domingo, 23 de marzo de 2008

DAVID LEVAGRABICH.

¿Qué es el presente sino un instante casi inasible en fuga hacia el pasado? ¿Qué pretenden decir ciertos discursos, tan a la moda, cuando sostienen que hay que vivir en el presente? ¿Quiénes viven en el presente continuo? No se engañen, amigos, sólo los animales viven en el instante, un instante que no deja huella, que no se registra. Pero aún esto es discutible ya que todo parece indicar que no es así en tanto hay una experiencia de la cual el animal aprende, claro que siempre se trata del registro de la conciencia. Sin embargo, el caso del humano es especial. Los seres humanos, amiguitos, no vivimos en el presente, el tiempo humano es tiempo histórico. Esto quiere decir, en rigor de verdad, que vivimos más en el pasado que en el presente o en un presente determinado por el pasado. Borges dice de uno de sus personajes que había comprendido, quizás, que la verdadera sustancia de que está hecho el tiempo es el pasado.
¿Y el futuro?, dirán ustedes. El futuro es un espacio abierto al que solemos colmar con nuestras fantasías construídas en base a anhelos de éxito en el amor y el dinero, por ejemplo que, las más de las veces, al menos en el caso de la mayoría, terminan frustrados. Es que, en realidad, queridos locos insoportables, amados neuróticos y potenciales locos lindos, debemos confesar que, con más frecuencia de lo que solemos admitir, tropezamos con la misma puta piedra y nos quedamos rascándonos la cabeza al costado del camino preguntándonos quién carajo la puso ahí.
Y por qué nos pasa esto, maestro (mirá como me la creo), preguntarán ustedes. Bien, amados discípulos seré franco y hasta brutal en mi respuesta, en esto, preclaros neuróticos, otra vez nos está jodiendo aquello a lo que llamamos, no disponiendo por el momento de un mejor término, el pasado. Situaciones irresueltas de nuestro pasado que nos conducen una y otra vez a la repetición de los mismos fracasos. Algunos, gente bastante inteligente incluso, en un intento de darle un sentido objetivable a este fenómeno desde antaño conocido, le llaman Karma o Destino, pero no hay nada objetivable en el asunto, no se dejen engañar. No es la mala suerte, ni el destino, ni el Karma que cargamos por los pecados de nuestras vidas anteriores, no, queridos loquitos, son razones subjetivas que desconocemos, ¿y por qué las desconocemos si decimos que esas razones son subjetivas?, pregunta el alumno traga de la primera fila. Buen punto, Jaimito. Bueno amiguitos, es porque están en el ámbito de lo inconsciente y eso sólo puede despejarse en un tratamiento psicoanalítico.
Exactamente, sí, ese tratamiento inventado por un judío loco lindo nacido en Viena y odiado por los nazis hasta el día de hoy, llamado Freud y al que tanto gustan atacar desde el Norte con argumentos pretendidamente científicos. Desde ese norte desde el cual pretenden imponernos no sólo tratamientos sino pensamientos, economías, cultura, etc. Pero qué decir de algunos de esos tratamientos que, como dije, pretenden imponernos si el sólo escuchar sus métodos, como algunas propuestas para curar las fobias hasta dan risa por lo infantil: ¿usted le tiene miedo a las arañas? Pues venga a mi consultorio y yo le haré comprender tocando arañitas desde las más chiquitas a las más grandes y peludas que, en realidad, las arañas son las mejores amigas del hombre, ya que no de los machos arañas a quienes se morfan apenas terminan de copular.

No hay comentarios: