sábado, 1 de marzo de 2008

REVISTA QUÓRUM

Revista Quórum

Ética y estética de la novela


Ejemplar y reveladora la conversación entre dos pesos pesados de nuestra literatura: Antonio Muñoz Molina y Juan Cruz. Como parten de la amistad y comparten un mismo lenguaje, en este encuentro apenas aparece su moderador, Caridad Plaza.

Las 15 páginas que aquí resumen su larga charla comienzan con unas palabras de admiración hacia la obra del autor de Ardor guerrero o Sefarad. "Siempre me ha parecido un paradigma literario y de compromiso civil (...) Su literatura tiene un mensaje y hablando con él siempre aprendo". Y entran de golpe en los entresijos de su carácter como narrador. "Con el tiempo, uno se da cuenta de que ya no le interesa buscar la realidad en la literatura, sino la literatura en lo real. Es el paso del que intenta tener una voz al que quiere escuchar voces", considera Muñoz Molina a quien Cruz califica como "reportero del alma". Ambos se entregan a telaraña de la escritura desde múltiples prismas. Hablan de aquella frase de Picasso -"encontrar, no buscar"- , del asombro en la vida, de lo relativo, de la literatura no como sucesión de sucesos sino como indagación, de Faulkner y Flaubert, Lorca y Nabokov...

"No conozco de su generación a nadie que confiese haber leído tanto", lanza Cruz. "Haber leído y seguir leyendo", responde Muñoz Molina.
La puerta de las influencias, de las marcas que dejan otros en uno queda de par en par abierta. Sin embargo, transcurre el diálogo por vías latinoamericanas. "Yo lo he escrito muchas veces, y lo digo hoy, que no sería la clase de escritor que soy sin Onetti, Borges, Bioy Casares, Vargas Llosa, Cortázar, Rulfo y, también, sin los escritores, la literatura, o los mundos no latinoamericanos, que esos escritores nos descubrieron". El director de la editorial Alfaguara continúa: "A nosotros, que éramos hijos de la dictadura, esa literatura nos enseñó a vivir en cierta libertad, era como la libertad".

Conversan sobre el paréntesis intelectual que supuso en España la guerra civil y la posguerra, la complejidad de "instalar nuevos nombres latinoamericanos" en nuestro país y, por ende, la situación en América Latina: el mercado de los libros, la educación, el periodismo... Discuten sobre la labor del Estado y los medios de comunicación para "crear lectores o crear aficionados a las artes", la importancia (tan relativa) de los Premios (Nobel, Cervantes...), la necesidad de "buenos maestros" y "padres concienzudos"... Departen también sobre el éxito, las cifras literarias, la globalización... En definitiva, ninguna de estas páginas tiene desperdicio.

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