lunes, 24 de marzo de 2008

ANTOLOGÍA DE POESÍA ERÓTICA

Lengua Erótica

"La poesía nace en la lengua. En la lengua física de quien habla y en la lengua que emplea para comprender, designar y hacer suyo el mundo.
La poesía erótica en lengua española tiene una carga expresiva de una intensidad sin igual. Desde sus orígenes mismos, en el monasterio de Santo Domingo de Silos, cerca de Burgos y hace mil años, las primeras palabras en español son glosas “de las diversas clases de fornicación”, a partir de un texto latino, y con destino a un penitencial.

Es revelador entonces que del arcipreste de Hita a la conturbadora relación entre mística y erotismo, con san Juan de la Cruz, la lírica inicie su andadura bajo esta doble constelación de gozo y culpa, de esplendor y pecado. Igual sucede cuando en el siglo de oro español, y con jubiloso fervor, Lope de Vega, Góngora y Quevedo cantan, denigran y exaltan la pasión, e incluso otro gran poeta, el conde de Villamediana, muere en oscuro lance por haber seducido, al parecer, a la reina de España. Esta vocación se mantiene aun en la música incomparable con que Rubén Darío extrae del cuerpo de Venus, eterno símbolo del deseo, un acorde único: aquel que irriga y dulcifica toda la poesía en lengua española hasta nuestros días, de José Martí a José Asunción Silva, de Borges a Neruda, de Federico García Lorca a Octavio Paz.

Estos son algunos de los nombres claves de este libro, una vasta antología de la poesía erótica en lengua española, donde fray Luis de León traduce el Cantar de cantares, sor Juana Inés de la Cruz, Delmira Agustini y Alejandra Pizarnik dan voz a la mujer, y Luis Cernuda, Porfirio Barba Jacob y César Moro consideran en sus versos el cuerpo masculino como un espacio de revelación. Pero hay mucho más.

El corpus de la poesía erótica es tan denso como sutil, supera sexos y nacionalidades, vence al tiempo y hace del poema la única patria real. El posible paraíso recuperado en la tierra. Con acento propio y auténtica capacidad expresiva. Grandes poemas, como “Las furias y las penas” de Neruda, la “Oda a Walt Whitman” de García Lorca o el “Diálogo entre Venus y Príapo” de Rafael Alberti, conviven en este libro delicioso y revelador con el humor, gracia e ingenio de pequeñas joyas luminosas cuya lectura no es sólo un placer. Es también una revelación sobre nosotros mismos, y sobre ese otro que desnudo cubrimos con palabras ardientes y exaltadas: las que una lengua erótica, el español, nos brinda para aprender a amar. Para hacer el amor.

La poesía erótica incita y petrifica a la vez.
Esto fue una vez: esto será siempre. Puede lindar con la obscenidad y la pornografía, con aquello aparentemente sucio que la moral margina como tal. Cae en el manido estereotipo, en la cursilería que puede ser sublime. De Rubén Darío a Agustín Lara sólo hay un paso. Pero en sus momentos más altos es una piedra de toque que pulveriza toda esa turbiedad adolescente, toda esa inmadurez verbal. Porque la auténtica poesía erótica es creación pura: inventa, fabula. A partir de las ruinas, del abandono o la humillación, de la súplica —¿cómo era, Dios mío, cómo era?—, yergue su castillo de palabras."


Juan Gustavo Cobo Borda

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