianos, alertando de que había conseguido romper las líneas.


Al recibir la noticia, su comandante le envió cuatro compañías más con la orden de sostener la brecha.
Rommel, con seis compañías bajo su mando, prosiguió su infiltración en territorio italiano, emboscando en la carretera hacia el Monte Matajur una columna de refresco. Sorprendidos totalmente, los italianos no ofrecieron apenas resistencia, siendo capturados unos 2.000 hombres y 50 oficiales de la 4ª brigada de Bersaglieri, con todo su armamento e impedimenta.

Gratamente sorprendido por la falta de combatividad italiana al ser pillados desprevenidos, Rommel decidió proseguir el avance con algo menos de una compañía, a marchas forzadas durante el resto del día y de la noche. Al amanecer del día 29, localizó un enorme campamento de la brigada Salerno. Junto con dos oficiales y algunos soldados, se plantó en el centro del campamento informando a los italianos de que estaban totalmente rodeados y tenían 15 minutos para rendirse. Sorprendidos y atónitos, los oficiales italianos no se dieron cuenta del farol y se rindieron, aumentando la lista de prisioneros en 1.500 hombres y otra cincuentena de oficiales.

Cuando Rommel finalmente escaló el monte Matajur y lanzó las bengalas acordadas para señalar su avance con éxito, llevaba junto con sus exhaustas tropas más de 50 horas de actividad ininterrumpida, marchando a lo largo de más de 19 km a vuelo de pájaro en un terreno montañoso, capturando en el proceso unos 150 oficiales, 9.000 hombres y 81 cañones de distinto calibre, con apenas bajas propias. Cinco regimientos italianos al completo fueron borrados del orden de batalla por una fuerza que nunca llegó a sumar más de seis compañías. Este tremendo éxito le supuso la concesión de la más alta condecoración prusiana, la codiciada Pour le Mérite, y el ascenso a capitán.

Asombrado en extremo por la baja moral de los italianos, empezó una furiosa persecución de las fuerzas puestas en fuga. Cruzó las heladas aguas del Piave apenas unos días después junto con seis hombres, en plena noche, y con esas ridículas fuerzas atacó Longarone, obligando a rendirse a la numerosa guarnición. Una vez hubo cruzado el resto de su grupo táctico, consiguió nuevos éxitos en la zona de Longarone, repeliendo un último y desesperado ataque nocturno por parte de los italianos, en el que estuvo a punto de ser arrollado y hecho prisionero. El 31 de diciembre de 1917, Rommel recibió un nuevo destino, ayudante de campo en un estado mayor (General Kommando 64). Para su tremendo disgusto, pasó el resto de la guerra en funciones administrativas.


El periodo de entreguerras (1918–1939)

Tras la capitulación alemana de 1918 llegó el Tratado de Versalles, el intento aliado de evitar que Alemania mantuviera la capacidad de alzarse nuevamente en armas. En el entorno militar, nadie dudaba de que antes de la capitulación aún era posible la defensa. Las únicas tropas enemigas que habían pisado suelo alemán desde la fallida ofensiva rusa de 1914 habían sido prisioneros de todas las nacionalidades. El shock que supuso la rendición prácticamente incondicional, unida a la desmovilización forzosa, dejó una gran cantidad de militares resentidos que no tardaron en unirse en masa a los Freikorps.

Ese no fue el caso de Rommel. El plan de desmovilización y reorganización diseñado por su comandante en jefe, el general Hans von Seeckt, redujo en efecto las fuerzas armadas alemanas a unos 100.000 hombres liderados por 4.000 oficiales. Sin embargo, la reducción no fue al azar. Se conservó en activo a todo oficial que hubiera demostrado disciplina, capacidad formativa, valor y decisión en el terreno, ya que ese pequeño ejército de la república de Weimar debía convertirse, en cuanto fuera posible, en el núcleo de mando de un nuevo ejército alemán. El plan secreto de von Seeckt, conocido y aprobado por todos los oficiales que se mantuvieron en el ejército, consistía en producir una sobrecualificación en todo el escalafón: entrenar a todo el personal de forma que pudiera cubrir las responsabilidades correspondientes a un rango por lo menos dos veces superior al que ostentase. De esa forma, cuando llegara el momento se podría iniciar de nuevo el reclutamiento, ascender a los miembros del ejército preexistente y tener un ejército movilizado de un tamaño muy superior. Rommel era, en ese contexto, el oficial ideal.

Tras ir a buscar a su esposa, enferma y aislada en Danzig tras la entrega del «pasillo» a Polonia, en 1919 recibió el mando de una compañía con la que fue destinado a la cuenca del Ruhr hasta 1921 realizando tareas de mantenimiento del orden. De ahí fue trasladado al 13º regimiento de infantería, de vuelta en Stuttgart. Ejerció como capitán en el mismo hasta el 1 de octubre de 1929, momento en el que fue destinado como instructor a la Academia de Infantería de Dresde. Durante sus clases en la misma solía emplear los ejemplos que más a mano tenía: sus propias acciones durante la guerra. Desempolvó sus diarios de campaña, con multitud de esbozos y mapas hechos a mano por él mismo, y los empleó en sus clases, repasando cada acción una y otra vez, resaltando los aciertos y los errores, animando a sus alumnos a sacar sus propias conclusiones. Es bien conocido un incidente en el que, revisando los inicios del Plan Schlieffen en clase, preguntó su opinión sobre cierta parte del mismo a uno de sus alumnos. Cuando el aludido empezó a recitar la respuesta, Rommel le interrumpió, diciéndole «ya sé lo que opinaba el Estado Mayor General al respecto. Le estoy preguntando lo que opina usted».[5]

Siguió como oficial instructor durante cuatro años, hasta que el 31 de enero de 1933 fue ascendido a comandante y puesto al mando del 3er batallón del 17º regimiento de infantería, una unidad de tropas de montaña. Fue al mando de este batallón cuando se produjo el primer contacto entre Hitler y Rommel, incluyendo un conocido encontronazo entre este último y las SS: Durante la Pascua de 1935 Hitler debía presidir un acto castrense en el que el 3er batallón formaría frente al jefe del estado. Rommel recibió aviso de que un pelotón de las SS formaría entre su batallón y Hitler, haciéndose responsables de su seguridad. Lo tomó como un insulto, alegando que si el jefe del estado no se sentía seguro frente a sus propios soldados, no tenía ninguna intención de hacerles formar. Finalmente, tras la intervención personal de Heinrich Himmler y Joseph Goebbels, las SS no formaron y Hitler felicitó a Rommel por el aspecto de su batallón.

