miércoles, 5 de marzo de 2008

NO SOMOS LOS ÚLTIMOS

03 marzo, 2008 - Lluís Bassets

No somos los últimos
No se pierdan, si tienen la oportunidad de pasar por Barcelona, la exposición de Zoran Music en La Pedrera. Esos cadáveres amontonados o esos cuerpos colgados de la soga se refieren al campo nazi de Dachau, en las afueras de Munich, donde estuvo internado el pintor dálmata. Pero también nos hablan de los cadáveres que amontona nuestro mundo. Bajo las colinas pintadas por Music, detrás de su combate con la abstracción, estaban los cadáveres, los montones de cuerpos que el tiempo y el olvido van confundiendo siempre con el paisaje. El pintor dibujó durante su cautiverio, pero fueron necesarios muchos años para que aquella experiencia en los límites volviera a resurgir en forma de pintura. Lo que sucede a esa obra pictórica no es algo singular y excepcional: no hay quien olvide a la muerte amontonada, anónima, perpetrada por manos humanas. No hay forma de ocultarnos a nosotros mismos ese exterminio, esa transformación masiva de vidas singulares y únicas en materia inerte.

Lo vemos ahora mismo. Esas matanzas de hace apenas diez años en los Balcanes, la misma tierra del pintor, no se pueden borrar. Saldrán una y otra vez hasta que tomemos plena conciencia todos, verdugos incluidos, y también quienes apoyaron o comprendieron a los verdugos. Serbia no será un país normal hasta que lleve ella misma luto por esas colinas de muerte que produjo su locura etnicista y nacionalista. Y lo mismo sucederá con la historia larga, interminable, de los cadáveres que se amontonan en las tierras de la Palestina bíblica, en Israel, Gaza y Cisjordania.

Estos días crece el montón de cadáveres palestinos y judíos, en una ecuación del dolor y de la venganza terrible. Human Rigths Watch ha echado las cuentas. Desde que empezó la segunda intifada, en septiembre de 2000, 14 civiles israelíes han muerto por disparos de cohetes kassam, que las milicias de Hamas lanzan a veces a decenas en un solo día sobre las ciudades israelíes de Sderot y Ashkelón, las más próximas; la cuenta del otro lado es de 2.679 palestinos muertos, de los que 1.259 son civiles sin relación alguna con los combates y 567 niños. Estas últimas cifras son de la organización de derechos humanos israelí B’Tselem.

En los dos últimos días las fuerzas armadas israelíes han matada a unos 70 palestinos, la mitad como mínimo sin relación con los combates. Una de las cosas más lúcidas que he leído estos días sobre este rebrote terrible de las hostilidades en Gaza la he encontrado, como casi siempre, en el diario israelí Haaretz: “Si los palestinos tuvieran helicópteros Apache y drones sofisticados como los nuestros, podemos estar seguros de que escogerían objetivos mucho más estratégicos que el patio de un hospital en Ashkelón o un aparcamiento en Sderot. Los Kassam son el arma de los pobres y los menesterosos”.

El viceministro de Defensa israelí ha declarado que "Cuanto más se intensifique el fuego y los cohetes alcancen una distancia mayor, ellos (los palestinos) atraerán sobre sus cabezas un Holocausto porque emplearemos todo nuestro poder para defendernos". La palabra hebrea utilizada fue Shoa, llena de connotaciones sagradas y de uso hasta ahora exclusivo para los montones de cadáveres que pintó Zoran Music.

La última serie de pinturas de Zoran Music sobre Dachau se titula así: No somos los últimos. Puede verse hasta el 18 de mayo.

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