lunes, 31 de marzo de 2008

JUAN JOSÉ MILLÁS.

Dentro de mi cabeza

Cuando leo una noticia sobre Heather Mills, la ex de Paul McCartney, pienso en la pierna artificial de ella y no en los 31 millones de euros que ha obtenido de su divorcio. Tampoco pienso en el niño o niña (ahora no caigo) que la modelo tuvo con el ex Beatle, ni en la justicia, ni en el sexo, ni en la moda… Para tomar en consideración todas estas cuestiones centrales al caso he de hacer un esfuerzo, he de obligarme a ello. Lo que me viene de forma natural a la cabeza es la pierna artificial de esa mujer, una pierna con la que vivo obsesionado desde que se hiciera famosa. Sé que hay otras cosas en la vida (en la vida de la modelo y el cantante), pero lo sé de manera teórica, pues en la práctica sólo la extremidad artificial de ella me llama la atención.

Si veo en la tele alguna noticia sobre la Mills antes de acostarme, me voy a la cama con su pierna dentro de la cabeza. Dentro de mi cabeza hay una habitación imaginaria en la que duerme Heather Mills y en uno de cuyos rincones descansa la pierna. Si la niña o el niño lloran, Heather Mills se levanta trabajosamente, se coloca la prótesis, sale a un pasillo imaginario que hay dentro de mi cabeza y corre hasta el dormitorio del niño o de la niña para ver qué rayos le ocurre.

Ayer soñé que la pierna artificial de Heather Mills era de carne y sangre. Se trataba de una pierna suelta, desde luego, pero tenía la tibieza de una pierna de verdad, viva, muy bien formada, sin pelos ni erupciones cutáneas que afearan su superficie, una pierna perfecta y embutida, para más datos, en el interior de una media de cristal que llegaba hasta el muslo, donde se remataba con una liga de color violeta. La pierna de carne y sangre estaba, como todos los días, en un rincón del dormitorio, cerca de la cama, cuando el vástago que la modelo tuvo con McCartney se puso a llorar en medio de la noche, despertando a la pierna, que fue a la pata coja (cómo, si no) hasta la cama en la que dormía Heather Mills. Pero la modelo era en realidad un maniquí al que le faltaba una pierna (la izquierda, siempre he pesando que era la izquierda). De alguna forma que en el sueño resultaba lógica, la pierna se colocaba sobre sí al maniquí y el cuerpo resultante salía andando. El hecho de que la prótesis resultara ahora más grande que el pedazo de carne viva, lejos de provocar rechazo, proporcionaba al conjunto un atractivo adicional. Nunca Heather Mills estuvo tan guapa, tan deseable, nunca fue tan cálida como cuando toda ella, excepto su pierna izquierda, era un muñeco.

El niño (si era un niño) era todo él de carne, excepto la cabeza, que estaba hecha de una resina sintética que imitaba perfectamente la textura de la piel. Lloraba lágrimas artificiales, que estaban también muy bien logradas, pues sabían a sal (a sal gruesa, o marina, para ser más exactos). Al chocar la cabeza artificial del niño contra los senos sintéticos de la madre se escuchaba un ruido hueco profundamente perturbador. Creo que nunca, nunca, nunca, olvidaré esa escena ni a esa mujer de atrezo que corría, sobre una pierna de verdad, por el pasillo de su casa en dirección al dormitorio de su hijo. Recuerdo su pelo rubio, de nailon, provocando fogonazos de luz en la oscuridad del pasillo. Recuerdo su camisón de seda, muy corto, ciñéndose al juego de la cadera. Recuerdo su pierna de verdad y el lugar en el que ésta se ajustaba al cuerpo, tapado por la liga.

Me desperté en medio de la noche, sabiendo que el resto de mi vida estaría determinado por aquella experiencia onírica. Acudí al salón, para despejarme, me senté en el sofá y vi sobre la mesa un periódico que abrí por cualquier página. Pero no era una página cualquiera, porque allí estaba de nuevo ella, Heather Mills, no hay día que no salga en el periódico. Observé sus rasgos y comprendí, con la lucidez característica de esas horas de la noche, que se trataba en efecto de un muñeco sujeto a una porción mínima de naturaleza. Me parecía increíble que ningún periodista lo hubiera advertido. Le han dado 31 millones de euros a un muñeco, dije en voz alta (¿serían 31 millones de euros de juguete?). Junto a la foto de la modelo había otra de McCartney, cuyos rasgos observé con detenimiento para alcanzar enseguida la conclusión de que también él era de cartón. Sus mejillas, sus cejas, su frente, su boca, su expresión, eran las de un maniquí. Sólo la oreja derecha era real en él. El resto, prótesis. Regresé a mi dormitorio aturdido, en la confianza de que al amanecer vería las cosas de otro modo, y a medida que avanzaba por el pasillo, iba sintiéndome hueco, como si también yo fuera un muñeco de escaparate. Desperté con la impresión de que todo a mi alrededor era un decorado y hasta hoy. Pero cómo me gusta la pierna de la Mills.

domingo, 30 de marzo de 2008

JOSÉ TCHERKASKI -

En 1967 su ingreso en la Revista Siete Días como cronista, fue el comienzo de una larga trayectoria a través de diferentes medios y editoriales nacionales e internacionales. Entre ellos: Suplemento Cultural del Diario Opinión, Clarín, El Tiempo Universal, Editorial Cambio 16 (España y Colombia) y Editorial Rizzolli (Italia y Argentina) en donde se desempeño como Secretario de Redacción de la Revista Siete Días.


Especializado en reportajes, los reunió en varios libros. Así fue posible conocer el pensamiento de Carlos Alonso, Peter Brook, Juan Carlos Castagnino, Bioy Casares, Alberto Sordi, Jorge Luis Borges, Lucas Demare, Vargas Llosa, Amancio Williams, Federico Fellini, Jorge Lavelli, David Alfaro Siqueiros, Omar Torrijos, Atahualpa Yupanqui, Juan L. Ortiz, entre otros.

En 1972, fue contratado por la RCA italiana para realizar la producción de artistas para el mercado Latinoamericano y el latino de los Estados Unidos. Para esta tarea fue recomendado por el poeta Giuseppe Ungaretti por la repercusión del texto de la canción “Mi Viejo”.

Merece en este punto recordar la dupla que Piero y José significaron para una etapa importante de la música argentina durante la decada del 70 y el 80. Sus canciones fueron editadas en más de 20 países de América, Europa e incluso Japón.

Al éxito de “Mi Viejo” siguieron otros: “Pedro Nadie”, Primer premio del 5º Festival Internacional realizado en Rio de Janeiro cuyo jurado estaba encabezado por Paul Simon; “Para el pueblo lo que es del pueblo”, “Como Somos”, primer premio del Festival de Buenos Aires de la canción. Son de su autoria 130 canciones. Ganó 8 discos de oro y 4 de platino.


En 1982 fue contratado por la Universidad de Belgrano para realizar una entrevista-ensayo al director teatral Jorge Lavelli. Fue editado ese mismo año. Merece mencionarse los tres recitatorios escritos: 1972 - Bronca Buenos Aires - Música de Jorge López Ruiz, 1973 - Coraje Buenos Aires - Música de Jorge López Ruiz, y 1993 - Travesía - Música de José Luis Merlín interpretado por la actriz Cipe Lincovsky.

Hizo los siguientes programas de radio: “Somos la gente, somos el mundo” por radio El Mundo (1971), “Somos la gente” por Radio Nacional (1980) y "Juntapalabras" (2000-2001) Radio Cultura FM.

Escribió el texto del cuadro final de la última obra de Maurice Béjart: Che, Quijote y Bandoneón que se exhibió en el Teatro Gran Rex (Mayo de 2000).


Publicaciones




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Cosas de Buenos Aires, Falbo Ediciones (1965)

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Toda esta ciudad, Ed. Proteo (1966)

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Conversaciones con Juan L. Ortiz, Ed. América Latina (1968)

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Canciones de amor y bronca (antología de canciones), Ed. La Flor (1962)

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Grandes Reportajes (Síntesis de entrevistas a personajes internacionales)

Ed. Galerna (1980)

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El teatro de Jorge Lavelli. Ensayo realizado en París en 1982 por encargo de la Universidad de Belgrano

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Piero, un canto de vida, amor y libertad. (Biografía, reportaje y antología de canciones) Ed. Galerna (1983)

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Atahualpa Yupanqui - Cuchi Leguizamón. (Reportajes) Ed. Galerna (1998)

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Torrijos por Torrijos. Ed. Plus Ultra (1992)

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A primera vista (reportajes). Ed. Corregidor (1994)

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Habla Copi, homosexualidad y Creación. Ed. Galerna (1998)

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Piero 30 años después (dos tomos). Ed. Galerna (1999)

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Borges habla de Xul Solar, CD, Ed. Juntapalabras (1999)

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Travesía, oratorio grabado con la Orquesta Sinfónica del Sur - Intérprete Cipe Linkovsky Editado por Galerna - Aqua records (1999)

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Juan L. Ortiz, un pensamiento luminoso. Editado por la Univ. Nacional de Quilmes (1999)

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Cipe Ydishes Folks Lieder . Berliner Ansamble, Ed. Juntapalabras (2000) Aqua Records

* Moyano por Moyano - Una larga conversación. Editorial Juntapalabras (2002)
* Conversaciones con mujeres de escritores - Editorial Biblos (2003)
* Las cartas de Gombrowicz - Editorial Siglo Veintiuno de Argentina Editores (2004)
*
Calderón Según Lavelli. Ed. Teatro San Martín Complejo Teatral de Buenos Aires (2006)

ALFREDO SILLETTA.

Un texto de LA PATRIA SUBLEVADA.
'Una historia de la Argentina Peronista, el reciente libro que publicó
Alfredo Silletta.




El regreso del líder





Las Fuerzas Armadas habían optado por el general Levingston para que se encargara de la transición que implicaba la entrega del poder a la sociedad civil, luego del fracaso de cuatro años de Onganía. Pero el oscuro general, a los pocos días de haber asumido el poder, decidió que había llegado para quedarse por un largo tiempo. Primero se peleó con los partidos políticos que formaban La Hora de los Pueblos, luego con sus ministros y finalmente con los comandantes de las Fuerzas Armadas.

La soberbia se había apoderado hasta que el 'viborazo' lo echó de la Casa Rosada.

El 26 de marzo de 1971, el hombre fuerte de las Fuerzas Armadas, Alejandro Agustín Lanusse, asumió la presidencia. Lanusse era la única figura con reconocimiento entre los militares que podía intentar una retirada decorosa del gobierno, intentando dejar un civil con acuerdo del peronismo. Por primera vez, los militares asumían que todas las tácticas utilizadas para proscribir al peronismo desde 1955 habían fracasado. Desde la lejanía, Perón mantenía su liderazgo, ahora ampliado por sectores estudiantiles y de clase media.

La estrategia de Lanusse era preservar el sistema, a partir de un Gran Acuerdo Nacional (GAN) conducido por las Fuerzas Armadas que permitiera, como máximo, llegar a un acuerdo con Perón para que el próximo presidente fuera el mismo Lanusse y, como mínimo, un civil que no fuera peronista. El general Lanusse nombró como ministro del interior al Dr. Arturo Mor Roig, un prestigioso radical quien rápidamente acordó con el delegado de Perón, Jorge Daniel Paladino.

Las reuniones fueron secretas y durante varios meses el embajador en España, brigadier Jorge Rojas Silveyra y el coronel Cornicelli, mantuvieron frecuentes negociaciones con el general Perón
. Lanusse estaba convencido de que el acuerdo con el viejo líder justicialista iba a funcionar. Lo primero que hizo fue la devolución de los restos de Evita, luego le reintegró el grado militar y lo sueldos adeudados. Finalmente, concretó el cierre de 27 procesos judiciales abiertos desde 1955. Jacobo Timmerman desde el diario La Opinión calificaba a Perón de gran caudillo político y a Lanusse de gran caudillo militar. Pero se estaba lejos de un acuerdo. Perón mantenía el poder y un prudente silencio.

Mientras las negociaciones continuaban, Perón, en febrero de 1972, dará a conocer uno de sus últimos documentos titulado La única verdad es la realidad. Allí analizó las condiciones económicas y políticas del país y planteó que la única forma de solución era llamar en el más breve plazo a elecciones nacionales. También planteó tomar una serie de medidas urgentes como el incremento del salario real, una moratoria amplia y generosa, la reducción de la presión impositiva, la elevación de los niveles de protección de la industria local y el crédito ágil y barato:

-Lanzamiento inmediato de grandes obras, comenzando por la de carácter energético y vial, teniendo en cuenta que para romper la inercia del actual proceso económico se impondrá asimismo la necesidad de llevar a cabo un vasto plan de viviendas, cuyo déficit es, por lo demás verdaderamente dramático, ya que oscila en los dos millones de unidades.