El 15 de octubre de 1935, con el rearme alemán funcionando a plena potencia, Rommel es ascendido a teniente coronel y recibe el traslado como instructor a la Academia de Guerra de Potsdam. Es un hecho poco conocido el que durante su época en Potsdam estuvo también temporalmente a cargo de la instrucción de las Juventudes Hitlerianas. Duró poco en el cargo; su jefe directo, Walter von Schirach, pretendía una militarización de la organización, a la que Rommel se negaba. Argumentaba que el objetivo debía ser más educativo, persiguiendo más la forja del carácter que la consecución de unas habilidades militares. Al recibir la negativa de Schirach, le indicó ácidamente que si tanto deseaba entrenar soldados, debería empezar por convertirse él mismo en uno. A los pocos días, Rommel era relevado de su cargo como instructor jefe de la Hitlerjügend, como ya se esperaba.

En 1937 recoge sus memorias y los apuntes de sus batallas discutidas en sus clases y publica el único libro que escribió en vida: Infanterie Greift An (La infantería ataca). Pronto se repitieron las ediciones, se tradujo a varios idiomas y se convirtió en manual de lectura obligatoria en varias academias militares de todo el mundo. Pero el lector más influyente sobre el destino de su autor fue, sin duda, el propio Hitler. Fue ascendido a coronel después de la publicación del libro. El 9 de noviembre de 1938, al finalizar su turno de tres años como instructor en Potsdam, recibió el cargo de director de la Academia de Guerra de Wiener Neustadt. Sin embargo, Hitler le seleccionó poco después para dirigir el Führerbegleitbataillon, el batallón de la guardia personal de Hitler, con la misión de escoltar al Jefe del Estado. A raíz de su nuevo nombramiento, Rommel pasaría a tener un trato casi diario con Hitler.

El 23 de agosto de 1939, Rommel es ascendido a general y destinado al cuartel general del Führer como jefe de seguridad.


Segunda Guerra Mundial

Polonia, 1939
La intervención de Rommel en esta campaña fue escasa en cuanto a resultados, pero enormemente influyente en los años posteriores. Cumpliendo con sus funciones de jefe de seguridad, pasó mucho tiempo conviviendo con Hitler. Durante el mismo vio los rasgos positivos del carácter del Führer: seguridad en sí mismo, valor personal, dotes de mando, capacidad de gestión y una tendencia a seguir sus impulsos en contra de lo que opinaban las mentalidades más conservadoras del Estado Mayor General. Al ser una campaña tan corta como exitosa, no llegó a conocer entonces la obstinación irracional de Hitler, sus ataques de rabia histérica, o su decisión de sacrificar cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos, incluyendo a sus soldados o la propia Alemania. Hasta que pudo verlo por sí mismo años después (sobre todo a raíz de la batalla de El Alamein, en 1942), Rommel se formó una imagen limitada de quién era su comandante en jefe.

Al acabar la campaña, Rommel quedó de nuevo agregado al estado mayor de Hitler. Este profesaba mucha simpatía al dinámico general que tan poco se parecía a los oficiales prusianos, de ascendencia noble la mayoría, que tanto abundaban en el Estado Mayor General y a los que despreciaba. Un buen día le preguntó en una conversación casual qué era lo que más le gustaría. Rommel no lo dudó ni un instante: «El mando de una división blindada».

El 15 de febrero de 1940 Rommel tomó el mando de la 7ª División Panzer, en Godesberg, reemplazando al general Georg Stumme. Era la primera vez que ostentaba el mando de una unidad de blindados. Inmediatamente puso manos a la obra y pasó los meses siguientes entrenando intensivamente con su nueva unidad, conociendo a sus oficiales y preparando a todos para el tipo de guerra que tenía intención de ejecutar.


Francia, 1940

En 1940, sólo tres meses antes de la invasión, Rommel se puso al frente de la 7ª División Panzer, que se recordaría como la Gespenster-Division (la División Fantasma, debido a la velocidad y sorpresa que constantemente lograba, hasta el punto de que incluso el Alto Mando Alemán perdió la pista de dónde se encontraba), para la invasión de Francia y los Países Bajos. Ésta era la primera vez que Rommel se ponía al frente de una división Panzer. Mostró considerables habilidades en esta operación, repeliendo un contraataque del ejército británico en Arras y provocando el caos en las comunicaciones, suministros y las columnas de refuerzos aliadas al atacar en sitios que los aliados consideraban seguros y a muchos kilómetros del frente. La Séptima División Panzer fue una de las primeras unidades alemanas en alcanzar el Canal de la Mancha (el 10 de junio) y capturó el vital puerto de Cherburgo. Como recompensa, Rommel fue promocionado y nombrado comandante de la Quinta División Ligera (más tarde reorganizada y renombrada como Vigésimoprimera División Panzer) y de la 15ª División Panzer, que fue enviada a Libia a principios de 1941 para ayudar a las derrotadas y desmoralizadas tropas italianas, formando el Deutsches Afrika Korps, al frente del cual Rommel logró su mayor fama.

A lo largo de la campaña de Francia, Rommel llevó al extremo la nueva táctica de la Blitzkrieg y se distinguió por dirigir a sus hombres desde la primera línea para hacerse una idea en tiempo real de la situación, asumiendo numerosos riesgos y estando a punto varias veces de morir en combate.[cita requerida]


África, 1941–43

Rommel durante una conferencia de estado mayor en el desierto occidental, 1942.Rommel pasó la mayor parte de 1941 organizando y volviendo a formar a las maltrechas tropas italianas, que habían sufrido una serie de derrotas a manos de la Commonwealth británica, entonces bajo las órdenes de Richard O'Connor.

En la primavera de 1941 lanzó una ofensiva que empujó a los aliados fuera de Libia, pero no pudo apenas penetrar en Egipto y, sobre todo, dejó tras sus líneas el importante puerto de Tobruk que, aunque cercado por tierra por las tropas del Eje, todavía resistía bajo las órdenes de un general australiano, Leslie Morshead. El comandante en jefe aliado Archibald Wavell lanzó dos ataques para levantar el cerco de Tobruk (Operación Brevity y Operación Battleaxe), pero ambas fracasaron.

