miércoles, 2 de abril de 2008

BARRY GIFFORD

Andalucía, una encrucijada literaria
Barry Gifford recita la memoria perdida de la generación 'beat'

El autor participa en Palabra y Música, muestra de rock y poesía de vanguardia
FRANCESCO MANETTO - Madrid - 02/04/2008



¿Qué es la memoria? Es la voz de un hombre de 61 años que recuerda su pasado. Con los ojos cerrados ante el micrófono. "Es el repaso de una infancia y una adolescencia a través de los viajes de un niño junto a su madre y a su padre: un gánster". Así lo ve el escritor estadounidense Barry Gifford (Chicago, 1946). Y así lo afirma con tono intenso, por teléfono desde California, hablando de uno de sus últimos proyectos: el audiolibro Memories from a sinking ship, que presentará viernes y sábado, en Sevilla y Palma de Mallorca, en el Festival Internacional Palabra y Música, muestra de spoken word.



"He tenido la suerte de recordar a mi modo cosas que han desaparecido"
En sus 25 capítulos, el autor revive en primera persona "las aventuras con los personajes del vecindario con nombres como La víbora, el Faraón o Calavera Dorfman".

Vuelve a emprender unos viajes iniciáticos por "Illinois, los cayos de Florida, Nueva Orleans". Y compone un universo cinematográfico que a veces recuerda sus colaboraciones con directores como David Lynch o Álex de la Iglesia, para los que escribió los guiones de Carretera perdida, Corazón salvaje y Perdita Durango. Este fin de semana sus palabras fluirán acompañadas de la música del madrileño Miguel Gil Tertre, alias Strand. Sonidos electrónicos y retazos de una existencia que dibujan una novela de formación por excelencia: la odisea del americano contemporáneo.

"Para mí, esta historia es la más importante. Porque es mi propio relato. Las instantáneas de mi vida", cuenta Gifford, quien empezó a rememorar su pasado a finales de los ochenta en libros como Gente nocturna, El padre fantasma y Wyoming. En estos relatos está toda su mitología: la generación beat, las historias y los encuentros que surgen de repente en medio de la carretera, los "amigos" como Jack Kerouac. Sin embargo, a pesar de esta pequeña pero insistente obsesión por "recrear" sus vivencias, Gifford no trata nunca de reflejar una autobiografía totalmente fiel a la realidad. Los personajes son una aproximación literaria. Hombres y mujeres "que van y vuelven. Sombras intermitentes. Un poco como los personajes de Proust. O los de Cervantes", dice segundos antes de soltar una larga carcajada.

Las risas vuelven a entrecortar su voz al preguntarle por Bush, Obama y la situación política de Estados Unidos. "¿De verdad le interesa lo que pienso? Necesitamos un cambio", afirma antes de mencionar como modelo de compromiso al escritor e intelectual afroamericano Cornell West, quien apoya a Barack Obama. "Todo lo que tengo que decir de religión, raza y política está en mis novelas".

Y precisamente de novelas, de literatura, desvinculada de la performance y del cine, hablará Gifford la semana que viene en Madrid. Después de participar en el festival Palabra y Música, el escritor presentará la novela Una puerta al río, publicada por La otra orilla y el poemario Las cuatro reinas, editado por La Fábrica. Se trata de historias en las que vuelve a recuperar el recuerdo como fuente de inspiración.

Estados Unidos de los años cincuenta y sesenta, el siempre vivo espíritu de relatos como En el camino, las atmósferas decadentes e impregnadas de un realismo sucio que evoca a Charles Bukowski... son en realidad el pan cotidiano de Gifford. "¿Qué relación personal tengo con la memoria? Ésta es la pregunta más íntima y complicada... Es algo demasiado subjetivo, una relación que puede cambiar con el tiempo", espeta. "Lo único qué sé es que, por ahora, he tenido la suerte de recordar a mi modo cosas y acontecimientos que, desafortunadamente, han desaparecido. Un pasado y un mundo que ya no existe".

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