sábado, 23 de febrero de 2008

MEMPO GIARDINELLI A LA PRESIDENTA.

*SEGUIMOS CON PRESIDENTES QUE PADECEN DELIRIOS DE GRANDEZA, ES PORQUE
CREEN QUE LA HUMILDAD ES DE LOS POBRES...*
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http://www.pagina12 .com.ar/diario/ economia/ 2-98716-2008- 02-10.html
OPINION Los trenes bala: Carta abierta a la Presidenta CFK
Por Mempo Giardinelli

Señora Presidenta: En mi carácter de intelectual argentino que vive en el
interior del país, me dirijo a usted como uno más entre millones de
argentinos que la votamos en octubre pasado, pero también porque fui de los
primeros en poner en duda, públicamente, la construcción del llamado Tren
Bala. Lo hice desde el inicio de los anuncios, en mayo de 2007, en la
revista Debate y en los diarios La Voz del Interior (Córdoba) y Norte
(Resistencia) . De hecho fui uno de los primeros periodistas que subrayaron
la grosera contradicción que es semejante obra en un país ferroviariamente
devastado como el nuestro. Por eso me sentí aludido en su duro discurso y me
permito replicar con todo respeto sus afirmaciones.

Mi argumentación fue –y la reitero– que más allá de que los trenes bala (el
Intercity alemán, el TGV francés o el AVE español) requieren un contexto
tecnológico y sociocultural que nosotros no tenemos, en un país en el que
los ferrocarriles fueron destruidos de manera vil, y donde el sistema de
transporte está colapsado, no tiene sentido ejecutar obras que beneficiarán
a pocos pasajeros, los más ricos de las tres más grandes ciudades
argentinas. En los AVE españoles, por ejemplo, la capacidad máxima es de 329
pasajeros (38 en Primera, 78 en Preferente y 213 en Turista) y el costo del
boleto Madrid-Sevilla, por ejemplo, es de entre 115 y 174 euros. Calculando
un promedio de 130 euros para esa distancia (538 kilómetros), implica un
costo de 24 centavos de euro por kilómetro. Si lo pasamos a $4,50 por euro,
un viaje a Rosario (300 kms) costará $324. Y a Mar del Plata (400 kms) $432.

Esos precios sólo podrá pagarlos una elite. Y si acaso llegaran a ser más
bajos será mediante subsidios, con lo que todos los argentinos terminaremos
pagando los viajes de esa pequeña clase privilegiada.

Por eso en mis primeras críticas a estos trenes escribí que el anuncio
original de que el tren bala Retiro-Rosario costaría 1320 millones de
dólares (unos 4000 millones de pesos) conducía insoslayablemente a pensar
que semejante masa de dinero podría invertirse –con muchísimas ventajas– en
la rehabilitació n de ramales que refuncionalizarí an nuestro degradado
sistema con vías renovadas y trenes comunes mejorados, tanto para el
transporte de mercancías como de personas.

¿No sería más sensato contar con trenes de velocidad moderada como el Talgo,
que corre a 120 kilómetros por hora y bien podría llegar a Bahía Blanca,
Salta, Bariloche, Mendoza o Posadas, y unir al país transversalmente de
manera que un misionero que va a Jujuy o Neuquén no tenga que pasar por
Buenos Aires, por caso? Esto alentaría, además, una fenomenal recuperación
económica en varias provincias.

No soy especialista en trenes, pero algo sé de sentido común y puedo
entrever varios problemas colaterales: un tren bala exige una
infraestructura de vías especial (el ancho de vías de los europeos es de
1,668 metros); electrificació n integral (el AVE utiliza corriente alterna a
25.000 Volts y 50 Hz); protección exterior de las vías con muros o vidrios
blindados a ambos lados; señalamiento y comunicaciones sofisticadas con las
formaciones en marcha; estaciones intermedias hoy inexistentes; enormes
costos de mantenimiento y varios etcéteras.