Perón estaba conciente de que por primera vez las Fuerzas Armadas estaban acorraladas y que existían posibilidades concretas de retornar al poder, pero para ello no había que cometer errores en la estrategia. Sabía que Lanusse iba a intentar, por todos los medios, sacarlo de la lucha política. Luego de un largo silencio el líder justicialista comenzó a mostrar su estrategia, la cual no sería comprada con títulos, honores o dinero. Decidió que había un solo camino y era el de presionar hasta las últimas consecuencias a Lanusse para que entregara el poder sin concesiones. Una de las primeras medidas fue reemplazar a Jorge "Daniel" Paladino por Héctor Cámpora como delegado personal, un viejo militante que había ocupado la presidencia de la Cámara de Diputados en su primer gobierno. En segundo lugar nombrará como delegados juveniles a Julián Licastro y Rodolfo Galimberti, un militante juvenil, que aunque no era montonero tenía contacto con el grupo.

El general Perón le pidió a Galimberti que unificara la Juventud Peronista. A mediados de junio de 1972 se realizó la unificación entre los principales grupos que incluía a Guardia de Hierro, el FEN, el CdeO de Brito Lima y los grupos que respondían a Galimberti, Montoneros y Descamisados. En el encuentro que se realizó en la Federación de Box se escucharon dos consignas: -Perón, Evita, la patria peronista y -Perón, Evita, la patria socialista. Finalmente se crearon las JP Regionales en todo el país.

Lamentablemente las Regionales fueron rápidamente copadas por las organizaciones armadas y los grupos mas tradicionales fueron excluidos de su conducción. En poco tiempo, esta estructura fue la organización de superficie de los grupos armados peronistas.

Perón, que estaba al tanto del crecimiento de las formaciones especiales, las dejaba actuar, convencido de que abandonarían la lucha armada cuando cayera la dictadura.

En la revista Panorama del 30 de junio de 1971 dirá:
-La vía de la lucha armada es imprescindible. Cada vez que los muchachos dan un golpe, patean para nuestro lado la mesa de las negociaciones y fortalecen la posición de los que buscan una salida electoral limpia y clara. Sin los guerrilleros del Vietcong atacando sin descanso en la selva, la delegación vietnamita en París tendría que hacer las valijas y volverse a casa.

En julio de 1972 se producirá el jaque mate al gobierno de Lanusse. Perón declarara a una revista que el gobierno ha tenido una serie de reuniones entre junio de 1971 y abril de 1972 para sobornarlo y para que no acepte ser candidato. Como prueba de esos contactos muestra una serie de cintas de sus conversaciones con el coronel Cornicelli y un memorando firmado por Elías Sapag, por el cual se le ofrecían cuatro millones de dólares a cambio de que no lanzara su candidatura para las futuras elecciones.

El general Lanusse y las Fuerzas Armadas empalidecieron. En una larga reunión en Campo de Mayo se resolvió que Perón era intratable y que no podía ser candidato. También resolvieron que tampoco Lanusse. El 7 de julio, en la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas el general Lanusse anunciaba que para ser candidato a presidente se debería renunciar a cualquier cargo en el gobierno, con lo cual se autoexcluía, y se debía fijar residencia en el país antes del 25 de agosto de 1972, con lo cual apuntaba a Perón que residía en España. Como si ésto fuera poco estableció que si ninguna fórmula alcanzara el 50% de los votos válidos se llamaría a una segunda vuelta.

El general Perón no aceptó las reglas impuestas por el gobierno militar y denunció la cláusula de residencia como una nueva maniobra proscriptiva hacia el peronismo y con su genialidad manifestó:

-Lanusse parece que se autoproscribió al invitarme que hiciera lo mismo, pero su situación no es la misma que la mía. La misma posibilidad que tengo yo de ser rey de Inglaterra es la que tiene él de ser presidente constitucional de la República Argentina.

Lanusse estaba grogui pero salió igual a responderle y el 27 de julio en el Colegio Militar en un discurso volvió a atacar a Perón:

-Pero aquí no me corran más a mí, ni voy a admitir que corran más a ningún argentino, diciendo que Perón no viene porque no puede. Permitiré que digan: porque no quiere. Pero en mi fuero íntimo diré: porque no le da el cuero para venir.


A Perón 'le da el cuero'

El año 1972 es políticamente decisivo. Perón fiel a su estilo había comenzado el año negociando con Lanusse hasta que rompió en el mes de julio. A partir de allí comenzó a gestarse definitivamente el regreso de Perón. Era una jugada arriesgada, a suerte y verdad, donde no se sabía si los militares lo permitirían finalmente. Muchos dirigentes justicialistas se reunían con miembros de las Fuerzas Armadas para saber que pasaría si Perón volvía al país. Antonio Cafiero recordó en una entrevista realizada por Carlos Eichelbaum para la revista Los '70 que se reunió con Lanusse en la quinta de Olivos y le anunció que Perón había decidido volver al país, ante lo cual el general Lanusse empezó a gritar diciendo que "no iba a permitir que la negrada le hiciera un nuevo '17 de octubre'".

Paralelamente a las difíciles negociaciones de Perón con el gobierno de Lanusse, la violencia de los grupos guerrilleros aumentó considerablemente. Estallaban bombas por todos lados, incluido el Sheraton de Buenos Aires; el ERP secuestró y asesinó al dirigente de la empresa Fiat, Oberdan Sallustro y los Montoneros ejecutaron al general Juan Carlos Sánchez, jefe del Segundo Cuerpo del Ejército, con sede en Rosario. El hecho mas violento de ese año se produjo en el sur de nuestro país. El 15 de agosto fue copado el penal de Rawson lo que permitió la fuga de más de una veintena de miembros del ERP, FAR y Montoneros. Cuando llegaron al aeropuerto local solo pudieron huir seis dirigentes, quedando 19 militantes atrincherados en el edificio del aeropuerto donde pactaron su entrega.

Los 19 detenidos fueron remitidos a la base Aeronaval Almirante Zar y masacrados el 22 de agosto por la Marina. Solo sobrevivieron con graves heridas tres militantes. La sociedad se indignó por esta carnicería y el Partido Justicialista brindó su sede para realizar el velatorio de tres guerrilleros.

La Policía Federal reprimió a los presentes ingresando con una tanqueta al local y secuestrando los cadáveres.

La violencia continuaba en las calles de Buenos Aires y Perón decidió que volvería al país el 17 de noviembre como prenda de paz. Antes de su regreso da a conocer las Bases mínimas para el Acuerdo de Reconstrucción Nacional donde plantea modificar urgentemente la política económica-social en base a un programa elaborado por la CGT y la CGE y la integración del Consejo Económico Social, el levantamiento del estado de sitio, la libertad de los presos políticos y gremiales y la designación de un oficial de las Fuerzas Armadas en el ministerio del Interior, para alejar toda suspicacia sobre parcialismo político hasta que se realicen las elecciones.

Finalmente el 17 de noviembre el general Perón regresará al país luego de 17 años de ausencia. El Ejército y la policía cierran todos los caminos a Ezeiza. No permitirán que el pueblo se reencuentre con su líder. El operativo de seguridad contará con el despliegue de más de 35.000 efectivos, tanques, piezas de artillería y con una casi segura represión para quienes se quisieran acercar al aeropuerto.

Muchos jóvenes decidieron sortear las vallas de Ejército -algunos cruzaron a nado el río Matanza- en lo que fue una jornada fría y con lluvia. Ya en tierra, el general Perón será trasladado por las Fuerzas Armadas al hotel del aeropuerto internacional.

La situación es tensa, no se sabe el final. El general Perón contará así su regreso:
-Mi llegada fue un atropello de lo más brutal y sobre todo de lo mas indigno, porque han procedido con un alto grado de indignidad. Ellos decían que era para darme seguridad y me tenían preso en una pieza en el hotel. Cuando al fin forcé la situación salí de la pieza y dije: 'si no estoy detenido me voy'; me pararon en la puerta con la policía, las armas y todo (...). Consigo salir e irme a mi casa (...). Me echaron todo el ejército, toda la policía, rodearon la casa; no podía moverse nadie allí. (...) Llegó un momento en que colocaron cañones antiaéreos en la esquina de mi casa, para asustarnos; pasaban aviones de la Marina, toda la noche volando bajo, también para tratar de intimidarme.

El general estuvo en el país casi un mes. Residió en una amplia casa adquirida para esa ocasión ubicada en la calle Gaspar Campos, localidad de Vicente López. Desde el primer día miles y miles de militantes, especialmente jóvenes desfilarán para saludarlo.

El historiador norteamericano Joseph Page dirá:
-El carnaval que se desarrolló en Gaspar Campos reafirmó la unión mística que existía entre el conductor y su masa.
Los largos años pasados en el exilio habían aumentado su atractivo, más que nunca, era ahora una figura paternal que proyectaba sabiduría y comprensión, un mensajero de paz, un símbolo de esperanza, la encarnación del mito eterno.

lunes, 24 de marzo de 2008

LIBRO DEL DESASOSIEGO

Libro del desasosiego:


Escrito de forma fragmentaria durante numerosos años. En 1913 firma como Fernando Pessoa en la revista A Aguia un original que decía formaba parte del Libro del desasosiego. Se trataba de En la floresta de la enajenación. En el año de la creación de los tres grandes heterónimos (1914) Pessoa lo consideraba como obra propia u ortónima. A pesar de los radicales cambios de estilo a lo largo de los años, la obra se corresponde con la personalidad real de Pessoa, escrita en lo que el poeta llama un estado de "no-ser".

El personaje de Bernardo Soares fue creado a posteriori. Se conserva una nota de Pessoa que da a entender que Soares no es más que un personaje de su creación y no un heterónimo. Prado Coelho, que considera esta obra como un diario, dice en 1949 que tal vez por encontrarlo demasiado confesional, autobiográfico y directo, Pessoa dejó a Soares "un tanto informe y en la penumbra". La organización de Coelho para la edición del libro, la hizo en manchas temáticas, sin vallas que las separasen, sugiriendo nexos y contrastes mediante la simple yuxtaposición, colocando, sin embargo, al comienzo del itinerario, textos y fragmentos a los que atribuye una función periférica, introductoria, y llevando al lector a concentrar su atención en zonas de relativa homogeneidad. (Jacinto Do Prado Coelho)

Conocer la vida de Pessoa hombre no nos aleja de su obra, sino todo lo contrario. En su caso mucho más que en el de otros, la vida explica la obra tanto como la obra explica la vida. Se contienen mutuamente. (Robert Bréchon)

Fragmentación y orden:
Para la publicación del Libro del Desasosiego de Fernando Pessoa, las dificultades se amontonaron. En primer lugar, el poeta portugués estuvo unos veinte años escribiendo fragmentos sueltos de esa obra, que se podría considerar como un diario. En 1913 ya publicó un fragmento que anunció como parte del Libro del Desasosiego, titulado En la floresta de la enajenación. A partir de ese momento, Pessoa fue publicando con gran parsimonia otros fragmentos, o enviándolos por carta a un par de amigos. Cuando murió en 1935, dejó carpetas y cuadernos con textos sueltos. Ya se comprenderá que para el editor de esos textos, la ordenación de los mismos era una ardua tarea. Se planteó la posibilidad de intentar una sucesión cronológica, aunque Pessoa no solía poner fechas a los fragmentos. Algunos pensaron en un trabajo de chinos: fijarse en el contenido, en el estilo que fue cambiando con los años, en el papel utilizado, en la tinta... Afortunadamente, se impuso la consideración de que esa labor sólo podría arrojar resultados imperfectos, y que el mismo Pessoa probablemente no hubiera pensado en una ordenación cronológica de su obra. Tras rechazar varias posibilidades, Jacinto do Prado Coelho decidió organizar los textos de forma temática, sin separar los diferentes conjuntos, pero respetando los nexos que pudiese haber entre ellos. (Joaquín Rico)


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Bernardo Soares descrito por Pessoa:

Era un hombre que aparentaba unos treinta años, magro, más alto que bajo, encorvado exageradamente cuando estaba sentado, pero menos cuando estaba de pie, vestido con cierto descuido no totalmente descuidado. A la cara pálida y sin facciones interesantes, un aire de sufrimiento no le añadía interés, y era difícil definir qué especie de sufrimiento indicaba aquel aire; parecía indicar varios: privaciones, angustias y ese sufrimiento que nace de la indiferencia de haber sufrido mucho. Cenaba siempre poco, y terminaba fumando tabaco de hebra. Observaba de manera extraordinaria a las personas que había allí, no de modo sospechoso, sino con un interés especial; pero no las observaba como escrutándolas, sino como si le interesasen y no quisiera fijarse en sus facciones o analizar las manifestaciones de su carácter. Fue este rasgo curioso el que primero hizo que me interesase por él.

