miércoles, 2 de abril de 2008

CARLOS ZUPPA.

02 Abr 2008

Ciencias duras y blandas. Duras como piedra, blandas como manteca

Escrito por: carlos-zuppa el 02 Abr 2008 - URL Permanente

Resulta incomprensible el impacto hipnótico que la ciencia, continua ejerciendo sobre la filosofía y las ciencias humanas.

Profundamente trastornados por la mecánica cuántica, la teoría del caos, teorema de Gödel, por mencionar solamente algunas influencias, la cultura y la epistemología han entrado en una Nueva Era que algunos llaman Posteoría. Los habitantes de la isla de Posteoría se creen a sí mismos los últimos depositarios de un humanismo trascendental, hablan de manera oscura porque temen ser confundidos con los grandes meta-relatores y, en su isla, han producido el descentramiento de la cultura dominante vía la condición postmoderna. Agradecen por otra parte que su isla está lo suficientemente lejos de Irak por lo que las bombas de los distraídos de la cultura dominante, que no saben que han sido descentrados, no caen sobre sus cabezas. Los Posteoréticos quisieran a veces estar en un sólo lugar en un mismo tiempo, pero no pueden lograrlo porque el objeto en la isla es ahora nómada, rizomático, están aquí y allí al mismo tiempo, a veces confunden la flecha del tiempo y frecuentemente el batir de alas de una mariposa los arrastra caóticamente con la fuerza de un tifón hacia Hong-Kong, pero no duran mucho allí por culpa de la disolución instantánea de toda forma, condición básica de existencia en la isla Posteoría. Celebran ruidosamente la caída de la ciencia como Caín, pero a veces extrañan esa fe metafísica en la verdad y deambulan perplejos en el mapa de Borges trazado en “El rigor de la ciencia”. Aunque quieren refugiarse únicamente en la escritura, son incapaces de romper totalmente con la tradición y creen que la nueva ciencia se ha mudado para Posteoría, donde elabora teorías simultáneas a partir de epistemologías discrepantes, o la subjetividad, o la otredad, y un gran meta-relato que se alimenta de sí mismo sometido a las turbulencias de la subjetividad. Los Post realizan congresos donde, seguramente, el requerimiento para presentar trabajos es que estén escritos en Word y no creen que esto tenga que ver filosóficamente con el lugar desde donde hablan. En definitiva, la isla Post es el espacio háptico o nómada que describe Deleuze: con variación caótica de dirección, discontinuo, con supresiones y agujeros negros, con variación infinita de sus contradicciones, oscuro y confuso.

Los científicos, por otra parte, contribuyen a esta inflación maníatica, escribiendo aburridos libros sobre Borges y la matemática –como si Borges hubiera descubierto la angustia de ciertos problemas epistemológicos porque sabia matemática o física cuántica!-, o creen que resuelven las angustias de Zenón porque la serie geométrica converge, por ejemplo.

¿Será que a pesar de todos los intentos por desacralizarla, la palabra de Dios se sigue escuchando por la boca de los científicos?. Pareciera que sólo a partir de la ciencia , la literatura epistémica y sociológica puede descubrir los conceptos de estructuras auto-organizativas, papel de la temporalidad, emergencia del orden, el devenir de lo nuevo, simetría, ruptura de simetrías y sólo a través de la flecha del tiempo es posible una reconciliación de objetividad / subjetividad. ¿La complejidad del hombre redescubierta por los nuevos paradigmas de la física?. Sería realmente fantástico si estos objetivos pudieran completarse, pero no es claro que el hecho de que la descripción de la mecánica sea determinista es una restricción a la libertad del hombre o, al revés, que la introducción de descripciones probabilísticas en la mecánica cuántica reconcilia al hombre con la libertad y el libre albedrío. Determinista o probabilista, el mundo está lejos de estar comprendido en alguna ley física de la mecánica. Si llegara el momento en que el hombre pudiera estar contenido en algún modelo similar a los usados en las ciencias duras, habríamos descubierto, con dolor quizás, que somos bípedos sin ningún encanto.

