domingo, 23 de marzo de 2008

Uy qué lindo relato.

Tengo otro:

Es sobre un tio sexagenario que vive solo, a quien le pasó lo mismo al principio. Este señor tapapa al gato con una manta. Lo mordisqueaba y sentía celos de él. Jugaba mucho. Jugaba demasiado. Jugaba a que el animal era un toro de lidia y lo obligaba al desconcierto. Lo torturaba físicamente y le cantaba cuando andaba borracho con voz tan fuerte y desafinada que ensordecía a su pobre víctima.

Mi tío prometió dejarle su fortuna (varias decenas de millones de dólares sin contar las fincas y las acciones a futuro) en el testamento. Durante varios días dejó de darle comida y lo obligó a dormir en el umbral. El felino se quejaba pero esperaba un milagro. Sabía que el hombre se había vuelto loco.

Fiel a su destino de gato marcó su territorio y escapó de su cárcel para no ver nunca más al desgraciado. Huyó de la mezquindad de mi tío como de la peste o la rabia.

No lo odia. Siente lástima porque es un ser fracasado, ateo e inútil de los tantos que abundan en este universo planetario.

El viejo una noche de estas tiene una sobredosis y se suicida.
EL gato se llama Elvis y está vivo.

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