Bernardo Soares habla de sí mismo:
He nacido en un tiempo en que la mayoría de los jóvenes habían perdido la creencia en Dios, por la misma razón que sus mayores la habían tenido: sin saber por qué
. Y entonces, porque el espíritu humano tiende a criticar porque siente, y no porque piensa, la mayoría de los jóvenes ha elegido a la Humanidad como sucedáneo de Dios. Pertenezco, sin embargo, a esa especie de hombres que están siempre al margen de aquello a lo que pertenecen, no ven sólo la multitud de la que son, sino también los grandes espacios que hay al lado. Por eso no he abandonado a Dios tan ampliamente como ellos ni he aceptado nunca a la humanidad. He considerado que Dios, siendo improbable, podría ser, pudiendo, pues, ser adorado; pero que la Humanidad, siendo una mera idea biológica, y no significando más que la especie animal humana, no era más digna de adoración que cualquier otra especie animal. (Fragmento inmediato posterior al prefacio pesoano).

Renuncia y contemplación:
[...] A quien como yo, así, viviendo no sabe tener vida, ¿qué le queda sino, como a mis pocos pares, la renuncia por modo y la contemplación por destino? No sabiendo lo que es la vida religiosa, ni pudiendo saberlo, porque no se tiene fe con la razón; no pudiendo tener fe en la abstracción del hombre, ni sabiendo siquiera qué hacer de ella ante nosotros, nos quedaba, como motivo de tener alma, la contemplación estética de la vida. Y, así, ajenos a la solemnidad de todos los mundos, indiferentes a lo divino y despreciadores de lo humano, nos entregamos fútilmente a la sensación sin propósito, cultivada con un epicureísmo sutilizado.

Hacer compensa pero confunde. Poseer es ser poseído, y por lo tanto perderse. Sólo la idea alcanza, sin corromperse, el conocimiento de la realidad (235). Abdicar de la vida para no abdicar de sí mismo (236). El propio cultivo de la imaginación es perjudicado por el de la vida (239).

PESSOA

Fernando Pessoa es el autor del poema que da título a nuestra comunidad "El poeta es un fingidor". Por si quieres saber algo más de él, te contamos:

BIOGRAFÍA
AUTOPSICOGRAFÍA

Nació en Lisboa en 1888. Parte de su juventud la pasó en Sudáfrica. Y fue en Ciudad del Cabo en donde realizó sus estudios universitarios.
En 1905 regresa a Portugal y a partir de ese momento compagina su trabajo como empleado comercial con su labor literaria. Durante años, creó distintos personajes con estilo propio que firmaban sus obras.
Murió en Lisboa en 1935. Su obra completa se publicó póstumamente entre 1942 y 1978. Hoy, sigue siendo uno de
los más grandes escritores en lengua portuguesa.


Fernando Pessoa (Lisboa 1888-1935):
Nació en una casa de la plaza de San Carlos de Lisboa. Su padre era funcionario de la Secretaría de Estado y redactor del Diário de Lisboa. Su madre, descendiente de una ilustre familia de las Azores, era una mujer de cultura extraordinaria para su época, que hablaba francés, inglés y alemán, leía latín, y escribía versos. Pessoa pasó su infancia y juventud en Africa del sur, donde cursó sus estudios en Durban y en El Cabo. Recibió una educación exclusivamente inglesa, fue un excelente escolar y ganó varios premios de redacción en francés y en inglés. No dejó ni una muestra de nostalgia ni recuerdos escritos de su época en la ciudad portuaria de Durban. En inglés escribió su Diario y algunos de sus poemas y ensayos más notables.

En 1905 regresó a Portugal. Solitario, retraído, forjó su obra lentamente, al mismo tiempo que trabajaba como traductor comercial en inglés y francés. En 1907 abandonó los estudios y montó una pequeña imprenta que resultó un fracaso como negocio. Inició su obra poética en portugués en 1912, con algunos poemas publicados en la revista A Aguia. Esta revista había sido fundada en 1910 por Teixeira de Pascoaes (1877-1952), fundador del saudosismo, como órgano de expresión de esta corriente. En ella sus patrocinadores interpretaban místicamente la historia de Portugal y en ella hizo Pessoa sus primeras críticas. En 1913 publicó en inglés 35 sonetos. Abandonó pronto el grupo de Pascoaes, para ser, con Mário de Sá-Carneiro, uno de los introductores en Portugal de los movimientos de vanguardia. Según Joao Gaspar Simões en la poesía Pauis (Pantanos), escrita en marzo de 1913, Pessoa logra en parte darle la forma por la que él mismo abogaba en su tercer artículo de A Aguia. Los poetas que más tarde se agruparon en torno a la revista Orpheu vieron en Pantanos la descripción de lo que sería su credo estético.

Heterónimos:
El año 1914 fue decisivo en la obra del poeta, por la invención de sus tres heterónimos. Pessoa crea su obra proyectándola sobre cuatro personalidades distintas y divergentes:

Alberto Caeiro
Ricardo Reis
Alvaro de Campos
Pessoa mismo


No se trata de seudónimos, ni de un juego de dispersión emocional, sino de individualidades que deben ser consideradas distintas del propio autor. Pessoa llegó incluso a inventar la biografía de sus tres heterónimos.

El autor humano de estos libros no conoce en sí mismo personalidad ninguna. Cuando acaso siente una personalidad emerger dentro de sí, pronto ve que es un ente diferente del que él es, aunque parecido; hijo mental, quizás, y con cualidades heredadas, pero con las diferencias de ser otro. (Aspectos. Pessoa)

[...]

Cuanto más sienta, cuanto más sienta yo como varias personas,
cuantas más personalidades tenga,
cuanto más intensa, estridentemente las tenga,
cuanto más simultáneamente sienta con todas ellas,
cuanto más unificadamente diferente, dispersamente atento,
esté, sienta, viva, sea,
más poseeré la existencia total del Universo,

más completo seré por el espacio entero.
(Alvaro de Campos)


Obras:
La obra poética de Pessoa, muy dispersa, ha sido recogida en nueve volúmenes de obras completas, de los que interesan especialmente los cinco primeros: Poesías de Fernando Pessoa (1942), Poesías de Alvaro Campos (1944), Poemas de Alberto Caeiro (1946), Odas de Ricardo Reis (1946) y Mensaje (Mensagem, 1945), único libro de poemas portugueses que publicó en vida (1934). Su obra ensayística ha sido recogida: Páginas de estética y de teoría y crítica literarias (1967), Páginas íntimas de autointerpretación (1966) y textos filosóficos (1968).


Mar Português

O mar salgado, quanto do teu sal
São lágrimas de Portugal!
Por te cruzarmos,quantas mães choraram,
Quantos filhos em vão rezaram!
Quantas noivas ficaram por casar
Para que fosses nosso, ó mar!

Valeu a pena? Tudo vale a pena
Se a alma não é pequena.
Quem quer passar além do Bojador.
Tem que passar além da dor.
Deus ao mar o perigo e o abismo deu,
Mas nele é que espelhou o céu.
Mar Portugués

¡Oh mar salada, cuánta de tu sal
son lágrimas de Portugal!
¡Por cruzarte, cuántas madres lloraron,
cuántos hijos en vano rezaron!
¡Cuántas novias quedaron por casar
para que fueses nuestra, oh mar!

¿Valió la pena? Todo vale la pena
si el alma no es pequeña
Quien quiere pasar allende el Bojador
tiene que pasar allende el dolor.
Dios al mar el peligro y el abismo dio,
mas fue en él donde el cielo se miró
.


O Infante

Deus quer, o homen sonha, a obra nasce.
Deus quis que a terra fosse toda uma,
Que o mar unisse, já não separasse.
Sagrou-te, e foste deventando a espuma,


E a orla branca foi de ilha em continente,
Clareou, correndo, até ao fim do mundo,
E viu-se a terra inteira, de repente,
Surgir, redonda, do azul profundo.

Quem te sagrou criou-te português
Do mar e nós em ti nos deu sinal.
Cumpriu-se o Mar, e o Império se desfez.
Senhor, falta cumprir-se Portugal!



El Infante

Dios quiere, el hombre sueña, la obra nace.
Dios quiso que la tierra fuese toda una,
que el mar uniese, ya no separase.
Consagróte, y fuiste desvelando la espuma,

y la orla blanca fue de isla en continente,
clareó, corriendo, hasta el fin del mundo,
y vióse la tierra entera, de repente,
surgir, redonda, del azul profundo.

Quien te consagró te creó portugués.
Del mar y de nosotros en ti nos dio señal.
Cumplióse el Mar, y el Imperio se deshizo.
¿Señor, falta por cumplirse Portugal!



D.Sebastião, Rei de Portugal

Louco, sim, louco, porque quis grandeza
Qual a Sorte a não dá.
Não coube em min minha certeza;
Por isso onde o areal está
Ficou meu ser que houve, não o que há.

Minha locura, outros que me a tomem
Com o que nela ia.
Sem a loucura que é o homen
Mais que a besta sadia,
Cadáver adiado que procria? D.Sebastián, Rey de Portugal

Loco, sí, loco, porque quise grandeza
Cual la suerte no la da.
No cupo en mí certeza;
Por eso donde el arenal está
Quedó mi ser, el que hubo, no el que hay.

Mi locura, que otros me la tomen
Con lo que en ella iba.
¿Sin locura qué es el hombre
más que la bestia sana,
cadáver aplazado que procrea?


D.Fernando. Infante de Portugal

Deu-me Deus o seu gládio, porque eu faça
A sua santa guerra.
Sagrou-me seu em honra e em desgraça,
As horas em que um frio vento passa
Por sobre a fria terra.

Pôs-me as mãos sobre os ombros e doirou-me
A fronte com a olhar;
E esta febre de Além, que me consome,
E este querer grandeza são seu nome
Dentro em min a vibrar

E eu vou, a luz do gládio erguido dá
Em minha face calma.
Cheio de Deus, não temo o que virá,
Pois, venha o que vier, nunca será
Maior do que a minha alma.
D.Fernando. Infante de Portugal

Dióme Dios su acero, para que yo haga
su santa guerra.
Consagróme suyo en honor y en desgracia,
en las horas en que un frío viento pasa
por encima de la fría tierra.

Púsome las manos en los hombros y doróme
la frente con la mirada;
y esta fiebre del Más Allá, que me consume,
y este querer grandeza con su nombre
dentro de mí vibrando.

Y yo voy, y la luz del acero erguido relumbra
en mi faz calma.
Lleno de Dios, no temo lo que vendrá,
pues, venga lo que viniere, nunca será
mayor que mi alma.



Messagem (1934): Continuación

Don Sebastián (Lisboa 1554-Alcazarquivir 1578):
Sucedió, cuando contaba tres años, a su abuelo Juan III bajo la tutela de su tío abuelo, el cardenal Enrique. En 1568 fue declarado mayor de edad al cumplir los catrorce. Reinó desde 1557 hasta 1578. Con la intención de conquistar un imperio en Marruecos realizó dos expediciones al norte de Africa (1574 y 1578). Durante la segunda fue derrotado y muerto en Alcazarquivir. A mediados del siglo XVI corría en Portugal la creencia en la venida de un rey predestinado y portador de felicidad.