Tras el fracaso de Battleaxe, Wavell fue relevado por Claude Auchinleck, quien lanzó una nueva gran ofensiva para liberar Tobruk, la Operación Crusader, que por fin tuvo éxito y permitió a los aliados reconquistar la Cirenaica. Sin embargo, cuando la ofensiva se quedó sin fuelle, Rommel contraatacó. En una clásica Blitzkrieg (guerra relámpago), Rommel flanqueó a los británicos en Gazala, rodeando y reduciendo al núcleo fuerte en Bir Hakeim y forzó a los británicos a una retirada rápida para evitar ser derrotados por completo. Tobruk, asediada y aislada, era ahora todo lo que había entre el Afrika Korps y Egipto. El 21 de junio de 1942, tras un rápido, coordinado y fiero ataque combinado, la ciudad se rindió junto con sus 33.000 defensores. Sólo en la caída de Singapur, un poco antes en ese mismo año, se capturaron más tropas británicas y de la Commonwealth. Las tropas aliadas habían sido derrotadas. En unas pocas semanas habían sido empujadas de vuelta a Egipto.

La ofensiva de Rommel fue finalmente detenida en El Alamein, a sólo 100 km de Alejandría. Rommel perdió la Primera Batalla de El Alamein debido a una combinación de problemas de suministros, tácticas aliadas mejoradas, y que los aliados ya habían descifrado las comunicaciones secretas alemanas cifradas en la máquina enigma. Los aliados, con la espalda contra la pared, estaban muy cerca de sus suministros y tenían tropas frescas a mano para reforzar sus posiciones. La táctica de Auchinleck, de atacar continuamente a las debilitadas tropas italianas durante la batalla, forzó a Rommel a usar el Deutsches Afrika Korps en un papel de bomberos, dejando la iniciativa en manos aliadas. Rommel trató de romper las líneas enemigas una vez más en la Batalla de Alam Halfa. Fue finalmente detenido por el recientemente llegado nuevo comandante, el Teniente General Bernard Montgomery, ayudado por el hecho de que los Aliados se habían hecho con una máquina (Ultra) capaz de descifrar las comunicaciones alemanas, alertando así del plan de Rommel antes de la batalla.

Con las fuerzas británicas de Malta interceptando sus suministros en el mar y las grandes distancias que debía cubrir en el desierto, Rommel no podía mantener indefinidamente la posición de El Alamein. A pesar de ello, hizo falta una gran batalla, la Segunda Batalla de El Alamein, para derrotar a las fuerzas germano-italianas y obligarlas a retirarse. Fue entonces cuando Hitler intervino y desautorizó por primera vez a Rommel en combate: el Führer revocó la orden de retirada y ordenó al ejército alemán a permanecer en sus posiciones y resistir hasta el último hombre. La orden fue una sorpresa para Rommel, que no obstante la acató y suspendió la retirada. Sin embargo, esto significaba condenar su ejército a la destrucción por lo que 24 horas más tarde decidió insubordinarse y volvió a ordenar la retirada. No sufrió medidas disciplinarias por ello pero en el espíritu de Rommel quedó para siempre una mala impresión de su comandante en jefe.[7]

Tras la derrota en El Alamein, las fuerzas de Rommel se limitaron a tender emboscadas al ejército británico que les perseguía y no volvieron a plantear lucha abierta hasta que llegaron a Túnez. Incluso ahí, su primera batalla no fue contra el Octavo Ejército Británico, sino contra el 2º Cuerpo Estadounidense, que había desembarcado en Marruecos y Argelia durante las semanas anteriores (Operación Torch). Rommel infligió un duro revés a las fuerzas americanas en la Batalla del paso de Kasserine. En esta batalla, uno de los oficiales de observación destinados en su estado mayor, Claus von Stauffenberg, es gravemente herido en un bombardeo.

Volviendo una vez más a enfrentarse a la Commonwealth en las antiguas defensas fronterizas francesas de la Línea Mareth, Rommel no pudo retrasar más lo inevitable. Ultra fue un poderoso factor que precipitó la caída de sus fuerzas. El 6 de marzo de 1943, tras librar una última batalla, Rommel fue evacuado. Cinco días después fue condecorado con los brillantes de la Cruz de Caballero. Sus hombres se convertirían en prisioneros de guerra pocos meses después.


Italia, 1943 -
Tras su evacuación de Túnez, Rommel pasó un tiempo encerrado en una villa de Alemania. Su estancia allí era secreto de estado ya que la propaganda oficial seguía hablando de él como si estuviese aun al frente de sus tropas en África, para mantener la moral.[7]

Al consumarse la rendición en Túnez (13 de mayo de 1943), Rommel fue transferido temporalmente al cuartel general de Hitler como "consejero militar", sin mando efectivo salvo un paso fugaz por Grecia. El desembarco aliado en Sicilia (10 de julio) y el derrocamiento de Mussolini dos semanas después convencieron a Hitler de que Italia estaba a punto de rendirse y le impulsaron a intervenir militarmente. El Führer llamó a Rommel para comandar el nuevo Grupo de Ejércitos B, formado alrededor de Munich, que empezó a cruzar los Alpes pocos días después.

Desde agosto a noviembre Rommel dirigió lo que de hecho era un ejército de ocupación en el norte de Italia. No se ha acusado a Rommel de ningún crimen de guerra o contra la humanidad en este difícil periodo de pre-guerra civil, a pesar de las órdenes de Hitler de reprimir brutalmente a los partisanos.


Francia, 1943–44 -
En noviembre de 1943 Rommel recibió la orden de trasladar su Grupo de Ejércitos B a Francia y fue nombrado responsable de defender la costa francesa. Consternado por la situación con la que se encontró y el lento ritmo de trabajo, sabiendo que disponía de escasos meses antes de la invasión, Rommel revigorizó todos los esfuerzos de fortificación a lo largo de la costa atlántica. Bajo su mando, el ritmo de trabajo se aceleró significativamente, se colocaron millones de minas y miles de trampas anti-tanque, así como obstáculos en las playas y los campos.

