lunes, 25 de febrero de 2008

MÁS SOBRE FONTANARROSA.

UNA DE SUS CRONICAS FUTBOLERAS
La mentalista y el joven rubio
Fontanarrosa.





El humorista cubrió el Mundial de 1994. Fue cuando inventó a la Hermana Rosa, una vidente del Barrio Alberdi de Rosario.




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Roberto Fontanarrosa. (Desde algún lugar en el Triángulo de las Bermudas).





Mi compañero de asiento de la derecha me pregunta si mi pequeña procesadora de textos es un neceser. Quizá confunde la pantalla con un espejo. Le informo que no, que es una "note book" y que estoy enviando mis notas al diario. Esto es posible gracias a los adelantos tecnológicos. Basta una sencilla conexión de mi ordenador con el sistema de radar del avión, otra del radar con el ciclómetro transversal de a bordo, y de este con la estación terrena de Balcarce. Tiene la ventaja de que si sobreviene una caída del sistema (o una caída del avión), el texto queda registrado en la caja negra del aparato. Mi compañera de la izquierda se ha ofrecido, gentil, para simplificar el proceso. Es una mentalista y vidente rosarina, especializada en tarot marsellés y recuperación de parejas. Dice llamarse "Hermana Rosa", es del Barrio Alberdi y afirma volar a Boston para enviar buenas ondas al seleccionado argentino... Promete trabajar sobre la recuperación de la pareja de zagueros centrales del equipo.

La onda parece expandirse. En el avión hay un joven que luce una camiseta con la publicidad de un supermercado. Incluso el comisario de a bordo pasa con otra donde se lee: Aerolíneas Argentinas. Se comprende que el aspecto económico es importante, pero más le valdría atender la ruta, ya que ahora es el momento de más tráfico en el Triángulo de las Bermudas. He visto pasar una escuadrilla de viejos aviones a hélice Thunderball de la marina norteamericana y en los rostros de los pilotos (avejentados ya) podía leerse un atisbo de confusión.

La mentalista estima esta zona como la más interesante del viaje y saca fotos por las ventanillas de la nave. Mi otro compañero (un corpulento joven rubio) insiste con el neceser. Además, se congratula de haber conseguido entradas para la justa deportiva. Le pregunto si viaja a Boston para ver a Argentina. Dice que no, que viaja a Nueva York a los Juegos Olímpicos Gay, que empiezan dentro de unos días. Me ofrece compartir las refrescantes servilletas perfumadas que acompañan la cena.

Sin omisión ni distorsiones. Se temió, por un momento, que los norteamericanos coparan la información y la manipularan como en otra ecuménica competencia internacional: la Guerra del Golfo. Mi amiga Sheila Salholz, reportera del Quincy Daily, aventuraba que, de hacerse cargo la CNN de la transmisión, todo se reduciría a la aparición (posterior a los encuentros) de Bora Milutinovic frente a las cámaras, tras un pupitre, diciendo: "Lean mis labios. Hemos derrotado a Rumania".

(Publicado en Clarín, el 15 de junio de 1994)






















Los cuentos de fútbol, un clásico de sus libros



En una entrevista de hace unos años Roberto Fontanarrosa contó que sólo dos veces su mujer había considerado imprescindible interrumpir su solitario ritual de trabajo matutino. "La primera me dijo Estamos en guerra con Inglaterra; la segunda, Diego firmó para Ñuls". Ningún lector de Fontanarrosa puede encontrar extraña la anécdota: los cuentos de fútbol del Negro, infaltables en cada libro, aun aquellos escritos desde la ironía, delataban su pasión.

El más conocido es "19 de diciembre de 1971", ese viaje hacia la muerte feliz del viejo Casale que hasta compite con la palomita de Poy como símbolo de un Central-Newell''s histórico. Pero hay otros, muchos. Como "Lo que se dice jugador al fulbo", en el que un hincha reencuentra a su máximo ídolo para insultarlo por un gol perdido, o "La observación de los pájaros", que cuenta el paseo por las calles desiertas de Rosario de un hombre que no quiere saber cómo va el clásico.

A través de esos cuentos, de su libro "No te vayas campeón", de historietas las de la serie "Semblanzas deportivas", de las crónicas que tenían como protagonista principal a la Hermana Rosa, Fontanarrosa entró sin necesidad de permiso en la historia del fútbol argentino. Una vez escribió que cuando la Selección argentina salía a la cancha, con ella salían una vieja foto del Gitano Juárez, su viejo, su tía Celia -"atando un pilato en el pañuelo antes de la semifinal con Newell''s"—, El Gráfico y Alumni, Roberto Perfumo, Fioravanti, Dante Panzeri... Duele saber, puta madre (él consiguió la amnistía de las malas palabras), que ya no habrá nuevos cuentos del Negro. Pero en el próximo partido, seguro que él también entra a la cancha con la Selección.


Carlos Prieto

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