Desde el primer instante de su reinado, don Sebastián empezó a cavar la fosa en la que había de precipitarle su carácter místico e impulsivo. Sintiéndose predestinado para salvar a la amenazada cristiandad, no cesó de organizar, con espíritu más caballeresco y novelesco que práctico, proyectos de ejércitos y armadas, expediciones y otras empresas muchos de los cuales no pudieron ser llevados a cabo; no obstante lo cual, en 1574 se embarcó en secreto para Marruecos, de donde no tardó en volver, tras haber probado su valor y su fantasía en sus enfrentamientos y negociaciones con los moros. Fue el prólogo de su desgraciada expedición del año 1578 a dicho país africano, en la que perdió la vida frente a las murallas de Alcazarquivir y en la que fue destrozado su ejército de más de dieciséis mil combatientes. El desastre dejó vacante el trono de Portugal y dio lugar a la unión peninsular, que duraría desde el reinado de Felipe II, tío del desventurado don Sebastián, hasta el de Felipe IV. A partir de la muerte del joven rey, cuyo cadáver nunca fue hallado, y al que nadie pareció ver morir, las coplas de Bandarra adquirieron un nuevo sentido: el Mesías que anuncian no es otro que el rey don Sebastián, el cual ha de volver para instaurar un nuevo Imperio, que se convertirá en la verdadera y providencial razón de ser de Portugal. (Angel Crespo)

La creencia en esta especie de leyenda-profecía (Sebastianismo) renació ante la dominación española cuando Felipe II accede al trono de Portugal. Empezó a rumorearse que el rey no había muerto y que regresaría para salvar a su país. Surgieron mesías y liberadores que se hicieron pasar por el rey Sebastián. Aunque muchos fueron descubiertos y ajusticiados, la leyenda pervivió incluso después de lograda la independencia. Pessoa fue el último gran sebastianista y el más singular de ellos. Entre el gran número de seguidores se encontraba el gran prosista António Vieira.

Cenotafio [héroe anónimo portugués]:
[...] Murió por la Patria, sin saber cómo ni por qué. Su sacrificio tuvo la gloria de no conocerse. Dio la vida con toda la entereza del alma: por instinto, no por deber; por amor a la Patria, no por conciencia de ella. La defendió como quien defiende a una madre de quien somos hijos, no por lógica, sino por nacimiento. [...] Es anónimo como el instinto que le mató. No pensó que iba a morir por la Patria; murió por ella. No decidió cumplir su deber; lo cumplió. A quien no tuvo nombre en el alma, justo es que no preguntemos qué nombre definió a su cuerpo. Fue portugués; no siendo tal portugués, es el portugués sin limitación. Su lugar no está al lado de los fundadores de Portugal, cuya estatura es otra, y otra la conciencia. No le cabe la compañía de los semidioses, por cuya audacia crecieron los caminos del mar y hubo más tierra que caber a nuestro alcance. Ni estatua ni lápida narre quién fue el que fue todos nosotros; como es todo el pueblo, debe tener por túmulo toda esta tierra. En su propia memoria lo debemos sepultar, y ponerle por lápida tan sólo su ejemplo. (Ultimo fragmento del Apéndice del Libro del desasosiego)

ANTOLOGÍA DE POESÍA ERÓTICA

Lengua Erótica

"La poesía nace en la lengua. En la lengua física de quien habla y en la lengua que emplea para comprender, designar y hacer suyo el mundo.
La poesía erótica en lengua española tiene una carga expresiva de una intensidad sin igual. Desde sus orígenes mismos, en el monasterio de Santo Domingo de Silos, cerca de Burgos y hace mil años, las primeras palabras en español son glosas “de las diversas clases de fornicación”, a partir de un texto latino, y con destino a un penitencial.

Es revelador entonces que del arcipreste de Hita a la conturbadora relación entre mística y erotismo, con san Juan de la Cruz, la lírica inicie su andadura bajo esta doble constelación de gozo y culpa, de esplendor y pecado. Igual sucede cuando en el siglo de oro español, y con jubiloso fervor, Lope de Vega, Góngora y Quevedo cantan, denigran y exaltan la pasión, e incluso otro gran poeta, el conde de Villamediana, muere en oscuro lance por haber seducido, al parecer, a la reina de España. Esta vocación se mantiene aun en la música incomparable con que Rubén Darío extrae del cuerpo de Venus, eterno símbolo del deseo, un acorde único: aquel que irriga y dulcifica toda la poesía en lengua española hasta nuestros días, de José Martí a José Asunción Silva, de Borges a Neruda, de Federico García Lorca a Octavio Paz.

Estos son algunos de los nombres claves de este libro, una vasta antología de la poesía erótica en lengua española, donde fray Luis de León traduce el Cantar de cantares, sor Juana Inés de la Cruz, Delmira Agustini y Alejandra Pizarnik dan voz a la mujer, y Luis Cernuda, Porfirio Barba Jacob y César Moro consideran en sus versos el cuerpo masculino como un espacio de revelación. Pero hay mucho más.

El corpus de la poesía erótica es tan denso como sutil, supera sexos y nacionalidades, vence al tiempo y hace del poema la única patria real. El posible paraíso recuperado en la tierra. Con acento propio y auténtica capacidad expresiva. Grandes poemas, como “Las furias y las penas” de Neruda, la “Oda a Walt Whitman” de García Lorca o el “Diálogo entre Venus y Príapo” de Rafael Alberti, conviven en este libro delicioso y revelador con el humor, gracia e ingenio de pequeñas joyas luminosas cuya lectura no es sólo un placer. Es también una revelación sobre nosotros mismos, y sobre ese otro que desnudo cubrimos con palabras ardientes y exaltadas: las que una lengua erótica, el español, nos brinda para aprender a amar. Para hacer el amor.

La poesía erótica incita y petrifica a la vez.
Esto fue una vez: esto será siempre. Puede lindar con la obscenidad y la pornografía, con aquello aparentemente sucio que la moral margina como tal. Cae en el manido estereotipo, en la cursilería que puede ser sublime. De Rubén Darío a Agustín Lara sólo hay un paso. Pero en sus momentos más altos es una piedra de toque que pulveriza toda esa turbiedad adolescente, toda esa inmadurez verbal. Porque la auténtica poesía erótica es creación pura: inventa, fabula. A partir de las ruinas, del abandono o la humillación, de la súplica —¿cómo era, Dios mío, cómo era?—, yergue su castillo de palabras."


Juan Gustavo Cobo Borda

domingo, 23 de marzo de 2008

VILLALOBOS

De Robin Hood a Pablo Escobar
Los movimientos guerrilleros latinoamericanos surgieron frente a las dictaduras. Cuatro decadas después, el panorama político cambió. En la actualidad, las FARC colombianas se han convertido en una narcoguerrilla
JOAQUÍN VILLALOBOS 24/03/2008





Durante la guerra no me preocupaba tanto morir en combate como envejecer de guerrillero. Viendo la juventud de mis compañeros y la mía propia en fotografías de los primeros años del conflicto salvadoreño, concluí que las insurgencias no eran una solución, sino el síntoma de un problema. Más que un proyecto político, fuimos una generación que se alzó ante la prepotencia del poder antes de cumplir 20 años, pero que al llegar a los 40 entendimos que habíamos transformado al país y firmamos la paz.



Llamar a las FARC narcoguerrilla no es un ataque político, es una derivación del conflicto

Son los mayores extorsionadores y secuestradores del mundo, una amenaza transnacional
En Nicaragua y en El Salvador la gente llamaba a los guerrilleros los muchachos y en Cuba los barbudos entraron a La Habana cuando estaban en la treintena. Los rebeldes uruguayos y argentinos mostraron con habilidad extraordinaria que era posible una guerra urbana a gran escala y el M19 de Colombia convirtió una derrota militar en una victoria política siendo la primera guerrilla que se atrevió a negociar.

Éstas son las seis insurgencias más importantes, desarrolladas, imaginativas y audaces del continente; rebeliones de jóvenes que lo dieron todo y en ese camino murieron y perdieron, o vencieron y transformaron, pero todas evitaron envejecer como guerrilleros.

Las insurgencias no surgieron por romanticismo ideológico, sino por la existencia de dictaduras militares y prácticas autoritarias en todo el continente, con excepción de Costa Rica. Podemos separarlas en dos grupos: las que consideraban la lucha armada como un instrumento para lograr fines y las que hicieron de la lucha armada un fin en sí mismo.

Las guerrillas del primer grupo fueron agentes de cambio y las del segundo no se dieron cuenta cuando el mundo cambió. En este segundo grupo estuvieron las insurgencias que envejecieron luchando en Perú, Guatemala y Colombia, tanto que la colombiana sobrevivió al fin de siglo.

En los años sesenta, setenta y ochenta, las drogas gozaban de tolerancia en la oferta y la demanda. Ahora ya no se tolera la oferta, pero por aquellos años éstas no eran consideradas un problema estratégico de seguridad.
En los ochenta, la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos traficó con cocaína para financiar a la contra nicaragüense y militares cubanos permitieron a los narcotraficantes pasar por la isla a cambio de divisas. Se consideraba que "ese veneno era un problema de los gringos". Es en esa misma época los carteles mexicanos se fortalecieron y Pablo Escobar exhibía en su hacienda la avioneta con la cual llevó el primer embarque de cocaína a Estados Unidos.

Las FARC colombianas nacieron en 1964 movidas por un programa agrario para enfrentar a un Estado débil en el control de extensas zonas rurales. Al nacer con territorio se desarrollaron más como una autodefensa campesina, que como una insurgencia con visión de poder. Por décadas fueron una guerrilla militar y políticamente perezosa, sin duda la insurgencia más conservadora del continente que envejeció en la Colombia rural profunda.

Para enfrentarse a las FARC, la extrema derecha colombiana inventó el paramilitarismo, obviamente con complicidades estatales. Esta lucha se volvió larga y despiadada de lado y lado, una verdadera competencia de masacres que en el ámbito urbano dejó miles de sindicalistas, periodistas y activistas muertos por ambos bandos. Pero en 40 años, Colombia y Latinoamérica cambiaron, las dictaduras y el autoritarismo desaparecieron y las izquierdas, incluso en Colombia, pasaron de la clandestinidad, el exilio, las cárceles y las montañas, a gobiernos y parlamentos.

Sin ser perfecta, esta transición permite ahora que las izquierdas tengan más poder político que las derechas. La violencia criminal desplazó a la violencia política, el consumo de drogas dejó de ser un problema de los "gringos" y se expandió en Latinoamérica multiplicando pandillas, crimen organizado, corrupción y todo tipo de delitos. La seguridad se convirtió así en una demanda urgente de los más pobres. La envejecida insurgencia colombiana se encontró entonces habitando en los mismos territorios donde estaba la mayor producción de coca del mundo y con la justificación de que en ese negocio hasta la CIA se había metido, pasaron a financiarse con la droga y a montarse en la nueva ola de violencia como un ejército al servicio del narcotráfico. Llamar a las FARC narcoguerrilla no es un ataque político, sino una derivación estructural del propio conflicto colombiano que contaminó también a los paramilitares y a una parte de la clase política colombiana.

El extremismo ideológico hace perder escrúpulos porque la intolerancia al enemigo siempre termina justificando los excesos y, por otro lado, la crueldad de ese enemigo se utiliza para disculpar la crueldad propia. De esa forma, "ser los buenos" como principio esencial de cualquier insurgencia que necesita "pueblo", termina desapareciendo.

Contrario a la guerrilla de Fidel Castro que no realizó jamás un secuestro, las FARC son los mayores extorsionadores y secuestradores del mundo y sus operaciones militares han sido tan indiscriminadas que han destruido pueblos y masacrado a sus habitantes. En uno solo de esos hechos, en Bojayá, las FARC mataron a 119 personas, incluidos 40 niños, cuando lanzaron explosivos contra una iglesia.

El calificativo de terroristas no es un invento americano, es algo que las guerrillas colombianas se han ganado por matar a miles de civiles inocentes. Las FARC son tan odiadas como los paramilitares y prueba de esto fueron los millones que protestaron contra éstas en febrero de este año. Jamás en Latinoamérica pudo gobierno alguno movilizar a tanta gente contra una insurgencia, lo normal era que los insurgentes llenaran las calles contra los gobiernos.

Las FARC son una amenaza transnacional, tienen el poder financiero del narcotráfico para corromper, intimidar y destruir instituciones en cualquier parte como cualquier cartel, pero su pasado político insurgente confunde. Perú, Brasil y Panamá los persiguen de forma coordinada con Colombia, sin embargo, Venezuela y Ecuador la consideran una insurgencia legítima y esta diferencia provocó la reciente crisis regional.

No son los gobiernos el problema, sino las FARC. La confusión sobre la naturaleza de éstas alcanza a sectores de la izquierda europea y latinoamericana, particularmente en México. Estas izquierdas siguen idealizando al guerrillero y justificando una violencia que ya no es política sino criminal. Sustentan su posición en el imaginario de un pasado autoritario inexistente, necesitan mentir, justificar excesos y reinventar a su enemigo para tener sentido. Su apoyo a las FARC fortalece en definitiva a la derecha colombiana y constituye un peligro para sus propios países.

La violencia delictiva en las calles de Madrid o México está conectada con todo esto. La violencia criminal es ahora hegemónica y, en esas condiciones, la violencia política organizada, cualquiera que sean sus intenciones, termina cooptada por la primera. El resultado final es el mismo, plata o plomo para políticos de izquierdas y de derechas. Sin autoritarismo las izquierdas latinoamericanas tienen ahora un reto más intelectual que emocional, deben resolver problemas en vez de multiplicarlos.