Tras sus batallas en África, Rommel concluyó que para la defensa Oeste cualquier movimiento ofensivo resultaría imposible debido a la superioridad aérea Aliada. Argumentó que los tanques deberían estar dispersos en pequeñas unidades y deberían mantenerse en posiciones bien fortificadas, situadas tan cerca del frente como fuese posible, de modo que no tuvieran que moverse demasiado y no se apelotonasen cuando comenzara la invasión. Opinaba que la invasión debía ser detenida en las playas. Sin embargo, su comandante Gerd von Rundstedt decidió que no era posible detener la invasión cerca de las playas debido a la enorme potencia de fuego de la flota aliada y pensó que los tanques deberían estar formados en grandes escuadrones tierra adentro, cerca de París, donde permitirían a los Aliados adentrarse en Francia y entonces acabar con ellos. Cuando se pidió a Hitler que eligiese un plan, vaciló y situó los tanques en un punto intermedio. Lo suficientemente lejos como para ser inútiles para Rommel, pero demasiado cerca para von Rundstedt. A pesar de todo, el plan de Rommel estuvo a punto de llevarse a cabo.

Durante el Día D, bastantes tanques alemanes, sobre todo de la 12ª División Panzer SS, estuvieron cerca de las playas y crearon bastante caos. Pero la superioridad numérica de los Aliados y la negativa de Hitler a liberar a tiempo las reservas Panzer hicieron cualquier éxito irrelevante y las playas fueron pronto aseguradas por los aliados.


Rommel y el complot del 20 de julio de 1944

Para información más general sobre el complot, léase Atentados contra Hitler.


Contactos con los conspiradores -
La verdadera implicación de Rommel en el complot y su opinión sobre el mismo han sido tema de intenso debate a lo largo de los años. Lo que está más allá de toda duda es que los dos hombres clave del complot del 20 de julio, el doctor Carl Friedrich Goerdler y el Generaloberst Ludwig Beck, habían puesto sus ojos en Rommel para que les apoyara. Necesitaban desesperadamente una figura mediática que pudiera contrarrestar ante al pueblo alemán la sombra de cualquiera de los lugartenientes de Hitler que intentara ocupar su lugar, y también les hacía falta un militar de prestigio y alto rango que pudiera unir bajo su mando al ejército, enfrentándose a las SS si fuera necesario. Rommel era ambas cosas. A pesar de sus enemigos en el OKW, era una figura ampliamente respetada en el ejército, e incluso en las Waffen-SS, y además era la figura más popular en Alemania después del propio Hitler.[cita requerida]

Los conspiradores tenían dos contactos con Rommel: uno era Karl Strolin, alcalde permanente de Stuttgart y antiguo amigo y camarada de armas de Rommel en la Primera Guerra Mundial; el otro, el Generalleutnant Hans Speidel, quien siendo ya parte del complot había sido nombrado jefe de estado mayor de Rommel en Francia.

Strolin visitó a Rommel en febrero de 1944 para informarle de la conspiración. También le desveló en ese momento la existencia de los campos de exterminio.
Strolin declararía después que Rommel desconocía la intención de asesinar al Führer y creía que lo que se haría con Hitler era capturarle y encerrarle para ser juzgado posteriormente.

El 17 de mayo Rommel asistió a una reunión de altos cargos militares del Frente Occidental en la que el Generaloberst von Stülpnagel habló abiertamente del complot para matar a Hitler. Según numerosos testimonios (principalmente de Speidel y de la esposa de Rommel, Lucie), Rommel se opuso al magnicidio, prefiriendo una acción más suave por la que Hitler dimitiese o fuese depuesto pero no asesinado.

El éxito del desembarco aliado del 6 de junio convenció definitivamente a Rommel de que era imposible para Alemania ganar la guerra. El 12 de junio se entrevistó con el Generalfeldmarschall Gerd von Rundstedt y le explicó que la guerra en el Oeste no podía ganarse militarmente. El 26 de junio se entrevistó en persona con Hitler, por última vez. Ese mismo día Claus von Stauffenberg comenzó los preparativos para el atentado del 20 de julio.

El 9 de julio, los conspiradores hicieron un último intento por ganarse Rommel para su causa. Cesar von Hofacker, emisario de von Stülpnagel, informó al Mariscal del atentado inminente contra el Führer. Existen opiniones contradictorias sobre si Rommel dio por fin una respuesta afirmativa o bien prefirió no implicarse.

En cualquier caso, el 13 de julio Rommel redactó una versión ampliada y actualizada de su informe del 12 de junio sobre la imposibilidad de ganar la guerra contra los Aliados occidentales y se la envió al Generalfeldmarschall Günther von Kluge, sustituto de von Rundstedt. Von Kluge no lo enviaría a Berlín hasta días después del atentado, lo cual aumentaría los rumores contra Rommel.


Rommel fuera de combate.

Desde que se inició el desembarco de Normandía, Rommel ejercía su cargo como jefe del Grupo de ejércitos B visitando un cuartel general tras otro a fin de coordinar directamente las acciones de cada jefe. El 17 de julio de 1944 visitó por la mañana los cuarteles generales de las divisiones de infantería 276ª y 277ª. Al mediodía se reunió con Sepp Dietrich en el cuartel general del II Cuerpo de ejército blindado de las SS y hacia las cuatro de la tarde se encaminó de vuelta a su propio cuartel general. A pesar de evitar las carreteras principales, bombardeadas y abarrotadas de refugiados, su coche fue ametrallado por una pareja de Spitfires de la RAF (se atribuye oficialmente el ataque al jefe de escuadrón Charley Fox).

El coche fue alcanzado por una de las ráfagas, que hirió a su conductor, y se estrelló fuera de la carretera, quedando boca abajo en un canal de riego cercano. El conductor, soldado Daniel, murió unos días después. El comandante Neuhaus sufrió una fractura de cadera. El capitán Lang y el sargento Holke salieron con magulladuras leves. Rommel salió despedido del vehículo y quedó tendido en el centro de la carretera, inconsciente. Sufría una fractura cuádruple de cráneo, heridas en la cara producidas por fragmentos de parabrisas y una enorme hinchazón que le cerró el ojo izquierdo.[9] Los sucesivos doctores que le fueron atendiendo se mostraban muy pesimistas en cuanto a sus expectativas de supervivencia. La mayor parte del tiempo estaba inconsciente. Se despertaba de forma esporádica, pero era incapaz de moverse ni apenas hablar.