Yo no creo que los físicos, matemáticos, las llamadas ciencias duras en general, tengan algo para enseñarle a las ciencias humanas o ayuden a los hombres a arreglárselas mejor con los grandes problemas metafísicos, salvo el antiguo apego a la razón, al menos en su práctica específica; y mucho menos sobre la montura de una nueva ciencia humanizada por su propia complejidad.

No es que no supieran o intuyeran antes los científicos las complejidades de la no-linealidad o desconocieran totalmente la dinámica complicada del caos – el caos emerge en los primeros trabajos de Maxwell y Poincaré- sino que el tratamiento de tales complejidades se vuelve posible solamente en la era de la computadora. La computadora es el flip de la gestalt más impresionante de aquello que llaman nueva ciencia en los últimos tiempos.

Pero el significado es un aumento exponencial de la capacidad de análisis y dominio de complejidades que anteriormente eran imposibles y no una nueva alianza con la naturaleza. El hombre perdió irreversiblemente el contacto con la naturaleza cuando el Dios del Génesis planta en el jardín del Edén el árbol de la conciencia. Y la ciencia continúa montada en el carro que Faetonte le robó al Sol, esperando tal vez que Zeus la destruya sumariamente por su presunción.

Por otra parte, esa estructura auto-organizativa que se refugiaba y pintaba en la cuevas de Altamira, que luego creó el pensamiento solar de los griegos, el pensamiento racional, la literatura y la filosofía, es mucho más compleja todavía que las complejidades de la dinámica del caos, que la termodinámica.

Aún hoy encontraremos más complejidad, no-linealidad, rizoma deleuziano, turbulencias de sentido y angustia en la monumental obra Yo, el Supremo de Roa Bastos que en la termodinámica de sistemas alejados del equilibrio, y aquellos que crean que pueden explicar tal complejidad con algún modelo al estilo de las ciencias duras o, al revés, crean que la ciencia también naufragó en el mar de las incertezas, descubrirán tal vez que la filosofía es vulnerable.

Ningún esquema conceptual acerca del tiempo en la ciencia, sea la pretendida resolución ficcional de la paradoja del tiempo de Prigogine, o el esquema conceptual del tiempo en la teoría de la relatividad, eliminará la angustia que sintieron San Agustín, W. Blake, Bergson, y cada uno de nosotros, con respecto al problema del tiempo.

La misma importante cuestión puede ser planteada con respecto a la cuestión fundamental de los paradigmas. Es claro que la ciencia siempre producirá impactos fundamentales en nuestra manera de considerar la inserción del hombre en el mundo. Pero los cambios de paradigmas son procesos económicos, culturales y socio-políticos mucho más complejos que los supuestos cambios de paradigma de la ciencia; son estos cambios de paradigmas los que hacen posible a Copérnico y no al contrario.

Aprenderemos más de esos cambios releyendo a Foucault, a Lipovetsky, a Weber, a Marx, a Adorno, por citar algunos, que en los libros de física o matemática.

Mientras tanto, la ciencia continuará tan oportunista como sostenía Einstein: es determinista y reversible en los procesos mecánicos que son deterministas y reversibles, indeterminista en los procesos cuánticos que son probabilísticos, relativista cuando se mueve muy rápido, binarista en la lógica computacional, complementarista a veces. Porque la ciencia no avanza a través de paradigmas inconmensurables, linealmente, sino que la capacidad racional del hombre de hacer ciencia es efectivamente un rizoma deleuziano, y se alimenta siempre del discurso anormal.

Es en el aparato de la ciencia, en la máquina de guerra del Estado, que el discurso se normaliza en una coherencia interna localizada que no tiene precedentes, un sistema de coacción eficiente montado a través de esquemas aparentemente benefactores como los programas de cooperación, el consenso, los grants, etc.