Joaquín Villalobos, ex guerrillero salvadoreño, es consultor para la resolución de conflictos internacionales.

ISIDORO BLAISTEN -

Barthes esquina Boedo
Isidoro Blaisten murió poco después de la salida de su novela Voces en la noche, la primera que había escrito. Y en su homenaje, se acaban de publicar todos sus relatos breves y brevísimos reunidos bajo el título de Cuentos completos (Emecé). Radar se suma al homenaje analizando las dos facetas de su trabajo literario, como cuentista y novelista, que llevó a cabo bajo la idea de una literatura que utópicamente pudiera gustar ¡al mismo tiempo! a Roland Barthes y a los muchachos de San Juan y Boedo.


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Final del juego

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Por Claudio Zeiger
La librería que Isidoro Blaisten mantuvo durante siete años –más como punto de encuentro de amigos que como negocio próspero– en una galería de San Juan y Boedo condensa varias claves que hoy nos sirven para entrar a la lectura de sus Cuentos completos, la edición- homenaje que Emecé lanzó poco después de la muerte del autor, y de la aparición de su novela Voces en la noche. Esa librería “asistió” a los años del despegue de Blaisten como figura pública, con la publicación de dos de sus volúmenes de cuentos más celebrados: Dublín al sur (en rigor, una antología) y Cerrado por melancolía, cuyo título está tomado del cuento que homenajeó a esa librería y, sesgadamente, a la causa de su cierre, la melancolía. Pero escribir al borde de la derrota sentimental no implica un fracaso literario, y un fracaso literario también puede ser una bella derrota. Y los cuentos de Blaisten –desde los relatos pioneros de los ‘70– están plagados de las bellas derrotas de unos seres grises y mediocres que, en el momento del cuento, encuentran su instancia de revelación, de pequeña redención, de precario triunfo contra el fracaso.

El cuentista como mujeriego
Quizá no haya otra esquina de Buenos Aires tan cargada de porteñidad, tango y poesía como San Juan y Boedo. Barrio viejo y añejo, de una barrialidad elegante y orgullosa de sí, de aires muy semejantes a los que destilan los cuentos de Blaisten: del tono de una ligera solemnidad relamida que pronto desbarranca en autoparodia; estilo ligeramente anacrónico como el de quien ha sido bien educado y se esfuerza todo el tiempo en demostrarlo hablando bien. Esa impostación asumida es una de las marcas del humor de Blaisten. Los personajes que tienen pretensiones de ascenso social (pueden ser materiales o espirituales) pero en el fondo no les da el cuero son uno de sus blancos favoritos: la crítica a lo más medio de las clases medias (que se vuelven frenéticas, la crítica y la clase media, en cuentos como “La última decoración” o “La sed”). San Juan y Boedo, punto de cruce entre la cultura y el barrio como conflicto y ambición. ¿Y qué más cultural y ambicioso que poner una librería ahí para tener que reconocer finalmente, como en “Cerrado por melancolía”, que en cinco años no había vendido ninguno de los noventa bellos ejemplares de un Quijote traído de Barcelona?
En otra versión, más cercana a la realidad que a la ficción (el epílogo del volumen Carroza y reina), Blaisten confesaba que “durante esos siete años tuve un único cliente y una única clienta”; contaba de aquella chica que leía todos los libros de la colección “La Novela Gótica” de Javier Vergara, lo que un día la llevó a exclamar con entusiasmo: “¡Qué bien escribe Javier Vergara!”; contaba que gracias a la librería llegó a conocer los intersticios de la vida sexual de San Juan y Boedo durante los días del Mundial ‘78. “Por ese entonces, pasadas las siete de la tarde, comencé a notar algo muy extraño: mujeres solas, vestidas como para salir, pintadas, que deambulaban por la galería desierta y se detenían frente a las vidrieras apagadas y continuaban su ronda por los negocios sin nadie. Era muy curioso porque en esos días, precisamente, la galería estaba más desierta que nunca, los locales se cerraban a las cinco y los dueños y los locatarios corrían a su casa a sentarse frente a los televisores a mirar los partidos. Sólo yo quedaba en la galería. Mi negocio irradiaba luz (porque en eso yo era muy estricto) y, poco a poco, tarde o temprano, las mujeres dejadas solas entraban en mi librería. Es notable lo que puede llegar a contar una mujer dejada sola durante un mundial de fútbol, junto a la mesa de una librería perdida.”
Y también son de San Juan y Boedo las sombras eternas del tango y esa pátina de melancolía que signa gran parte de los cuentos de Blaisten, sobre todo en esas figuras de vendedores callejeros que arrastran sus valijas con muestras de herramientas por la ciudad, agobiados, pensando en planes disparatados de empresas arltianas siempre en busca de La salvación (como el título de uno de sus primeros libros), irremediables pobres tipos. Y desde luego son de ahí “los muchachos de Boedo”, prototípicosguardianes del sentir popular, jueces mudos que acodados a la mesa del cafetín, envueltos en humo, le suben o le bajan el dedo aprobatorio a un cuento. “¿Qué es un cuento perfecto?”, se preguntó Blaisten alguna vez. “Un cuento que permanece. Sobrepasa el entendimiento y la lucidez; toca el corazón de la gente. Es decir, le puede gustar tanto a Barthes como a los muchachos de San Juan y Boedo.”
“Nadie, casi nadie se muda de Boedo”, reflexionaba Blaisten en el epílogo de Carroza y reina. Lo que viene a decir: nadie, casi nadie, se va del barrio. Y si se muda (aunque sea a unas pocas cuadras o a otra ciudad, Dublín, por caso), lo llevará dentro como recordatorio, advertencia, señal de lo efímero de cualquier ilusión.
En esa esquina, en ese barrio, entre esos viejos volúmenes de la librería donde convivieron el Quijote, Rilke, Kafka y otros tantos autores que anudaron el universo al barrio, se quedaron grabadas las claves de este autor que siempre fue un tanto escurridizo para quienes identifican la narrativa de los ‘60 como un bloque único de búsquedas realistas y comprometidas. Blaisten, en parte, perteneció a esa generación y colaboró en sus revistas, pero su perfil pronto se definió diferente, peculiar. A pesar de su proximidad con ciertas zonas de Cortázar, fue raro e inclasificable, como un Cortázar demasiado borgeano o un Cortázar sólo cuentista. O un Cortázar sin su barba, reemplazada por un profuso bigote de señor de San Juan y Boedo.
Pero con Cortázar, con Borges, con Quiroga, con Onetti, Castillo, Heker y tantos otros, Blaisten sí compartió la pasión rioplatense por el cuento y la cultivó, en el sentido en que se cultivan rosas, con primoroso cuidado. Jorge B. Rivera lo definió con precisión al hablar de “una maestría exhaustiva”. Blaisten evidentemente fue un especialista en cuentos, como un orfebre o un relojero del cuento (su expresión máxima quizá se encuentre en los de Cerrado por melancolía). En sus palabras, esta especialización era casi, casi, como una esencia.
“El cuentista es como el mujeriego: el mujeriego ve una mujer y sólo piensa en llevársela a la cama. El cuentista percibe una situación y sólo piensa en convertirla en un cuento.” O más ampliamente, acerca de la necesidad de apostar al trabajo en el taller más que a la inspiración, dijo: “Hay que admitir que las medidas, las formas, las equivalencias, no están para joderte la vida, están para ayudarte. Hay gente que me dice Ah, no, yo escribo lo que siento. Está bien, uno puede pensar que tiene un hermoso sufrimiento, pero eso no le importa a nadie. La literatura es cruel. Uno puede escribir la letra de ‘Anclao en París’ estando en Madrid, fumando cigarrillos egipcios y con pijama de seda. De todos modos, el que escucha el tango, llora. Esas son las contradicciones del arte de escribir”.

Locuras de Isidoro
Los Cuentos completos están ordenados en forma cronológica con algunas alteraciones que Graciela Melgarejo explica en el prólogo. “Como los cuentos tienen la feliz cualidad de poder agruparse, integrando un libro completo o participando de antologías, los cuentos de Isidoro han seguido más de una vez ese destino. Y no será distinto ahora; cuando Dublín al sur (1980) se publicó por primera vez, se presentó como una antología compuesta por doce cuentos seleccionados de los tres libros anteriores: La felicidad, La salvación (1971) y El mago (1974), y tres relatos más que sólo se habían publicado en revistas. Sin embargo, esa antología se consolidó de tal manera como un libro único, original y distinto, en el tiempo, en la memoria de los lectores y probablemente en la historia de la literatura argentina contemporánea, que hoy sería ocioso restituir esos cuentos a sus libros originales.” Se puede agregar que -hecha la salvedad de cómo aparecen– en este volumen se reúnen los cuentos publicados desde La felicidad (1969) hasta Al acecho (1995).
Hay picos altos en este súper libro de cuentos y seguramente su mención no será sorpresa para el lector avisado: “Victorcito el hombre oblicuo” espor cierto una pieza de humor antológica, y la “maestría exhaustiva” de la que habló Rivera destella con todo su esplendor en “Cerrado por melancolía”, “Adriana subiendo la escalera” y “¿El sol, señor Beltrán?”. Después se puede mencionar un volumen sumamente parejo en su calidad (entendiendo que esa homogeneidad suele ser un abierto desafío para los cuentistas) como Carroza y reina, y piezas que quedarán como emblemáticamente blaistenianas: “Balada del boludo”, “Los tarmas”, “El tío Facundo” y “Violín de fango”.
Desde sus primeros cuentos –”Ahora que va a venir” o “Alimentación y salud”–, Blaisten trabajó con lo que en “La carta y el cuento” llamó “la filosofía de Perogrullo”. Lo cierto es que esas verdades muchas veces obvias y transparentes se van tornando –a medida que se desenvuelven las tramas– turbias, engañosas, hostiles, llevando a los personajes a las orillas del absurdo y el delirio. Desde luego, hay un desmontaje de la obviedad y la sencillez, un doble fondo donde se revela lo absurdo de la vida cotidiana y los anhelos de una felicidad media. Y sin embargo, no dejan de ser éstos el sustrato, el limo de casi todos los cuentos de Blaisten. Esta constante le da coherencia interna a la obra y ese ritmo tan apreciado en el humor: el lector ya lo ve venir. Ve el momento en que la situación derrapa, en el que asoma la punta del absurdo, la punzada del delirio abriéndose paso. Uno espera –cuento a cuento– ese crescendo del humor y desde luego este recurso es básico en los textos beves y misceláneos y adictivos de El mago (por citar uno brevísimo titulado “Romancero urbano”: “Ay, Federico Lacroze, llama a la guardia civil”).
La mirada retrospectiva sobre estos cuentos genera también un efecto curioso: el de un relato continuo cuyo rasgo es el deslizamiento, el paso de un cuento al otro sin transición, como si una materia común fuera transmigrando pero siendo, en esencia, la misma. Parece haber sido un efecto buscado por Blaisten, por cierto, y que estos Cuentos completos obviamente destacan si la lectura es corrida. Él mismo había declarado creer en esa efecto de contigüidad de los relatos, de un único relato escandido en piezas, y en la tarea constante de corregir (una de las actividades del escritor más relacionadas con el trabajo, la concentración, el pulido). “¿Quién decide entonces cuándo un libro está terminado? Creo que un secreto instinto. Creo que corregir es una tarea tan misteriosa como escribir. Es, además, irrenunciable.”
Y sí, aquí están todos y vale la pena asomarse a una narrativa con muchos lectores pero no muy visitada por la crítica. Irremediablemente cerrado por melancolía, su mundo está ahí, y si bien es melanco también es eficaz y feliz, renovado, poco anclado en las nostalgias del pasado a pesar de San Juan y Boedo. Quizá porque el autor siguió la advertencia de Margarita, uno de sus personajes de “Los tarmas”: “no mires para atrás, viejo, que te vas a convertir en estatua de sal”.

ALDO PELLEGRINI

SE LLAMA POESIA TODO AQUELLO QUE CIERRA LA PUERTA A LOS IMBECILES

Aldo Pellegrini

La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes.

No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla, mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática a cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos.

Por supuesto, es el pueblo el poseedor potencial de la suprema aptitud poética: la inocencia. Y en el pueblo, aquellos que sienten la coerción del poder como un dolor. El inocente, conscientemente o no, se mueve en un mundo de valores (el amor, en primer término), el imbécil se mueve en un mundo en el cual el único valor está dado por el ejercicio del poder.