Por tanto, cuando tres días después el coronel Claus von Stauffenberg intentó matar a Hitler con una bomba, Rommel se debatía entre la vida y la muerte en una sala de operaciones en la que el Dr. Esch, uno de los mejores neurocirujanos de Alemania, se esforzaba por reconstruir su destrozada cabeza. Y lo consiguió. Para sorpresa de todos, Rommel superó las operaciones con el ojo izquierdo totalmente cerrado, completamente sordo del oído izquierdo y con terribles jaquecas transitorias, pero vivo. Era la sexta herida que recibía en acto de servicio.





Declaraciones en su contra -
En las investigaciones posteriores al atentado, varias de los detenidos implicaron de forma ambigua a Rommel. El Generaloberst Karl-Heinrich von Stülpnagel fue llamado a regresar a Berlín de forma urgente. Sabiendo que sería detenido nada más llegar, intentó suicidarse en el camino pegándose un tiro, pero colocó mal la pistola en la sien y sólo consiguió saltarse un ojo y casi perder el segundo. Según declaró a la Gestapo el médico que le atendió, repitió varias veces el nombre de Rommel mientras convalecía bajo los efectos del sedante. Luego fue llevado bajo arresto a Berlín, torturado durante algunos días y juzgado, condenado y ahorcado en un tiempo récord. La ejecución se llevó a cabo el 30 de agosto de 1944, y no se sabe con certeza qué más llegó a declarar bajo las torturas. Se considera posible que le ejecutaran con tanta urgencia debido al precario estado de salud en que quedó tras su intento de sucidio fallido y las torturas subsiguientes.

Speidel, su jefe de estado mayor, fue también arrestado. Llevado a Berlin y sometido a continuos interrogatorios por parte de la Gestapo (pero, sorprendentemente, no a torturas), Speidel consiguió pasar esa fase de la investigación sin denunciar a ninguno de sus camaradas conspiradores. Sin embargo, sí admite haber declarado que cuando se enteró del plan para atentar contra Hitler por boca de Stülpnagel y otros, lo puso en conocimiento de su superior directo, Rommel. Con eso dejó al mariscal en muy mala posición, ya que implicaba que, o bien estaba abiertamente a favor del atentado, o bien pecó de omisión al no informar de ello.

Martin Bormann, uno de los jerarcas nazis más poderosos, redactó un informe sobre estos interrogatorios en el que compilaba los testimonios que denunciaban a Rommel. Concretamente acusaba a Rommel de haberse puesto a la disposición del gobierno que tomase el poder tras el atentado. Sin embargo, los historiadores consideran que Bormann no es una fuente imparcial porque era un adversario declarado de Rommel.[cita requerida]

Por último, también jugó en contra de Rommel el hecho, circunstancial según todos los implicados, de que von Stauffenberg había sido ayudante en el cuartel general del Afrika Korps.


Otros indicios de su implicación-

Rommel estaba convencido de que Alemania debía firmar la paz con los Aliados occidentales y sabía también que éstos sólo aceptarían la rendición incondicional mientras Hitler continuase en el poder.

Existen indicios de que en los meses de junio y julio de 1944 Rommel cambió su postura inicial en contra de matar al Führer. Según su hijo Manfred, Rommel planeaba rendir su Grupo de Ejércitos B a los Aliados a fin de que éstos avanzasen hasta Berlín y terminasen así la guerra.

Bruno Ceppa, que era uno de los oficiales de estado mayor de Rommel en Francia, afirma que en la entrevista del 17 de julio entre Rommel y Sepp Dietrich el Mariscal le preguntó al SS si estaría dispuesto a obedecer sus órdenes incluso si contradijesen a las órdenes del propio Hitler. Dietrich respondió que Rommel era su jefe y serían sus órdenes las que él seguiría. El apoyo de Dietrich era esencial para Rommel porque comandaba el cuerpo de ejército más potente de los tres que componían las fuerzas de Rommel.

Otro indicio sobre la opinión positiva de Rommel hacia el complot proviene de Melcior von Schlippenbach, oficial de estado mayor que fue a visitarle durante su convalecencia y que afirma que éste le preguntó "¿No cree usted que habría sido mejor que el atentado del 20 de julio hubiese salido bien?"


En cualquier caso, todas las fuentes concuerdan en que Rommel estaba al corriente de los planes contra Hitler y que decidió no delatar a los conspiradores.


Indicios de la no implicación de Rommel -
El 24 de julio, el convaleciente Rommel le escribió a su mujer diciéndose sorprendido por el atentado contra el Führer y alegrándose de que éste hubiese sobrevivido. La mujer de Rommel siempre mantuvo que su marido no estaba implicado o al menos no apoyaba el complot para asesinar a Hitler.

Según el almirante Friedrich Ruge, Rommel le dijo al enlace naval de su estado mayor —con el que mantenía una abierta amistad— en el hospital mientras estaba convaleciente, refiriéndose al intento de asesinato: «Es una mala manera de resolver las cosas. Ese hombre es la encarnación del demonio. ¿Por qué convertirle en héroe y mártir? Mejor sería dejar que el ejército lo detuviera y lo juzgara. No destruiremos la leyenda de Hitler hasta que el pueblo alemán conozca la verdad.»

Según uno de los generales enviados por Hitler para forzar a Rommel al suicidio, éste habría dicho, en los últimos minutos antes de salir definitivamente de su hogar: "He querido al Führer y todavía le quiero."

El controvertido historiador David Irving sostiene que algunos altos jerarcas nazis, en particular Martin Bormann y Hermann Göring, deseaban incriminar a Rommel para quitárselo de encima. Esto les habría llevado a ofrecer a Speidel librarle de la muerte a cambio de un testimonio acusador sobre Rommel. El hecho es que Speidel fue el único conspirador reconocido como tal que no fue ejecutado, aunque también es posible que ello se deba a que no llegó a ser expulsado del ejército. En efecto, recibió el apoyo de von Rundstedt y sobre todo de Heinz Guderian, que había sido nombrado presidente de los tribunales de honor que expulsaron a todos los implicados, poniéndolos en manos del Tribunal del Pueblo de Roland Freisler.