Ahora mismo, usted anunció el tren bala Buenos Aires-Mar del Plata, a un
costo de 600 millones de dólares para que viajen 300 personas en poco más de
dos horas, a 250 kilómetros por hora. Yo me pregunto: ¿no sería más
razonable y barato estimular la aeronavegació n, hoy en tal estado terminal
que apenas hay uno o dos vuelos diarios a Mar del Plata, cuando hace años
había decenas?

Respetuosamente, Señora, pienso que está mal asesorada. Y es que en su
Secretaría de Transporte sigue como titular el señor Ricardo Jaime, que en
mi opinión y la de millones de argentinos (estoy convencido de ello, porque
los veo padecer) es el más inepto funcionario de la gestión de su marido y
de la suya. A la vista está su obra: el colapso ya inaguantable de la
aviación comercial; los absurdos subsidios a los pésimos servicios
ferroviarios y el deficiente sistema vial que hace que este país todavía no
tenga autopistas transversales.

Tanto o más que la crisis energética, hoy el transporte es el mayor freno al
desarrollo de la Argentina. Es imposible una política seria de
industrializació n, pleno empleo e inclusión social en un país desconectado
como el nuestro. Es imposible combatir la pobreza y la indigencia que
persisten, cuando provincias enteras han sido y son privadas de
ferrocarriles y líneas aéreas, y sus caminos son deplorables.

La aeronavegació n comercial en Brasil, México, Colombia o Venezuela está a
cargo de docenas de aerolíneas que cubren extensos territorios. En cambio
nosotros tenemos provincias que tuvieron seis o siete vuelos diarios y ahora
sólo uno, o ninguno. Y no basta la condena a Aerolíneas Argentinas, que al
fin y al cabo es una empresa privada, extranjera, que bien o mal ha
invertido aquí y quiere ganar dinero, lo cual está perfecto. El problema no
es esa compañía, sino el descontrol de una gestión oficial ineficiente y
dañina.

Entonces, ¿no tenemos el derecho –y como intelectuales, la obligación–- de
preocuparnos ante la posibilidad de que los trenes bala sean igualmente
descontrolados, además de caros? ¿Es desmesurado pensar en todo lo bueno que
se podría hacer en materia ferroviaria con los miles de millones de dólares
que costarán los bala? Decir todo esto no es tratar "los temas con
ligereza", Señora, ni es resistencia a los cambios. Sé que usted me lee, y
entonces sabe que no formo en las filas, precisamente, de lo que usted bien
llamó "el pensamiento conservador" . Y si cabe una confesión cívica, yo la
voté a usted porque desde 2003 nos gobierna una administració n por lo menos
contradictoria, y no, como fueron hasta entonces, gobiernos monocolores en
su inoperancia, cretinismo, corrupción o todo eso junto.

Muchos la votamos esperando que usted continúe lo mejor de la gestión de su
marido (Educación, Cultura, Defensa, Derechos Humanos, Cancillería, Corte
Suprema de Justicia) y que ratifique –como ha hecho– el avance de los
juicios a los genocidas. Pero también la votamos con la esperanza de que su
gobierno termine con la corrupción; los organismos de control que controlan
mal o nada; el clientelismo y la política como negocio y mil asuntos más,
como la discriminació n gremial a la CTA.

Es perfectamente posible, bueno y cívico hacer esta distinción, y no, como
hace la miope oposición que hoy tenemos, ver todo en blanco y negro, o peor,
sólo lo negro (aunque desde luego existe y mucho).

Para terminar, con absoluta honestidad y sin ironía alguna, le confieso que
no sé si esto que escribo tiene el rigor intelectual que usted demanda, pero
sí le aseguro –con el mayor de los respetos– que usted en este asunto está
equivocada. Y es mi opinión que la están asesorando mal quienes acaso
tienen, como sospechan muchos argentinos, intereses poco transparentes.

Acepte, por favor, mi saludo más respetuoso.

"El mundo está lleno de buena gente
que mira para otro lado"

Joan Manuel Serrat

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