Los imbéciles buscan el poder en cualquier forma de autoridad: el dinero en primer término, y toda la estructura del estado, desde el poder de los gobernantes hasta el microscópico, pero corrosivo y siniestro poder de los burócratas, desde el poder de la iglesia hasta el poder del periodismo, desde el poder de los banqueros hasta el poder que dan las leyes. Toda esa suma de poder está organizada contra la poesía.

Como la poesía significa libertad, significa afirmación del hombre auténtico, del hombre que intenta realizarse, indudablemente tiene cierto prestigio ante los imbéciles. En ese mundo falsificado y artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan artículos de lujo: cortinados, bibelots, joyería, y algo así como la poesía. En esa poesía que ellos usan, la palabra y la imagen se convierten en elementos decorativos, y de ese modo se destruye su poder de incandescencia. Así se crea la llamada "poesía oficial", poesía de lentejuelas, poesía que suena a hueco.

La poseía no es más que esa violenta necesidad de afirmar su ser que impulsa al hombre. Se opone a la voluntad de no ser que guía a las multitudes domesticadas, y se opone a la voluntad de ser en los otros que se manifiesta en quienes ejercen el poder.

Los imbéciles viven en un mundo artificial y falso: basados en el poder que se puede ejercer sobre otros, niegan la rotunda realidad de lo humano, a la que sustituyen por esquemas huecos. El mundo del poder es un mundo vacío de sentido, fuera de la realidad. El poeta busca en la palabra no un modo de expresarse sino un modo de participar en la realidad misma. Recurre a la palabra, pero busca en ella su valor originario, la magia del momento de la creación del verbo, momento en que no era un signo, sino parte de la realidad misma. El poeta mediante el verbo no expresa la realidad, sino que participa de ella.

La puerta de la poesía no tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad de incandescencia. Sólo los inocentes, que tienen el hábito del fuego purificador, que tienen dedos ardientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la realidad.
La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.

DAVID LEVAGRABICH.

¿Qué es el presente sino un instante casi inasible en fuga hacia el pasado? ¿Qué pretenden decir ciertos discursos, tan a la moda, cuando sostienen que hay que vivir en el presente? ¿Quiénes viven en el presente continuo? No se engañen, amigos, sólo los animales viven en el instante, un instante que no deja huella, que no se registra. Pero aún esto es discutible ya que todo parece indicar que no es así en tanto hay una experiencia de la cual el animal aprende, claro que siempre se trata del registro de la conciencia. Sin embargo, el caso del humano es especial. Los seres humanos, amiguitos, no vivimos en el presente, el tiempo humano es tiempo histórico. Esto quiere decir, en rigor de verdad, que vivimos más en el pasado que en el presente o en un presente determinado por el pasado. Borges dice de uno de sus personajes que había comprendido, quizás, que la verdadera sustancia de que está hecho el tiempo es el pasado.
¿Y el futuro?, dirán ustedes. El futuro es un espacio abierto al que solemos colmar con nuestras fantasías construídas en base a anhelos de éxito en el amor y el dinero, por ejemplo que, las más de las veces, al menos en el caso de la mayoría, terminan frustrados. Es que, en realidad, queridos locos insoportables, amados neuróticos y potenciales locos lindos, debemos confesar que, con más frecuencia de lo que solemos admitir, tropezamos con la misma puta piedra y nos quedamos rascándonos la cabeza al costado del camino preguntándonos quién carajo la puso ahí.
Y por qué nos pasa esto, maestro (mirá como me la creo), preguntarán ustedes. Bien, amados discípulos seré franco y hasta brutal en mi respuesta, en esto, preclaros neuróticos, otra vez nos está jodiendo aquello a lo que llamamos, no disponiendo por el momento de un mejor término, el pasado. Situaciones irresueltas de nuestro pasado que nos conducen una y otra vez a la repetición de los mismos fracasos. Algunos, gente bastante inteligente incluso, en un intento de darle un sentido objetivable a este fenómeno desde antaño conocido, le llaman Karma o Destino, pero no hay nada objetivable en el asunto, no se dejen engañar. No es la mala suerte, ni el destino, ni el Karma que cargamos por los pecados de nuestras vidas anteriores, no, queridos loquitos, son razones subjetivas que desconocemos, ¿y por qué las desconocemos si decimos que esas razones son subjetivas?, pregunta el alumno traga de la primera fila. Buen punto, Jaimito. Bueno amiguitos, es porque están en el ámbito de lo inconsciente y eso sólo puede despejarse en un tratamiento psicoanalítico.
Exactamente, sí, ese tratamiento inventado por un judío loco lindo nacido en Viena y odiado por los nazis hasta el día de hoy, llamado Freud y al que tanto gustan atacar desde el Norte con argumentos pretendidamente científicos. Desde ese norte desde el cual pretenden imponernos no sólo tratamientos sino pensamientos, economías, cultura, etc. Pero qué decir de algunos de esos tratamientos que, como dije, pretenden imponernos si el sólo escuchar sus métodos, como algunas propuestas para curar las fobias hasta dan risa por lo infantil: ¿usted le tiene miedo a las arañas? Pues venga a mi consultorio y yo le haré comprender tocando arañitas desde las más chiquitas a las más grandes y peludas que, en realidad, las arañas son las mejores amigas del hombre, ya que no de los machos arañas a quienes se morfan apenas terminan de copular.

DAVID LEVAGRABICH

Escrito por: levagrabich el 18 Mar 2008 - URL Permanente
Con vos puedo hablar tranquilo, creo. Me parece que no sos un pasajero común, no sé, me inspirás confianza. Desde que subiste y te sentaste ahí atrás con tu maletín de carpincho sobre las rodillas y esos anteojos negros espejados me dije: éste es de los míos. Porque ciertas cosas no se pueden hablar con cualquiera, ¿te das cuenta?
Yo no creo en los grises, ¿sabés? Para mí, blanco o negro, macho o hembra, pato o gallareta. Esto lo tengo mucho más claro ahora, desde que desembarqué en estas playas, me compré un taxi y escucho Radio Diez. Es verdad que antes era más flexible, un tipo solidario, preocupado por el bienestar de la humanidad, lo que se dice un filocomunista. Pero después de lo que me pasó… Ya no me importa lo que digan Platón y todos los zurditos intelectuales que le siguieron. Yo no me la creo más. ¿Sabés adónde pueden meterse la República, la plusvalía, el inconsciente y todas esas boludeces?
Sin embargo, te digo la verdad, el problema, el verdadero problema no lo tuve con Platón y sus seguidores sino con Zeus. Ah, veo que te llama la atención, claro. Dejame que te explique. Yo, antiguamente, vivía en Grecia, en los arrabales del Olimpo y mi vieja… perdón ¿tu madre vive?, me alegro por vos, loco, cuidala bien. Como te decía, a mí esto me pasó por no hacerle caso. Viste que la vieja te bate siempre la justa, cuidate nene, me decía ella, tenés que ser más respetuoso con los mayores y, sobre todo, no te metás en política. ¡Ojo con los poderosos! Si la hubiera escuchado… Pero nada me gustaba más que joderlo al fanfarrón de Zeus, cosas de pibe ¿viste? Hasta que un día se calentó y, para vengarse, ese hijo de una gran Rea, les quitó el fuego a mis amigos humanos. Entre paréntesis, no sé si vos lo sabías pero, aunque ande por allí amenazando con un rayo, siempre fue un marica. ¿Acaso no anduvo con el pendejo ese de Ganímedes? Sin embargo, lo que de veras me jodió no fue tanto su mariconería, en esa época hubiera podido tolerarlo, sino, como te dije, lo de privar del fuego a los humanos.
Yo no tengo hijos ¿sabés? y en ese entonces los hombres eran un poco como mis hijos, tan es así que algunos me achacan su creación, pero no es verdad. El que quiera saber sobre eso que le pregunte a Darwin. No aconsejo recurrir a los dioses porque de ellos estoy muy decepcionado. La verdad es que los humanos eran más bien como mis mascotas y la cuestión fue que se me empezaron a morir de frío ¿te das cuenta? ¿Con quién iba a jugar ahora? Yo siempre fui un tipo cálido, un buen tipo, un tipo sociable y en mi juventud, además, tenía ansias de justicia, ¿qué podía hacer sin amigos? Así que un día pensé: má sí, yo me juego, y haciendo acopio de toda mi sangre fría lo encaré a Helio. ¿Tenés fuego, macho? le pregunté, mientras con el índice de la mano derecha señalaba el faso colgado cancheramente de mis labios. Cuando el tipo sacó el carusita se lo afané de un manotazo a lo Fillol y salí rajando. Después fue cuestión de devolvérselo a los hombres pero, eso sí, con una recomendación: muchachos, no hagan bandera, no hagan olas, ocúltenlo por un tiempo, úsenlo sólo en las cuevas, cocínense un guisito, un asadito de vez en cuando por qué no, pero no alardeen ¿comprenden? ¿Y qué hicieron los botones estos? Encendieron antorchas y fogatas a todo lo largo y lo ancho de la Tierra. Te juro que ahora, cada vez que manejando el tacho me encuentro con un piquete y veo a esos villeros prendiendo fuego a las gomas de camión, me acuerdo de lo que hice y me quiero matar. Pero bueno, el caso es que la bronca de Zeus fue tremenda. Debe haber sido por ese asunto de la ira divina, ¿viste? Esa bronca acabó con mi religiosidad te digo, no sé, me desilusioné, este cabrón no se banca una joda, pensé. Por eso me hice católico (yo antes era muy creyente, te juro).
La cuestión fue que el tipo no tuvo mejor idea que mandar una mina para vengarse de mí y de la humanidad. Está claro que yo no me la iba a comer (¡a éste varón!) Pero como tengo un hermano medio boludo fui y le dije: Epimeteo ¡Ojo con esa mina! Mirá que te va a dorar la píldora, te lo digo de onda. Pero el muy opa insistía en que podía ganarse el pan para los dos y con que mirá qué lindos ojos tiene, qué linda boquita, qué lindas piernitas, qué lindas tetitas, qué linda cajita, qué habrá adentro de la cajita, me intriga la cajita… y al final la abrió nomás. Como diría mi viejo, que era un sabio: ¡qué flor de pelotudo! Y allá fueron todas las desgracias recién inauguradas volando libres por el aire con mucho donaire. Un poquitín de viruela por acá, algo de lepra por allí, alguna que otra guerrita acullá, en fin… Hasta se guardó la esperanza el muy hijo de puta de Zeus. Aunque no sé, mirá, capaz que es mejor vivir sin esperanza, ¡para lo que hay que ver! A mí me clavó junto a un abismo del Cáucaso y me mandó a un pajarraco amante del paté para que se entretuviera con mi hígado. Menos mal que después vino Heracles y me liberó. Un amigazo el grandote. Pero eso sí, Zeus me obligó a llevar este anillo hecho de la piedra en la que estuve atado. Mirá, ¿lo ves? Es chiquito, pero no sabés lo que pesa. Es que el tipo no da puntada sin hilo. Así sabrás quién manda, me dijo. ¡Cada vez que lo miro me da una bronca! Te juro que sueño con volver al Olimpo al sólo efecto de mearles el asadito de los jueves a esos atorrantes de los dioses.
De yapa, ya lo ves, vino el exilio en estas ignotas pampas tercermundistas y los pocos mangos que me quedaban del asunto de la patente del fuego se me fueron en el taxi y el bulo de La Boca. ¡Menos mal que todas las noches puedo ver a Tinelli!
Uy qué lindo relato.

Tengo otro:

Es sobre un tio sexagenario que vive solo, a quien le pasó lo mismo al principio. Este señor tapapa al gato con una manta. Lo mordisqueaba y sentía celos de él. Jugaba mucho. Jugaba demasiado. Jugaba a que el animal era un toro de lidia y lo obligaba al desconcierto. Lo torturaba físicamente y le cantaba cuando andaba borracho con voz tan fuerte y desafinada que ensordecía a su pobre víctima.

Mi tío prometió dejarle su fortuna (varias decenas de millones de dólares sin contar las fincas y las acciones a futuro) en el testamento. Durante varios días dejó de darle comida y lo obligó a dormir en el umbral. El felino se quejaba pero esperaba un milagro. Sabía que el hombre se había vuelto loco.

Fiel a su destino de gato marcó su territorio y escapó de su cárcel para no ver nunca más al desgraciado. Huyó de la mezquindad de mi tío como de la peste o la rabia.

No lo odia. Siente lástima porque es un ser fracasado, ateo e inútil de los tantos que abundan en este universo planetario.