Muerte de Rommel-


Tumba del mariscal Rommel en el cementerio de Herrlingen (Blaustein). Rommel pasó la convalecencia del accidente en su casa de Herrlingen. Su hijo Manfred, alistado en una unidad de defensa antiaérea de la Wehrmacht, recibió un permiso especial para acompañarle. Se encontraban también en la casa su esposa Lucie, el capitán Aldinger y un ordenanza. Al principio Rommel tenía también un servicio de centinela en la puerta del jardín, proporcionado por un cercano cuartel de la Wehrmacht, pero conforme transcurrían los días se le retiró dicho servicio «por orden superior».

Rommel hacía ya meses que aseguraba saber que sus enemigos en el Alto Estado Mayor confabulaban en su contra a oídos de Hitler, pero según declararon posteriormente sus allegados, no empezó a sospechar que se le pretendía inculpar en algo mucho más serio hasta que Speidel fue detenido por la Gestapo el 7 de septiembre. Desde entonces, empezó a salir a sus paseos diarios llevando su pistola de servicio en el bolsillo, y en uno de esos mismos paseos con Manfred le hizo fijarse en dos hombres de uniforme que les observaban desde lejos, diciéndole a su hijo: «Hace ya días que estamos bajo vigilancia».

Durante los días siguientes Rommel, aquejado aún de jaquecas dolorosas de forma ocasional, realizó diversas gestiones para liberar a Speidel, llegando incluso a presentar una carta de queja a Hitler por mediación de Sepp Dietrich. Amigos y conocidos de los Rommel les informaron de la presencia de desconocidos rondando su casa y haciendo preguntas entre los vecinos.

El 7 de octubre el Generalfeldmarschall Wilhelm Keitel telefoneó a Herrligen ordenando a Rommel que acudiera el día 10 a Berlín para «una entrevista sobre su futuro». Rommel se negó, alegando no tener permiso médico para hacer viajes tan largos. Confidencialmente, comunicó a su hijo y a Aldinger que no creía que se le permitiera llegar vivo a Berlín en caso de emprender tal viaje. Rommel procuraba en todo momento hacer este tipo de comentarios cuando su esposa no estaba presente, sabiendo que vivía en un terror constante desde que Speidel fuera arrestado.

El 8 de octubre Manfred se reincorporó a su batería hasta el 14 del mismo mes. Un día antes, el 13 de octubre, Rommel recibió una llamada del cuartel general central avisándole de que al día siguiente recibiría la visita de los generales Wilhelm Burgdorf y Ernst Maisel, del estado mayor general. Burgdorf era el jefe de personal del ejército y Maisel actuaba como su adjunto. Ambos se presentaron exactamente a las doce del 14 de octubre, en un coche oficial de la Wehrmacht conducido por un chófer con uniforme de las SS. Manfred había llegado por la mañana y ya se encontraba en la casa.

Mientras se retiraba a una habitación para hablar a solas con ambos generales, Rommel le pidió a Aldinger que tuviera a punto la carpeta con los papeles: sospechaba que pensaban acusarle de negligencia de algún tipo, de modo que desde que empezó el desembarco había estado acumulando documentación sobre todas las órdenes e informes que había enviado y recibido. Aproximadamente una hora después Maisel salió de la habitación, seguido tras unos minutos por Burgdorf, y ambos salieron a esperar junto al coche. Rommel subió directamente al piso superior y entró en la habitación de su esposa, donde conversó con ella unos minutos. Frau Rommel narra que al entrar, su marido le declaró lo siguiente tras mirarla durante un rato en silencio: «Vengo a decirte adiós. Dentro de un cuarto de hora estaré muerto. Sospechan que tomé parte en el intento de asesinar a Hitler. Al parecer, mi nombre estaba en una lista hecha por Goerdeler en la que se me consideraba futuro presidente del Reich... Jamás he visto a Goerdeler... Ellos dicen que von Stülpnagel, Speidel y von Hofacker me han denunciado. Es el mismo método que emplean siempre. Les he contestado que no creía lo que decían, que tenía que ser mentira. El Führer me da a elegir entre el veneno o ser juzgado por el tribunal popular».

Luego bajó a hablar con Aldinger y su hijo, que le esperaban en el piso inferior, y les contó lo mismo. Según narraron ambos posteriormente, Rommel se mostró cada vez más decidido a medida que descartaba, con una calma absoluta, todas las demás posibilidades. Aunque afirmaba ser inocente, no contaba con salir con vida en caso de enfrentarse a un juicio. El teléfono estaba cortado, con lo que no cabía pedir auxilio a alguna unidad militar cercana. Las calles (según le habían dicho Burgdorf y Maiser) estaban cortadas por patrullas de las SS, y todo el armamento disponible eran las pistolas de Rommel y Aldinger, con muy poca munición disponible. Además, le habían amenazado con tomar represalias radicales contra su familia y todos los miembros de su estado mayor, más sus familias respectivas, si no se suicidaba. La otra condición era que todo el asunto debía mantenerse en secreto. Nadie podía saber que su muerte era un suicidio ordenado. Si sus parientes o amigos hablaban, serían juzgados y ejecutados por traición. «Ante todo, debo pensar en mi esposa y en Manfred...».

Una vez tomada su decisión, se despidió de todos, tomó su gorra y su bastón de mariscal y subió al coche donde le esperaban Burgdorf y Maisel. Según declararon posteriormente tanto Maisel como Dose, el chófer, se dirigieron por la carretera en dirección a Ulm durante unos minutos. Luego Burgdorf les ordenó parar en el arcén y salir ambos a caminar por la carretera, alejándose del coche, mientras él se quedaba dentro con el mariscal. Al cabo de unos minutos Burgdorf salió también y les llamó. Al acercarse, declararon haber visto a Rommel encorvado y tendido en el asiento trasero, con la gorra y el bastón de mariscal en el suelo del vehículo, en los últimos estertores de su agonía.