Pero para aprender de las ciencias humanas es necesario que el pensamiento se tome en serio, esto es retomar el ¿porqué digo lo que digo? de Parménides. Deleuze y Guattari sugieren una forma de filosofía futura cuando dicen:

Si la filosofía se reterritorializa sobre el concepto, ella no encuentra su condición en la forma presente del Estado democrático, o en un cogito de comunicación más dudoso todavía que el cogito de la reflexión. No nos falta comunicación, al contrario, tenemos demasiada comunicación, lo que nos falta es creación. Nos falta resistencia al presente....

Pero esta forma futura de la filosofía, concebida tanto como una resistencia al presente como un diagnóstico de devenires, no servirá de mucho si se deja axiomatizar por el aflojamiento epistemológico. Si Serres y Latour reclaman “...inventar una teoría del conocimiento tenebroso, confuso, oscuro, no evidente”, la caída de la crítica en el presente solo producirá una teoría del conocimiento tenebrosa, confusa, oscura, no evidente.



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Resulta incomprensible el impacto hipnótico que la ciencia, continua ejerciendo sobre la filosofía y las ciencias humanas.
Profundamente trastornados por la mecánica cuántica, la teoría del caos, te
clarin.com 02 Abr 2008


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Lucía Angélica Folino dijo
02 Abril 2008, 12:42
Como suele ocurrir, apreciación errónea de los hechos que luego conducen a profecías falsas.

No hay ninguna posteoría, como no existen la contemporaneidad ni la originalidad.

Afirmar qué se creen los otros que son es un acto de despotismo ilustrado. Un saber típico de quien se sube al aparato reproductor y lleva y trae cuentos de la gran manzana podrida.

Sobre el asunto de la escasa o nula incidencia de las ciencias duras en el saber humano he escrito hace unos días en relación con la calidad de atribuir genio a alguien por decreto. Como me niego a dar explicaciones directas y lineales sobre lo muchos temas y prefiero elegir el jeroglífico para poner a parir a los investigadores que observan la conducta sin pagar el precio, dejé cosas colgadas y aisladas.

Hace unos días alguien cercano a mi familia se enfurecía atacándome que "nunca se sabe cuando hablás en serio y cuando en broma" y no entendía determinadas estrategias docentes en mi actividad laboral. Por eso. Es para despistar a los tontos y despejar la cancha.

Pensar la globalización no es tan difícil si uno se sitúa en su lugar en la escala zoológica y se subordina al designio divino, que no es casual.

Quienes dominan el arte de la hipnosis saben que no existe ciencia sino creencia.

Todavía hoy se insiste con los medidores de coeficiente intelectual en chicos de tres años (Lucas) por profesionales ni siquiera idóneos o aptos para saber qué es lo que están midiendo. La estructura mental de la prueba, como índice numérico es el resultado de sus más esforzados estudios. Se equivocaron fieramente, pero no les vamos a decir la respuesta. Pura reciprocidad con sus patologías perversas y mezquinas, nomás.

Lu.
Un poema mío termina con el siguiente verso:
"posmodernismo que los tiró."

II-
Cuando era alumna de primer año de la escuela secundaria (1969) me producían mucho escozor algunas teorías que me mandaban estudiar y que con los años demostraron que mi primera intuición era acertada. Para sacarse un diez había que conocer bien las mentiras institucionales de la época.

Una de las que más me fastidiaba era la flecha del tiempo histórico (años después se hizo obligatoria en los libros de texto), pero tuve la buena fortuna de tener profesores que sabían relativizar y me tranquilizaban con sabiduría cósmica. Mujeres (mis profesoras eran todas mujeres, algunas beatas, otras más liberales) en esa escuela, que tenían títulos universitarios, además de docente y alto grado de conocimientos, cuando la liberación femenina estaban apenas expandiéndose y las minifaldas eran una novedad peligrosa.

Muchos de los Premios Nobel cuyas teorías leí años después no tenían nada que envidiarle a esas humildes profes de una escuelita pública de Avellaneda, que después fue cobijada en una con más alumnos y que hasta hoy perdura.

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