El viejo una noche de estas tiene una sobredosis y se suicida.
EL gato se llama Elvis y está vivo.

http://blogs.clarin.com/estoychapalino/2008/3/23/significado-las-pascuas-todo-mundo

A Todas las personas que leen este Blog y a las que no y se lo encuentran de pura casualidad, les deseo lo mejor de lo Mejor, aunque suene muy distante, no lo tomen asi, tomenlo como un buen deseo para Todos!...

La pascua es un término religioso con diversos significados en las culturas judía y cristiana.

Desde varios milenios antes de nuestra era, en las culturas mediterráneas, al principio de la primavera (en esta época de marzo) se hacía una fiesta de varios días (hasta una semana) de duración en la primera luna llena de la primavera, por el “paso” del invierno a la primavera.

El huevo de pascua

El huevo de pascua se origina en una celebración precristiana que celebraba el equinoccio de primavera. La idea original era pintar huevos con colores brillantes que representaban el sol de primavera, que representa el misterio, la magia y la alegría de la vida.
Diversos pueblos (chinos, egipcios, hindúes, persas, galos, romanos) han adorado al huevo como símbolo universal de la vida.

los judíos celebran la Pascua (pésaj), para conmemorar su escape del cautiverio de manos de los egipcios (aproximadamente en 1250 a. C.).

El pésaj judío se origina en la historia contada en la Torá (la Biblia hebrea), en la que el Dios Yahvé mató a todos los hijos mayores de los egipcios. El líder religioso Moisés dijo que Yahvé se le había aparecido y le había ordenado:

Escogerán un corderito [...], tomarán su sangre para untar los postes y la parte superior de sus puertas. Lo comerán todo asado, con su cabeza y sus entrañas, con panes sin levadura. [...] Yo recorreré Egipto y daré muerte a todos los primogénitos de los egipcios y de sus animales. [...] Al ver la sangre del cordero pasaré de largo de vuestras casas. — Éxodo 12.5-14

Los sacerdotes judíos se acogen fielmente a lo exigido por su libro. El pan no fermentado recuerda la salida apresurada, en que faltó tiempo para hacer fermentar el pan (18 minutos). Esto debe cumplirse durante los 7 días anteriores a la Pascua.Pascua Judia

La pascua se relaciona también con el «paso» del Mar Rojo, que según la Biblia sucedió inmediatamente después de la salida de los esclavos judíos de Egipto:Seiscientos mil hombres a pie, sin contar los niños. También salió con ellos una inmensa muchedumbre de gente de toda clase, y grandes rebaños de ovejas y vacas. — Éxodo 14.5-30
Luego de esto se debe celebrar la fiesta de los primeros frutos de la cosecha, en este caso de la cebada y cincuenta días más tarde (7 semanas) del trigo, dando origen a Pentecostés o schavuot (‘semanas’).

Pascua Cristiana

La Pascua de Resurrección es la celebración cristiana que conmemora la resurrección de Jesucristo.
La fecha de celebración varía entre el 22 de marzo y el 25 de abril, ya que tiene lugar el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. Existe una fórmula que permite el cálculo de la fecha de Pascua.

Los primeros cristianos —que eran judíos— celebraban la Pascua tomando la relación con Jesús como el Cordero de Dios (en latín Agnus Dei), que quita los pecados del mundo. En el concilio de Nicea bajo Constantino los cristianos transformaron la celebración de la Pascua judía en la fiesta de la resurrección de Jesús de Nazaret. Los judíos por su parte continúan celebrando la Pascua al estilo del Éxodo.
Esta fiesta determina el calendario móvil de otras fiestas: así la Ascensión (el ascenso de Jesús al cielo) se celebra 40 días después y Pentecostés 10 días después de la Ascensión. La semana anterior a la Pascua de Resurrección es la Semana Santa, que comienza con el Domingo de Ramos (que conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén). La Octava de Pascua es la semana que sucede a este Domingo de Pascua (o Domingo de Resurrección).

A veces, el nombre Pascua se ha extendido a otras celebraciones cristianas, como Navidad (el nacimiento de Jesús) o Pentecostés (la venida del Espíritu Santo). Por ejemplo en Chile, el termino Pascua se aplica coloquialmente a la Navidad, mientras que a la Pascua se le llama "Pascua de resurrección".

sábado, 22 de marzo de 2008

LETRALIA - http://www.letralia.com/176/letras15.htm

A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El primero se deja leer en la forma corriente y termina en el ca­pítulo 56, al pie del cual hay tres vistosas estrellitas que equivalen a la palabra FIN. Por consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue. El segundo se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego en el orden que se indica al pie de cada capítulo.
Julio Cortázar, Rayuela

Infinita presencia de lo infinito -

Borges: infinita presencia de lo infinito


Rafael Victorino Muñoz

Hay un concepto que es el corruptor y el
desatinador de los otros. No hablo del Mal cuyo
limitado imperio es la ética: hablo del infinito.

Jorge Luis Borges


No sé si será posible reducir la vasta obra de Borges a unos cuantos temas, acaso no le hubiese agradado a él mismo; no obstante, los críticos destacan, sobre todo en sus poemas y en algunas narraciones, el interés por sus raíces argentinas, y en particular porteñas, dándoles una dimensión épica incluso a las hazañas de los cuchilleros.

Por otra parte, Borges construyó una literatura a partir de la literatura, y no me refiero sólo a la literatura de creación. En este sentido, en el ensayo y la narrativa explora temas más metafísicos, y hasta paradójicos, en relación con las permanentes preocupaciones de la filosofía. Al respecto, son muchos los textos de Borges en los que no sólo hay alguna clase de alusión al infinito y a la eternidad, sino que estos temas son el centro mismo del relato.

Como se sabe, comúnmente se usa el término eternidad para referirse al tiempo (al tiempo infinito), a la duración indefinida del tiempo, o también, como la entendía Heráclito, a la perduración o a la permanencia; o lo que no se puede medir con el tiempo, como insinuaba San Agustín. Por su parte, lo infinito suele referirse al espacio, aunque también a los conjuntos numerosos de cosas (la arena, las estrellas), que también pueden ser los mismos números.

Han existido amplias y abundantes disquisiciones de los filósofos y pensadores sobre estos dos asuntos. Es más, todos los que han aludido o atendido al ser han tenido que revisar estas cuestiones, ya sea que nieguen o refuten la condición de eterno e infinito del ser, porque es importante señalar que ambos términos aluden a cualidades: lo infinito y lo eterno serían los rasgos de algo, del ser, del universo, de Dios, del conjunto de los números naturales, de la biblioteca, como conjeturaba Borges.

Por supuesto, todo esto es una lucubración humana, que no viene de la experiencia sino de esa otra maldición que nos acosa: la razón. Kant, en el siglo XIX, coincidía con Aristóteles al señalar que el límite absoluto superior es imposible en la experiencia, es decir, nunca podemos llegar a conocer el infinito (ni la eternidad) en nuestra vida. El infinito va más allá de la posibilidad humana; sin embargo, nosotros lo sabemos allí, perturbadoramente, de una manera que es ajena al conocimiento de los demás seres vivos (que son, sin saberlo, eternos de algún modo).

Entonces, cabría preguntarse, ¿de dónde viene ese extraño anhelo en el hombre, en comparación con nuestra finitud y con la finitud de nuestra experiencia? ¿Por qué el hombre se asoma, casi siempre con horror, a mirar el vacío, lo insondable? Carecemos, por el momento, de una respuesta general para tales preguntas; pero sí podemos hablar de un caso en particular: el de Borges y el de sus ficciones.

Las ideas del infinito y de la eternidad rara vez se consideran, fuera de la filosofía y de la matemática; sólo en la literatura se las retoma, más particularmente lo hace Borges (aunque también en su momento lo hizo Calvino, otro devoto borgiano). Estas nociones se presentan, en los siguientes textos de nuestro autor, que a continuación cito:

La más recordada, sin duda, La biblioteca de Babel, que es, en apariencia, una biblioteca infinita; aunque en el texto más bien leemos que dicha biblioteca “se compone de un número indefinido, tal vez infinito, de galerías hexagonales”. (En esto coincide con algunas de las tesis que más recientemente se postulan sobre el universo, que quizás Borges conocía.) En esta biblioteca los

...anaqueles registran [...] todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.

Otro muy recordado es El Aleph, que es un punto de luz infinito, un punto que contiene todos los puntos, un espacio donde caben todos los espacios, un momento donde están presentes todos los momentos, aun a pesar de ser pequeño es también infinito. Este texto comienza con dos citas; una de Shakespeare: en el acto II, escena 2, Hamlet exclama: “Oh, Dios, podría estar encerrado en una cáscara de nuez, y juzgarme el rey del universo”. La otra cita proviene del Leviatán: “Pero nos enseñarán que la eternidad es la permanencia del tiempo presente...”.

Una idea más o menos similar se nos presenta en El zahír, donde el autor declara: “No hay hecho, por humilde que sea, que no implique la historia universal y su infinita concatenación de causas y efectos”. Como se sabe, el zahír es, simplemente, una moneda cuyo recuerdo perturba al narrador de la historia, ya que se ha convertido para él en uno de esos “seres o cosas que tienen la terrible virtud de ser inolvidables y cuya imagen acaba por enloquecer a la gente”. La imagen del zahír, en la mente del trastornado narrador, se va tornando infinita, hasta el punto tal de que, según dice, puede contemplar simultáneamente los dos lados, como si fuera esférica.

De igual modo, nos encontramos en la obra de Borges con un libro de arena, que es también infinito, puesto que cada vez que se inicia la lectura ha cambiado el libro (en esto no difiere demasiado de los otros libros), siendo imposible, una vez que cerramos el texto o pasamos la página, volver a encontrar y a leer las mismas líneas. El personaje que vende el libro al narrador de la historia dice que lo llama el libro de arena porque ni ese libro ni la arena tienen principio ni fin. El texto comienza precisamente planteando la idea de la infinitud, que puede estar contenida hasta en lo más mínimo:

La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes...

En El jardín de los senderos que se bifurcan se presenta otro de los motivos (o podríamos decir símbolos) de la escritura borgiana que aluden al infinito: los laberintos. En un pasaje de dicho texto, el apócrifo narrador imagina “un laberinto de laberintos... un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir y que implicara de algún modo los astros”. Sus pensamientos hallan eco posteriormente, en la narración, cuando otro de los personajes de la historia le refiere algo sobre un laberinto infinito, un laberinto de símbolos, hecho de palabras: se trata de una vasta y caótica novela en la que los acontecimientos no se resuelven como en la vida, donde siempre tomamos partido por una opción, obviando las otras, sino que todas las opciones son narradas y descritas, y éstas a su vez generan otras alternativas, también narradas. Se trata, en suma, de una novela infinita, “una enorme adivinanza, o parábola, cuyo tema es el tiempo”.

Hasta los momentos sólo he mencionado las narraciones de Borges en las que se presentan los temas que nos ocupan (y aun hay otras: La lotería en Babilonia, Funes el memorioso, El inmortal, Le escritura del dios, Los dos reyes y los dos laberintos), las menciones abundarían muchísimo más si hurgamos en sus poemas y en sus ensayos. De hecho uno de sus volúmenes se titula Historia de la eternidad (¿una contradicción aparente?, ¿se puede escribir la historia de algo infinito?). Así, no son pocos los ensayos donde se ocupa directamente del tema: en La doctrina de los ciclos evalúa el mito del eterno retorno; en La muralla y los libros, así como en La perpetua carrera de Aquiles y la tortuga (donde revisa la fábula de Zenón de Elea), en La duración del infierno.

Estas constantes en la obra de Borges se suelen presentar como ideas inquietantes, que producen vértigo, terror y desazón. Los objetos infinitos son una irrupción en lo cotidiano (una presencia de lo infinito en la finitud), y una perpetua fuente de conflictos y de angustia para sus poseedores: el libro de arena, el zahír, el disco de odín, son objetos malditos, que al aparecer en la sosegada vida de sus poseedores, arrastran con ellos la maldición, cambiando la vida de tales personajes, confirmando esa visión que el autor plantea en la cita que usé como epígrafe a este ensayo.

Acaso el vértigo que producen la eternidad y lo infinito deviene de nuestra necesidad de saber dónde estamos y del hecho de no saberlo en realidad; y es que si el espacio es infinito, si no tiene ni principio ni final, no se sabe si lo tiene, o dónde lo tiene; si el tiempo es eterno, no tiene principio ni final, no se sabe si lo tiene o cuándo comenzó, entonces estamos en medio de ninguna parte, de ningún lugar, y estamos también en cualquier lugar del tiempo, no más lejos ni más cerca del principio o del final, en un lugar y un momento como cualquier otro (esta idea, palabras más palabras menos, la plantea Borges en La doctrina de los ciclos).