Media hora después de su marcha, Aldinger recibió una llamada notificándole que Rommel había sufrido un derrame cerebral que le causó la muerte. El cuerpo fue llevado al hospital de Ulm, donde se prohibió terminantemente que se realizara la autopsia requerida por la ley. Tras el velatorio, el cadáver fue incinerado y las cenizas enterradas en Herrlingen tras un funeral de estado el 18 de octubre y la declaración de un día de luto nacional. Von Rundstedt, que había sido destituido de su cargo por contradecir la opinión de Hitler y de quien todos sabían que detestaba al partido nazi, pronunció una elegía fúnebre en la que afirmó que Rommel estaba «imbuido de los principios del nacionalsocialismo, motor de todos sus actos», y que «su corazón pertenecía al Führer». Durante la misma no miró ni una sola vez a la viuda ni a Manfred, se equivocó y tartamudeó varias veces, y una vez finalizada abandonó el lugar sin asistir a la cremación. Ruge, que no conocía la verdad, declaró más tarde que el comportamiento de von Rundstedt fue el primer indicio que tuvo de que la muerte de Rommel no había sido natural, aunque el propio von Rundstedt ha negado tal cosa, afirmando que de haberlo sabido, se habría negado en redondo a hacer tal espectáculo.

Llegaron notas de pésame de todas partes de Alemania, con dos curiosas excepciones: Keitel y Jodl. Ninguno de los dos envió el pésame a la viuda ni hizo acto de presencia en el funeral. Himmler hizo llegar a Frau Rommel una nota en la que declaraba conocer los detalles de la muerte de su marido y afirmaba estar totalmente horrorizado por lo ocurrido, añadiendo que nunca se habría prestado a algo semejante.

Burgdorf murió durante la caída de Berlin. Maisel sobrevivió a la guerra, sufrió el correspondiente juicio de desnazificación y quedó en libertad en 1949. Durante el juicio declaró la realidad de la muerte de Rommel, confirmada entonces públicamente por su viuda, su hijo y Aldinger. Esto supuso un fuerte impacto en la opinión pública, especialmente entre los veteranos que sirvieron con Rommel. Uno de ellos, el general Hans Cramer, declaró a Desmond Young que «Me gustaría poder coger entre mis manos a ese Maisel».

Es el único miembro del Tercer Reich que tiene un museo dedicado a su persona.



La personalidad de Rommel

Máscara mortuoria de Rommel, cedida por la familia al Deutschen Panzermuseum en MunsterEl carácter de Rommel era, según su familia y amigos, el del típico suabo (totalmente opuesto al de su vecino bávaro): tranquilo, calmado, respetuoso, con los pies en el suelo y poco dado a sentimentalismos ni grandes efusiones, aunque con un punto de poeta. Cuidadoso con el dinero, rozando incluso la tacañería. A nivel personal sentía una gran pasión por el campo y los deportes relacionados con el mismo, como la equitación, el montañismo, el remo y el esquí. Era también apasionado de las motocicletas y la mecánica: después de desarmar y volver a montar su primera motocicleta pieza a pieza, se llevó a su esposa de viaje con ella por la zona norte de Italia para mostrarle los lugares donde había combatido. Aparte de su vida familiar, no parecía tener otro interés en la vida más allá de su profesión, a la que dedicaba todas sus energías. El general Speidel, su último jefe de estado mayor, afirmaba que no creía que Rommel hubiera leído en su vida otra cosa que no fueran libros sobre táctica militar y las cartas de su mujer e hijo. Sin embargo, tenía también mucho sentido del humor y solía bromear con la tropa en cuanto tenía ocasión.

Erwin Rommel se consideró siempre a sí mismo como un soldado profesional. En las escasas ocasiones en las que hablaba con su esposa e hijo sobre su tiempo de campaña, decía siempre que la guerra era «una ocupación estúpida y brutal», a la que sin embargo se dedicaba con pasión. Totalmente devoto de sus hombres, disfrutaba con el entrenamiento continuo y era tenido por un jefe duro y exigente, pero siempre cercano y responsable. De hecho acostumbraba a ser más querido por la tropa que por sus oficiales. Decididamente no era un típico militar prusiano con ascendencia noble, sino un oficial de tropa de origen burgués. Nunca formó parte de la camarilla de oficiales que lideraba el estado mayor general alemán, con lo que se ganó multitud de enemigos en ese entorno, lo que le resultaría fatal en sus últimos días.

Fue uno de los generales que mejor entendió y asumió el concepto de Blitzkrieg, precisamente porque ya desde la Primera Guerra Mundial lo practicaba como fruto de sus propias reflexiones. Basta ver sus acciones de guerra durante ese periodo, incluyendo las que le hicieron ganar la Pour le Mérite, para darse cuenta de que durante la Segunda Guerra Mundial no hizo más que repetir los mismos conceptos que en la Primera, con mejor material y mayores efectivos. El tipo de reacción por sorpresa y la rapidez de decisión requeridos por una guerra ofensiva móvil eran la base del carácter y la forma de ser de Rommel.

A nivel táctico era un líder sin igual, dotado de lo que los alemanes llamaron Fingerspitzengefühl: una intuición táctica que parecía emanar de la punta de sus dedos, la capacidad de «leer» el terreno, tanto a simple vista como mediante un mapa, anticipándose a los planes del adversario y maniobrando a su antojo. Circulan multitud de anécdotas sobre esa capacidad casi sobrenatural, relatadas por parte de veteranos que coincidieron con él en alguna campaña. Según el capitán Hartmann, camarada de Rommel en el frente italiano, se decía en la división que «el frente está donde esté Rommel».


En el trato era humilde y directo. Detallaba todos sus planes de forma metódica y concisa. Al transmitirlos, lo hacía siempre de forma didáctica, dando las explicaciones pertinentes y repitiendo las partes más importantes a fin de enfatizarlas. Tenía siempre la tendencia a tomar directamente el control de las operaciones cuando lo creía necesario; incluso siendo mariscal de campo, no era raro verle al mando de un batallón liderando un avance. Eso mejoraba de forma palpable su relación con la tropa, que admiraba el ejemplo dado por «su» general, pero fue visto no pocas veces como una intromisión por parte de los oficiales temporalmente desplazados.

A pesar de esa humildad, Rommel se hizo conocido tanto por sus propias tropas como por sus enemigos. Curiosamente, en su periodo en África, tanto los soldados británicos como los alemanes se referían a él como «ese bastardo de Rommel» también le llaman «el jefe», ambos con el mismo tinte de admiración y envidia. Lo extraordinario de sus logros, unido al innato sentido de fair-play del que siempre presumen los británicos, llevó al mariscal Sir Claude Auchinleck a emitir, en 1941, una orden en la que exhortaba a todos los oficiales del cuerpo expedicionario británico en Oriente Medio, entre otras medidas, a no referirse nunca a Rommel. Pretendía con ello reducir la imagen que ya se estaba creando como general invencible.

El propio Rommel era bien consciente del valor de la imagen y el renombre y usó los suyos con frecuencia para presionar a sus jefes directos en un intento por conseguir los suministros que necesitaba. La misma tendencia agresiva que tantas victorias le supuso en batalla, hizo que muchas veces se saltara la cadena de mando normal, aprovechando su especial contacto con Adolf Hitler. Eso le reportó pocas ventajas y puso en su contra a gran parte del alto estado mayor alemán, quienes le veían como un egocéntrico con afán de protagonismo.

En algunas publicaciones biográficas, surgidas a finales de los años cuarenta, se afirma incorrectamente que Rommel perteneció a los Freikorps, que fue miembro del partido nazi casi desde su fundación, que era amigo personal de Adolf Hitler y uno de sus primeros lugartenientes, que había sido policía durante la república de Weimar, que fue miembro fundador de las SS, que estudió derecho en la universidad de Tübingen en el periodo de entreguerras... El origen de la mayoría de estas falsedades proviene de un artículo publicado en 1941 en Das Reich, el periódico controlado por Joseph Goebbels. Rommel leyó el artículo estando en África y quedó tan indignado por la imagen sesgada que se daba en el mismo que escribió a su esposa diciendo que había presentado una reclamación formal en el Ministerio de Propaganda, exigiendo explicaciones al respecto.

Firme defensor del concepto de que los militares no debían inmiscuirse en política, no tuvo contacto con el partido nazi en toda su carrera, aunque fue requerido en varias ocasiones a que se diera de alta en el mismo. Sólo una vez recuerda Frau Rommel haber oído a su marido hablar de los nazis antes de 1939, y fue para decir que le parecían «una banda de matones callejeros. Es una lástima que Hitler tenga que verse asociado con ellos». Y es que en un principio Rommel admiraba a Hitler por sus cualidades como líder. No fue hasta el inicio del derrumbe del Afrika Korps en 1942 que empezó a criticar al Führer por su falta de visión estratégica, y aun tímidamente al principio, asegurando que «tiene que estar mal informado de lo que realmente sucede aquí».[ La imagen que tenía del líder victorioso de Checoslovaquia en 1938 y Polonia en 1939, que tuvo ocasión de ver bien de cerca, no desapareció hasta finales de 1943, con la caída del norte de África.


Batallas en las que ejerció como comandante supremo

Batalla de Arras (1940)
Asedio de Tobruk (1941)
Batalla de Gazala (1942)
Batalla de Bir Hakeim (1942)
Primera Batalla de El Alamein (1942)
Batalla de Alam Halfa (1942)
Segunda Batalla de El Alamein (1942)
Batalla del paso de Kasserine (1943)
Batalla de Normandía (1944)

Bibliografía y referencias [
Bibliografía

]Young, Desmond (1965), Rommel the Desert Fox, New York : Harper & Row. introducción de Sir Claude Auchinleck
Bierman y Smith (2002), The Battle of Alamein: Turning Point. ISBN 0-670-03040-6.
Irving, David (2005 (1a edición de 1977)), Trail of the Fox, Focal Point Edition. ISBN 1-872197-29-9. Puede descargarse gratuitamente (en inglés) de la web de David Irving para uso no comercial. Versión en español: El rastro del zorro, Editorial Planeta 1992
Fraser, David (2004), Rommel, el zorro del desierto, Madrid:La esfera de los libros. ISBN 84-9734-242-9. Primera edición original en 1993
Rommel, Erwin (2006), Infantry Attacks (Infantrie Greift An), Greenhill Books. ISBN 1-85367-707-8. Memorias de Rommel durante la Primera guerra mundial. Primera edición original en 1937
Rommel, Erwin, con edición de B. Lidell Hart, Manfred Rommel y Fritz Bayerlein (1982), The Rommel Papers, Da Capo Press. ISBN 0-306-80157-4. Rommel acumuló una gran cantidad de documentación a lo largo de la segunda guerra mundial con la intención de escribir un segundo libro de memorias, al que pensaba titular Krieg Ohne Hass. Tras su muerte, una parte se perdió; otra fue recuperada y publicada en una edición conjunta entre el estudioso Basil Liddell Hart, Manfred Rommel y el general Fritz Bayerlein. Primera edición original en 1955

Referencias y notas

↑ Testimonio oral de Helene Rommel a Desmond Young, op. cit.
↑ The Battle of Alamein: Turning Point, op. cit.
↑ Infantrie Greift An, op. cit.
↑ Infantrie Greift An, op. cit.
↑ Fraser, Young, op. cit
↑ Young, Irving, op. cit.
↑ a b c d Documental "Mythos Rommel", emitido por Arte el 1 de agosto de 2007.
↑ Declaraciones del partisano Carlo Talamucci en el documental Mythos Rommel
↑ Descripción completa del accidente en Young, op. cit.
↑ Rommel habe erklärt, daß er der neuen Regierung nach gelungenem Attentat zur Verfügung stehen würde. Informe de Martin Bormann titulado Feldmarschall Rommel. Fechado en el Cuartel General del Führer a 28 de septiembre de 1944. Mostrado por vez primera en el documental Mythos Rommel.
↑ Declaraciones de Manfred Rommel en el documental Mythos Rommel
↑ Declaraciones de Bruno Ceppa en el documental Mythos Rommel. Cita textualmente a Sepp Dietrich diciendo: Sie sind mein Oberbefehlshaber und was Sie befehlen, das wird von mir gemacht.
↑ Declaraciones de Melcior von Schlippenbach en el documental Mythos Rommel. Según él, las palabras exactas de Rommel fueron hätte geklappt
↑ ... hat mich das Attentat auf den Führer besonders erschüttert. Man kann Gott nur danken, dass es so gut abgegangen ist. Cita tomada de [1]
↑ Young, op. cit.
↑ Young, Op. Cit.
↑ Documental Mythos Rommel. Frase original: Ich habe den Führer geliebt und lieb ihn noch.
↑ Young, Fraser e Irving, en sus obras respectivas
↑ Young, op. cit.
↑ Orden publicada en la obra de Young, op. cit.
↑ The Rommel papers, op. cit.