El saber que el universo no se va acabar mañana puede producir alegría; pensar que no va a acabar nunca, que no se puede recorrer ni aun en un rayo de luz ni en toda una vida humana, desazón. A la alegría que supuso, para los habitantes de La biblioteca de Babel, saber que ésta era infinita, y que

...no había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono... sucedió, como es natural, una depresión excesiva. La certidumbre de que algún anaquel en algún hexágono encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos eran inaccesibles, pareció casi intolerable.

Los habitantes de la biblioteca estarían, pues, como nosotros, perdidos en cualquier lugar de su universo, en un lugar que no estaba ni más cerca ni más lejos del fin o del principio. En tal sentido, vale decir de nuestro autor y de su obra lo mismo que él dijera en varias ocasiones, citando a Pascal; éste exclamó: “La infinita vastedad de estos espacios vacíos me aterra”.

Otra razón, pienso yo, por la cual el infinito nos desazona tiene que ver con lo inmutable, con lo fijo, lo estático. En efecto, si el universo es eterno e infinito, siempre ha sido y siempre será; puede cambiar, expandirse, como propugna la teoría del big bang, pero sigue siendo infinito. En este momento viene a mi mente una idea que plantea Víctor Hugo en Los miserables: algo peor que un infierno donde se sufra permanentemente, porque en el sufrimiento hay variedad, es un infierno donde uno se aburra. La eternidad y el infinito son terriblemente tediosos.

Pienso que Borges temía y admiraba lo infinito, lo eterno, lo absoluto, que son acaso distintas maneras de enunciar ese algo que es y no es. Pero al mismo tiempo querría descifrarlo, pensando que quizás habría una clave para develar ese interminable laberinto de causas y efectos. En La biblioteca de Babel plantea Borges que pueda haber un libro secreto que contiene el catálogo de de ese universo, de esa biblioteca aparentemente infinita. Ese libro revelaría que no es tal, que no es infinita, sino que se puede contener en algo.

Esto coincide con el poema El golem, en el cualse lee:

Si (como el griego afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa
En las letras de rosa está la rosa,
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.


En un poema, Paz Castillo —también un gran metafísico— se refiere más o menos en estos mismos términos a Dios, esa otra entidad infinita:

Dios —el ser supremo—
fue, desde entonces, esclavo de la forma
geométrica y audaz de una palabra:
grano henchido de contener su esencia.


La palabra impone un orden y un límite, da un sentido, puesto que está dotada de una linealidad, al menos eso dicen los teóricos de la escritura.
Escribía, entonces, Borges, para eso, para poner un orden, un límite acaso, para contener el infinito, conjurarlo. Tal vez no, él mismo pareció adelantarse a esta conjetura mía; en Nueva refutación del tiempo escribió lo siguiente: “Todo lenguaje es de índole sucesiva; no es hábil para razonar lo eterno, lo intemporal”.

Es difícil tratar de precisar la noción de infinito en la obra de Borges, su visión no es concluyente, sino conjetural, dado el carácter inalcanzable, elusivo. Mi paradoja es la misma que él plantea en un texto, donde se habla de un mapa del imperio que es tan vasto como el mismo imperio; acaso la presencia del infinito en sus textos sea infinita y, asimismo, una aproximación a esta presencia en su obra debería ser tan vasta como la obra misma.

JOSÉ GREGORIO CORREA - San Sebastián de los Reyes

“El escritor sirve para mostrar las cosas desde su óptica personal y alguna gente coincide con él y lo celebra, mientras que otra lo detesta. Tampoco hay que olvidar que el creador vive en una sociedad, va al mercado y usa el servicio de transporte público; entonces, no puede vivir aislado en una torre de marfil”.

En la biblioteca pública de su pueblo natal, José Gregorio Correa (San Sebastián de los Reyes, 1961) comenzó a leer a Pablo Neruda y a Andrés Eloy Blanco. A partir de esas lecturas, se abrió paso entre las obras de Oscar Wilde, así como las de sus coterráneos: Luis Álvarez León y Dimas Parra, entre otros. “Luego vine a Maracay a estudiar en la Escuela de Arte Dramático, a través del contacto con Esteban de Jesús Liendo, quien me prestó Las flores del mal de Charles Baudelaire y los poemas de Arthur Rimbaud”.

Durante su participación en el taller de literatura, que coordinaba Harry Almela en los años ochenta, tuvo contacto con la poesía de Víctor Valera Mora: Amanecí de bala, y se dio cuenta de que venía haciendo algo parecido en cuanto al estilo conversacional, “salvando las distancias, por lo cual tuve que dedicarle al ‘Chino’ mi primer libro: Poemas de Dios y de tu nombre (1988) por cuestión de honestidad y para no dar pie a suspicacias, pues esos textos ya estaban hechos”.

—Ya que participaste en un taller de literatura, ¿piensas que éstos podrían ser fábricas de escritores?

—No, más bien los veo como una motivación. Sirven también para compartir los textos que producimos y cruzar una que otra información. Ese acercamiento a los libros y a otros autores te va fortaleciendo. Cuando se está dentro de un grupo, elite, cofradía o pandilla, se genera ese sentimiento de pertenencia a una tendencia y hace que el individuo busque su propia voz.

—¿Cuáles temas te motivan a escribir?

—No termino de escapar de los temas de corte amoroso, del paisaje humano, no sólo del paisaje natural. Como vivo en San Sebastián de los Reyes, el paisaje siempre está presente y cuando vengo a la ciudad, también la percibo de la misma manera. También me motivan las historias cotidianas; inclusive, hay grandes poemas en las noticias de los periódicos, allí hay drama, hay tragedia... existen diversas fuentes de inspiración. He comprobado, a través de mi experiencia en la dramaturgia, que en la realidad sucede lo mismo que en la ficción, pero a veces la ficción se adelanta a la realidad.

—Entre la poesía y la dramaturgia, ¿en cuál género te sientes más a gusto?

La dramaturgia es un género bastante difícil, pues requiere de mucha investigación para crear los personajes. También hago cuentos, gracias al contacto con el narrador Daniel Aquino, con quien he compartido historias para desarrollar, pero me siento mejor en la poesía, pues me parece que llega de manera más luminosa y trascendental, aunque aprecio mucho los demás géneros.

—Aparte de la lectura, ¿de cuáles fuentes te nutres para escribir?

—Aparte de la música, que también es parte del asunto, cumplo a medio tiempo el oficio de pintar, pues tengo unos amigos que son artistas plásticos en San Sebastián, con quienes he participado en concursos a cielo abierto, lo cual me ha ayudado a desarrollar una poesía descriptiva, donde prácticamente se pinta un momento, una situación. También me han nutrido las conversaciones con la gente y las situaciones cotidianas. Por ejemplo, una vez estaba en un centro comercial en Cagua y observé a un vigilante con la camisa raída, un pantalón desgastado y los zapatos viejos, que ahuyentaba con un cartón —como si fuese una gallina o un perro— a una señora indigente que pedía dinero para comer. Aunque tal vez ambos estaban en la misma condición económica, eran tan iguales que terminaron despreciándose. Entonces, pensé que el final de esa historia sería que el vigilante, cuando llegara a su casa cansado de la jornada, le dijera a su hermana: “Te he dicho varias veces que no dejes ir a mi mamá adonde estoy trabajando”.

—A tu criterio, ¿cuáles escritores venezolanos son fundamentales?

—Juan Sánchez Peláez, José Antonio Ramos Sucre, Víctor Valera Mora y Miguel Ramón Utrera, quien ha sido muy nombrado pero muy poco conocido, a pesar de habernos legado una obra consistente.

La percepción de la palabra
“Las palabras siempre me interesaron, me parece que dicen algo más de lo que usualmente quieren decir. A través de ellas percibimos los colores, los olores y los brillos, y nos permiten, además, comunicar las cosas que sentimos”.


—¿A qué atribuyes el hecho de que los escritores venezolanos no sean tan conocidos en el exterior?

—Tiene que ver con las políticas editoriales del Estado, aunque editoriales como Monte Ávila y la Biblioteca Ayacucho han hecho esfuerzos, no sé si será culpa de los embajadores, que miran al libro como un objeto y no lo hacen llegar. La literatura venezolana es tan buena como la de cualquier otro país. Allí tenemos el ejemplo de Gustavo Ott, Rodolfo Santana, Ana Enriqueta Terán, quienes han sido reconocidos internacionalmente.

—¿Cómo percibes la presencia de la mujer en el mundo de la literatura?

—Una osadía hacia aquellos que piensan que la mujer siempre ha estado confinada a otros oficios, como ama de casa, secretaria, institutriz, no más de ahí. Recuerdo que en mi pueblo hubo una poetisa llamada Elina Cabrera Sosa, quien dejó algunos versos interesantes. Aún en estos tiempos, resulta difícil para algunos ver a una mujer escribiendo, diciendo cosas, pues éste ha sido un campo donde han predominado los hombres. Por eso lo veo como una osadía, pues las mujeres han demostrado no sólo su femineidad sino las debilidades de lo masculino y han dado a conocer su forma de mirar el mundo.

—¿Cómo percibes el panorama literario regional?

—En otros tiempos, tanto en Maracay como en La Victoria, había posibilidades de publicar, a pesar de que siempre han permanecido las roscas, bien sea por afinidad, por contacto, por amistad... Las imprentas regionales en cada estado y los concursos literarios pueden servir de motivación al escritor, pero creo que se está publicando mucho y no sé si estas obras están llegando al público lector.

—¿Las instituciones del Estado ofrecen apoyo al escritor?

—Yo creo que las cosas van por buen camino, al menos existe una posibilidad más cercana de publicar, pero la idea es que se le dé chance a los escritores de otras poblaciones, no sólo a los de Maracay. Pero, claro, el escritor no debe esperar que las políticas del Estado le den todo porque si no se convierte en una especie de manco. Ahí está el ejemplo de Miguel Ramón Utrera, quien publicó su obra poco antes de morir, gracias a que era amigo de José Ramón Medina, que laboraba en la Contraloría General de la República. A pesar de que Utrera había obtenido el Premio Nacional de Literatura en los años ochenta, su obra era conocida por los pocos que la leyeron, pues él nunca estuvo detrás del Concejo Municipal para que le publicaran su obra, a pesar de haber sido diputado de la antigua Asamblea Legislativa del estado Aragua y fue presidente del Concejo de Sebastián, nunca se aprovechó de eso, sino que publicó sus cuadernos por sus propios medios.

—Sabemos que los niveles de lectura en Venezuela son muy bajos, ¿resulta difícil ser escritor en un país de pocos lectores?

—Si lo que se escribe tiene sentido para uno mismo y para los pocos que lo leen, no creo que sea necesario medir un ranking de cuántas personas leen nuestro trabajo porque al final, si el libro queda, siempre habrá un par de ojos solitarios a los que no sé sabe en qué tiempo ni en qué época podrá servirle de esparcimiento o compañía.

—A tu criterio, ¿cuál es la función de un escritor?

—La función del escritor tiene que ser la de describir lo que siente, lo que ve en el mundo que le rodea. Esa discusión acerca de la función del escritor ha sido planteada en distintas épocas, como por ejemplo en el libro de Denise Levertov. Particularmente, creo que el escritor sirve para mostrar las cosas desde su óptica personal y alguna gente coincide con él y lo celebra, mientras que otra lo detesta. Tampoco hay que olvidar que el creador vive en una sociedad, va al mercado y usa el servicio de transporte público; entonces, no puede vivir aislado en una torre de marfil.

—¿Cuáles obras o escritores de la literatura universal recomendarías?

—Las obras de Mario Benedetti, Charles Dickens, Jorge Luis Borges, Octavio Paz y Pablo Neruda. No puedo decir “lean La Iliada” de Homero porque sé que ahorita no lo va a leer nadie. Hay que definir que los tiempos están cambiando y la literatura también y existen obras contemporáneas, que tal vez se hayan nutrido de la literatura antigua, pero son más referenciales para nosotros.

—¿Piensas que las nuevas tecnologías son herramientas útiles para promocionar la obra del escritor contemporáneo?

—Me he dado cuenta de que sí, la gente se acerca cada día más a la Internet y puede consultar la obra de cualquier autor de manera rápida y con comodidad, pero esto no va a sustituir la facilidad de ir en un carrito y llevar un libro en las manos.



Esta entrevista fue publicada originalmente en el suplemento cultural Contenido, del diario El Periodiquito, de Maracay, Aragua, Venezuela.